Juan pablo ii de nuevo en perú, peregrino 25 años despúes

Por Joseantoniobenito

Amigos: Me da mucho gusto el anunciarles un programa muy especial para este Domingo 14 de marzo, 11 a.m. (hora de Perú). http://www.paxtv.org/en_vivo/player.html con motivo del viaje papal de 1985. Ojalá lo puedan ver y puedan grabarlo, tanto por las entrevistas como por las imágenes que recrean la visita del Siervo de Dios Juan Pablo II.

Nuestro programa ha hecho un auténtico despliegue con el fin de ayudar a revivir este viaje inolvidable al Perú, en 1985,  del Siervo de Dios Papa Juan Pablo II. El  Armando Nieto Vélez, S.J., presidente de la Academia Nacional de Historia del Perú, primer entrevistado, nos da el contexto en el que se efectuó la visita, la primera efectuada por un sucesor de San Pedro al país de Rosa de Lima y Martín de Porres.

Fue el sábado 26 de enero de 1985 cuando Juan Pablo II subió al avión de ALITALIA que lo conduciría a Venezuela, Ecuador, Perú y Trinidad Tobago. Se trataba de la sexta visita del Papa a tierras iberoamericanas, y del viaje número 25 (internacional) de su pontificado. Según los cálculos de los organizadores, esperaban a Juan Pablo II doce apretadas jornadas en las que habría de recorrer un total de 25 mil kilómetros.

¿Cuál era la situación del Perú de 1985? Gobernaba el país, en su penúltimo semestre, el Presidente Fernando Belaunde Terry. La población total ascendía a 18,7 millones de habitantes. Las condiciones en que se vivía eran entonces muy críticas. Las resume así un documento de la Conferencia Episcopal Peruana: “...va creciendo la situación de una pobreza que resulta inhumana: salarios muy bajos, falta de puestos de trabajo estables, desnutrición de consecuencias irreversibles en el futuro, aumento de la mortalidad infantil, recrudecimiento de enfermedades que ya se tenían superadas..., notable decadencia en la moralidad pública y en las costumbres privadas como son: los hogares mal constituidos, inestabilidad de los matrimonios, abandono de la familia, alcoholismo”, etc. Y luego la CEP se refiere al flagelo del terrorismo, nacido en Ayacucho con el grupo Sendero Luminoso, acaudillado por Abimael Guzmán. Los senderistas “bajo la influencia de ideologías extremistas, no respetan el valor fundamental de la vida y dignidad humana” (Doc. de octubre de 1984, números 11 y 12). Ciertamente para los observadores de la realidad peruana de 1985 era Sendero Luminoso el factor subversivo más cruel y sanguinario, que desangraba el país en forma casi cotidiana.

La jerarquía de la Iglesia peruana estaba presidida por el Cardenal Juan Landázuri Ricketts OFM, arzobispo de Lima, y la constituían además 53 obispos, trece de los cuales habían nacido en España. Las estadísticas señalaban la desfavorable relación numérica entre sacerdotes y fieles (mayoritariamente católicos): 2,235 sacerdotes (diocesanos y religiosos), 4,835 religiosos, 426 hermanos y 516 seminaristas.

En el aspecto religioso–doctrinal, el documento ya citado de la Conferencia Episcopal peruana muestra su preocupación por determinadas tendencias de la Teología de la Liberación, aceptadas por un sector de los agentes pastorales, a quienes los obispos solicitan mantener su unión con la Iglesia y el cumplimiento de sus claras orientaciones (nn.71–80).

Casi cuatro meses antes de su primera visita al Perú, el Papa recibió a un numeroso grupo de Obispos peruanos, llegados a Roma para la visita ‘ad limina’, y les transmitió –con su estima al Perú, pueblo “ya sensibilizado para acoger una renovada y ulterior evangelización”– el anhelo de que los pastores se comprometiesen más en el servicio de los más necesitados (“la causa de la justicia y de la defensa del pobre”), pero sin caer en el reduccionismo de la predicación de la doctrina católica, ni hipotecarse “a ideologías extrañas a la fe, como si fueran éstas las que guardan el secreto de la verdadera eficacia” (Discurso del Papa Juan Pablo II, 4 de octubre de 1984). Sin embargo en ese discurso programático, todavía no hace referencia al viaje de febrero del año siguiente. Ciertamente el Santo Padre insistirá, ya en tierra peruana, en varios de los temas de su encuentro con los Obispos.

Con el P. Armando está el P. Alberto Clavell quien fungió como maestro de ceremonias en todos los actos de Arequipa. Allí llegó para beatificar a Sor Ana de los Ángeles y Monteagudo y coronar a la Virgen de Chapi, dos gestos de envergadura y que necesitaron una preparación intensa, en la investigación histórica, en la celebración… El Papa estaba muy cansado y hubo que acelerar alguna de las ceremonias.

Ente los dos, P. Nieto y P. Clavell, se repasa el programa para la visita del Papa al Perú. Después de su llegada el 1 de febrero de 1985 al aeropuerto internacional ‘Jorge Chávez’, desde donde dirigiría su mensaje inicial, Juan Pablo II iría en coche descubierto al centro histórico de Lima, a la Plaza Mayor, para el saludo al clero, religiosos y laicos. Al día siguiente, sábado 2, volaría a Arequipa, en la cual procedería a la beatificación de Sor Ana de los Ángeles Monteagudo. Luego regresaría a la Capital para reunirse en el Hipódromo de Monterrico con los jóvenes. Después pasaría al local de la Conferencia Episcopal peruana para tener un encuentro con los Obispos. El domingo 3, por avión, al Cuzco, en la explanada de Sacsayhuamán, para el encuentro con los campesinos y la coronación de la imagen de la Virgen del Carmen de Paucartambo. Y a continuación un corto vuelo a Ayacucho, la oración del Angelus y “el discurso contra la violencia” (como lo dijo el propio Papa en la audiencia romana del 13 de febrero).

