Juan Eslava Galán, que ya deleitó al lector con su mítica Historia de España contada para escépticos, del que se han vendido más de cien mil ejemplares, sorprende ahora con una historia del mundo igualmente ágil y divertida, provocadora y didáctica, que entre sonrisas o francas carcajadas presentará breves y sustanciosos capítulos que van desde el Big Bang origen del universo hasta la globalización y las crisis de nuestros días. Un texto sin desperdicio en el que no falta su habitual estilo sarcástico y siempre provocativo, que despeja cuestiones tan «candentes» como por qué era irresistible Cleopatra o por qué Franco permaneció en el poder gracias a Stalin. Un recorrido por la historia del mundo, desde la Prehistoria hasta la actualidad, a través de un centenar de capítulos donde el autor describe, con un tono humorístico, cercano y muy ameno, los acontecimientos más importantes de la historia universal.
Historia del mundo contada para escépticos. Juan Eslava Galán. Editorial Planeta
El autor ya ha probado sobradamente sus dotes para la divulgación histórica, dirigida al gran público y con abundantes dosis de sentido del humor. Este libro no solo es una nueva prueba de ese talento suyo, sino que eleva ese género que ya venía practicando a un nivel mucho más alto. En varios sentidos: el objeto esta vez es más ambicioso; nada menos que toda una historia del mundo que cubre varios milenios. En cuanto al humor, marca de la casa, es más acentuado, más irresistible, más irreverente todavía de lo habitual en él.
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¿Le supo a poco la Historia de España contada para escépticos,
y necesitaba quizás ampliar miras, de ahí este libro?
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Yo no pensaba hacer
este libro, pero la Historia de España contada para escépticos
hace ya quince años que se reedita cada año, y si a esto le añades
la cantidad de mensajes que me llegaban preguntando para cuando una
“historia del mundo”... pues no me quedaba otra opción que
decidirme a hacerla. En un principio me lo impuse como una
obligación para con los lectores, pero una vez metido en harina,
tengo que reconocer que lo he pasado realmente bien haciendo este
libro, y además he aprendido.
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Viste de humor y sarcasmo, algo que en el fondo es un estudio
totalmente serio y riguroso. ¿Es quizás esta la mejor forma de
acercar la historia al ciudadano de a pie?
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Yo creo que sí.
Creo que la ciencia siempre es mejor verla con humor y al mismo
tiempo, con rigor. El ciudadano ya tiene suficientes problemas con
su trabajo y la vida ajetreada que lleva como para que encima tenga
que dedicar un esfuerzo suplementario en esa cultura que quiere
adquirir, y que necesita. Hoy en día el cine y las novelas
históricas nos van dando información de la historia, pero son
falshes que se van encendiendo sin terminar de admirar el cuadro
entero. Yo he pretendido que el lector vea el tapiz entero y que
además identifique los puntos históricos mejor encuadrados.
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¿Realmente es una Historia para escépticos?
- Sí, me ratifico: para escépticos y cínicos. Normalmente el escritor en su proceso de creación va pasando por diferentes estados anímicos. Así, al principio yo intentaba ser políticamente correcto (como casi todo el mundo), pero después me iban saliendo incorrecciones, de manera que me dije, de perdidos al río, voy a abrir mi corazón y también voy a dar mi opinión sobre cada cosa, voy a ser políticamente incorrecto. Entre otras cosas porque noto que la gente de la calle, a la cual yo también pertenezco, muchas veces estamos reprimidos, sin poder decir lo que realmente pensamos, así que en este libro me he dejado caer con absoluta libertad.
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Usted
se planta delante del papel y dice “es hora de romper tópicos”
con la historia. ¿Es algo más o menos así?
- Cuando me encuentro un tópico que yo sé que lo es, entonces lo rompo. En eso sentido no tengo misericordia ninguna. Pero ya que me pongo, al mismo tiempo, intento explicar por qué es un tópico y por qué lo rompo, de ahí que el libro vaya con numerosas y adecuadas notas a pie de página que permiten una lectura paralela. Primero busco esa narración fluida que sea la que llegue, y después le añado las cargas de profundidad que son las notas.
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Rompe
también con el tipo de narración academicista con la que
habitualmente nos enseñan la historia. ¿Teme que esto le quite
seriedad o reconocimiento a su trabajo?
- Pienso que la narración academicista enfocada sobre todo a las universidades, tiene un lugar, pero eso no es trasladable al hombre de la calle. Ese hombre de a pie que es el que con sus impuestos paga la universidad, tiene derecho a recibir algo de ella, alguna explicación de la historia en libros de divulgación que sean más accesibles. Y eso es quizás lo que yo estoy pretendiendo hacer. El reconocimiento me lo tienen que dar los lectores, no busco el aplauso del gremio académico. Cuando cometo errores, y se me dicen, no se me caen los anillos por reconocerlo, sino que planteo las convenientes correcciones para la siguiente edición.
- A la vista de su libro, ¿qué corrompe más al hombre, el poder o la religión?
- La religión ha estado y está siempre muy vinculada al poder. Los dos principios básicos de poder en España eran altar y trono. Y esos principios iban unidos, por un lado la monarquía (y la nobleza) y por otro la iglesia. Con la manipulación de la religión la iglesia también consigue poder. El poder es la pulsión más fuerte que hay en el hombre, más incluso que el alimento o el sexo. Y por tanto, ese es un evidente elemento de posible corrupción. Desde fuera, los que no hemos nunca ambicionado el poder, no podemos darnos cuenta de todo lo que puede llegar a envenenar a una persona.
