“El destacado escritor Juan José Millás criticó la reducción de “las ayudas económicas al cine, al teatro, a la música, a la educación, etc.” con un doble argumento. Afirmó en primer lugar que es una conspiración, un “ataque político a las formas de vida”, porque la cultura no es una actividad como las demás, y no se consume como “una lata de berberechos”. En segundo lugar, recurrió a una tesis económica: no se debe recortar el gasto público en cultura porque “la cultura garantiza puestos de trabajo, genera actividad económica e influye en el PIB“”.
El Sr. Millás es de pluma brillante y verbo fácil, muy implicado con la solidaridad, la cultura y todos esos términos desgastados por tan manidos, pero gracias a los que publica diariamente en varias columnas de medios nacionales y sienta cátedra desde sus artículos de opinión, sus entrevistas y otros medios de comunicación. Gracias a su brillante intelecto, hemos comprendido que la cultura garantiza puestos de trabajo e influye en el producto interior bruto, pero hasta donde uno sabe, subvencionada. El cine, la literatura, el teatro, no pueden sobrevivir las más de las veces sin dinero público, con lo que llegados a este punto, y sin ánimo de crítica, no dejo de preguntarme si resulta más necesario comer tres veces diarias que enriquecer el espíritu con las cintas sectarias de la mayor parte de directores españoles. Como quiera que la intervención pública se hace necesaria en ambos casos y que el gobierno -independientemente del color- ha recortado en ambos supuestos, no alcanzo a comprender bien el punto de vista de D. Juan José, salvo que sea partidario de que los conspicuos intelectuales puedan merendar antes que sus vecinos menos formados. Eso tiene nombre. Y no voy a reproducirlo en este espacio.