El mismo domingo 3 de febrero estaba señalado para la concentración de las familias en el Hipódromo de Monterrico y la ordenación de 47 nuevos sacerdotes. Seguiría luego ese día, en la Nunciatura, el encuentro con los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado en el Perú.

En la mañana del lunes 4, en el óvalo Bolívar del Callao, el encuentro con los enfermos. A continuación, el viaje aéreo a la norteña ciudad de Piura; y luego, hacia Trujillo para el encuentro con los trabajadores.

Finalmente el día martes 5, el Papa se encaminaría al Cono Sur de la capital, a Villa El Salvador, donde se congregarían los ‘Pueblos Jóvenes’. Allí se despediría de Lima para ir a tomar el avión hacia Iquitos: el encuentro con los nativos de la Selva, su despedida del Perú, y la partida para Trinidad–Tobago.

   Uno de los encuentros más emotivos tuvo lugar en Villa El Salvador y por ello fuimos con nuestras cámaras para entrevistar a la señora de Chero y su hijo en recuerdo del matrimonio que recibió al Papa y leyó el emotivo mensaje. También estuvimos con su alcalde  Michel Azcueta quien nos recrea cómo “un día como hoy, hace ahora 25 años, Juan Pablo II, el Papa Peregrino llegaba a Villa El Salvador a reunirse con los pobladores de Lima y de todo el Perú. Su grito “Por el bien del Perú: no puede faltar el pan de cada día en los Pueblos Jóvenes!!!”…y su deseo de que todos nosotros, toda la humanidad, sigamos teniendo “hambre de Dios”, resuenan en nuestros oídos, en nuestro corazón, en nuestra memoria…Fue un día extraordinario como pocos, un día realmente histórico…En primer lugar, el equipo pastoral de la Parroquia se puso en movimiento con el Padre José a la cabeza, recordando que él mismo había visitado al cardenal Wojtila en su Polonia natal; al equipo de la Parroquia se unió el equipo municipal en pleno y la comunidad organizada para lograr ese gran objetivo. Recibimos el apoyo entusiasta de Monseñor German Schmit, Obispo Auxiliar de Lima para todo el Cono Sur que se quedaba muchísimas noches en la parroquia de Villa El Salvador. Y, a través de él, semanas más tarde, se recibió el apoyo total del Cardenal Juan Landázuri que aprobó esta visita. A partir de ahí, todo fue movimiento, entusiasmo, cooperación, alegría…En un viaje a Roma, tuve el honor y la alegría de entregar personalmente al Papa en el Vaticano tres cartas, invitándole a visitar a Villa El Salvador: la primera del propio Cardenal Landázuri, presentándonos al Papa, la segunda del Padre José y una tercera de la alcaldía…Juan Pablo nos dijo que esperaba llegar al Perú y que rezáramos para que este deseo se cumpliera….Se prepararon los textos que el matrimonio Chero leería al Papa y así, el ambiente se iba preparando para el gran día, el 5 de febrero de 1985…La noche del 4, víspera del encuentro del Papa con los pobladores, fue increíble…Habíamos lotizado la pampa por cuadras, con responsables de seguridad, con kioskos de agua y gaseosas dirigidos por las señoras de la Federación Popular de Mujeres, con apoyo de la policía nacional y de defensa civil…Una noche de verano, con una luna hermosa…y comenzaron a llegar….miles y miles, cientos de miles, más de un millón de personas en el arenal, en orden, cantando, alegres, solidarios, con esperanza, en paz, sin dormir un minuto, esperando toda la noche al Papa Peregrino…A las 8.40 de la mañana del 5 de febrero llegaba Juan Pablo II, acompañado del Cardenal Landázuri, a Villa El Salvador por la Avda. Pachacútec…Me tocó recibirle en nombre de todo el pueblo y de los pobladores del Perú; Monseñor Bambarén y el Padre José le recibieron en el estrado…Casi dos millones de peruanos y cinco mil periodistas esperaban sus palabras…Lo que siguió ya es conocido. El 5 de febrero de 1984 se transformó en un día histórico para la Iglesia peruana, para Villa El Salvador, para el Perú y para los pobres de América Latina…Lo seguimos recordando…Que no falte el pan de cada día en los Pueblos Jóvenes!!  Que el hambre de Dios permanezca…!

A continuación otros dos invitados de primera. El arquitecto Miguel Cruchaga Belaunde, delegado del presidente Fernando Belaunde y coordinador de la Comisión de Recepción del Papa, nos adentra en los entresijos del viaje y nos comparte vivencias personales y entrañables del Papa, su humanidad, su amor al Perú. Por su parte, Monseñor Salvador Piñeiro, con la gracia y simpatía de siempre, nos revela detalles de la liturgia y las celebraciones con el Papa en Lima.

Monseñor Guillermo Inca, oblato de San José, nos ofrece su gozoso testimonio de ser ordenado por el Papa con decenas de presbíteros y cómo conserva la huella papal y su deseo de fidelidad y santidad.