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¿Es
el cristianismo la religión más civilizada, la que más ligada ha
estado a los avances de la historia en general?
- No es porque sea más civilizada, sino porque la hemos civilizado. Era tan incivilizada como el islam u otras religiones, hasta que con el siglo XVIII, llegó la Ilustración y su hija, la Revolución Francesa, que terminaron deslindando estado y religión. Entonces surgieron unas leyes estatales para las que uno podía ser un delincuente, y unas leyes eclesiales para las que uno podía ser un pecador. Desde entonces hemos ido adquiriendo libertades que antes la Iglesia prohibía. Nosotros, los occidentales, les hemos impuesto a las iglesias cristianas que no nos amarguen la vida con su idea del pecado. Ya no tienen fuerza para quemar a nadie. Sin embargo sí que hay otras iglesias que no señalo, que sí tienen fuerza todavía para quemar, apedrear... porque no han tenido Ilustración, no han tenido la separación comentada. Pero si nos remontamos al siglo XVII tan bestias eran unos como otros.
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¿Qué opina de los nacionalismos?
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Yo estoy absolutamente en contra. Ya tuvieron su momento de la historia, pero si nos fijamos en la situación actual española, creo que fue un tremendo error aquello de café para todos. Ahora tenemos un estado dividido en diecisiete reinos de taifas ingobernables y inasumibles desde el punto de vista económico. Esto es la ruina del país, y de todos, así como el hazmerreír del mundo. Se ha deteriorado todo tanto, que la involución hacia una única comunidad creo que ya no es posible. En el futuro, probablemente, no lo sé, será inevitable que Vasconia y Cataluña sean independientes pero federados con el resto de una España en la que se hayan suprimido las comunidades.
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“La historia de la humanidad es la historia de la explotación del
hombre”. ¿Es algo de lo que quizás todavía tenemos que
mentalizarnos?
- Es algo que sigue ocurriendo. La explotación del hombre por el hombre va cambiando de rostro en cada época: el señor explotaba al siervo a cambio de protección, el cura explotaba al creyente a cambio del perdón, unas naciones explotaban a las colonias... Ahora con la globalización, seguimos en las mismas, si nosotros vivimos tan bien es porque parte de los productos que consumimos vienen de países donde la gente sí está siendo explotada. Esa es la cuestión, esto va a existir siempre, pero como un calidoscopio, va cambiando de forma.
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¿Y del comunismo redentor del proletariado, qué nos queda?
- De eso no queda absolutamente nada. Pero sí tuvo una virtud que es de reconocer: el capitalismo salvaje que se había dibujado en el siglo XIX, tuvo que moderarse e inventar el estado del bienestar que al fin de al cabo es el triunfo de las ideas socialistas dentro del capitalismo. Esa quizás es la parte positiva que queda del socialismo.
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Termina su libro con el viejo Occidente. ¿Qué le depara el futuro
a la vieja Europa hoy en franca recesión?
- Si no nos espabilamos lo veo mal. A mí me preocupan dos cosas: primero los países que antes eran colonias explotadas por los europeos, que ahora han emergido y tienen la misma tecnología que nosotros, pero con salarios mucho más bajos y con las materias primas adecuadas; con ellos nosotros dejaremos de ser competitivos, aparte de estar superpoblados. Y por otro lado hay que añadirle que la hegemonía futura se está dibujando más hacia Alemania que hacia Francia. Yo siempre he sido partidario que si algún pueblo tiene que ser hegemónico en el concierto europeo, más vale que sean los franceses y no los alemanes, pero por ahí no van los tiros.
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A un escritor tan prolífico, ¿cómo le está afectando la actual
crisis editorial y del mercado del libro en general? ¿qué cree que
se podría hacer?
- Francamente, no tengo la solución. Pero el problema de la crisis para los escritores es doble: al haber menos dinero se compran menos libros, y además las nuevas tecnologías permiten que se copie el libro y no te paguen por el trabajo que has realizado. Esto es algo muy grave que espero pueda solucionarse algún día, pues está afectando a todos los creadores en general.
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¿Cuál ha sido el último libro que ha leído? No me diga un
clásico, que sea contemporáneo.
- Como jurado en el premio Planeta, he estado un mes leyendo novelas de las que no puedo hablar. Fuera de esas novelas, de las que está claro que no puedo hablar, te podría mencionar un libro que todavía no ha salido, pero que yo ya he leído pues seré quien lo presente próximamente en Sevilla. Va a ser un bombazo. Se trata de la próxima novela de Pérez-Reverte, y no te puedo decir ni siquiera el título.
Juan Eslava Galán nació en Arjona (Jaén) en 1948, se licenció en Filología Inglesa por la Universidad de Granada y posteriormente estudió en el Reino Unido. En 1983 se doctoró en Filosofía y Letras con una tesis sobre historia medieval. Historiador, ensayista y traductor, ha publicado más de treinta libros, entre los que destacan los ensayos Los templarios y otros enigmas medievales, Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie, El catolicismo explicado a las ovejas, Historia de España contada para escépticos, De la alpargata al seiscientos, Homo erectus, o La década que nos dejó sin aliento. Entre sus novelas destacan: En busca del unicornio (Premio Planeta 1987), El comedido hidalgo (Premio Ateneo de Sevilla 1991), Señorita (Premio de novela Fernando Lara 1998), La mula, Rey Lobo o Últimas pasiones del caballero Almafiera.
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