Juan Perro
Entrevista a Juan Perro.
21-05-11
Santiago Auserón no necesita presentaciones, pero hay todavía mucha gente en España, amantes de la buena música, que no sabrían decir a qué suena exactamente su trabajo como Juan Perro.
Son cinco fabulosos discos ya, que van desde la tradición cubana, de la que Auserón es un estudioso, hasta la mezcla de ésta con las sonoridades más jazzeras de su último disco. Todo ello, siempre mezclado con el rock de sus inicios, del que se oyen pinceladas aquí y allá.
Para hablar de este Río Negro, y de sus motivaciones creativas, nos dedica Santigo Auserón su tiempo y su amabilidad a lo largo de esta entrevista, en una serie de respuestas que transmiten una profunda reflexión sobre el oficio de escribir canciones.
JD: Si bien no creo que seas un compositor que se distinga por incluir en sus canciones un contenido especialmente político, ¿crees que la reflexión y la creación libres ya son una forma de acción?
Santiago Auserón: Sí. Yo creo que el arte es una forma de política, una forma de posicionarse respecto a la ciudad, a la ciudadanía, y en sí mismo tiene un sentido político. Es más, creo que, en la medida en la que el lenguaje de la democracia occidental está anquilosado, y se ha convertido en una especie de lugar común que no tiene ya toda su viveza originaria, sus motivaciones de origen, yo creo que las artes, y en particular la canción, proporcionan, si me puedo permitir expresarlo así, modelos para rehacer formas de lo colectivo.
JD: Desde 2002 no sacabas un disco como Juan Perro, con canciones propias, aunque no has estado parado, ya que has hecho muchas cosas como Santiago Auserón ¿Por qué has tardado tanto en sacar este nuevo disco, Río Negro?
SA: Por dos razones. Una concierne específicamente al proyecto, a Juan Perro. A la altura del cuarto disco, Cantares de vela, que salió en 2002, me veía en una situación en la que tenía que dar muchas explicaciones sobre cuál era el propósito de Juan Perro. Todavía se me estaba reprochando el final de Radio Futura; el que me hubiera metido en territorios "salseros"; a cierta gente no le hacía gracia que trabajara con músicos de Jazz, etc, etc… Pensé que era un buen momento para relajar la búsqueda, la investigación con la marca de Juan Perro y dejar pasar tiempo para asegurarme de que las siguientes canciones dieran un paso adelante, que se entendiesen como una síntesis más madura, más elaborada, que requiriese menos explicaciones.
Y luego, por otro lado empezaron a entrarme propuestas ninguna de las cuales estaba prevista. Primero me llamaron la gente de Cuadernos de Jazz para hacer el proyecto de Fábrica de tonadas, con músicos jazzeros; después con mi hermano queríamos hacer un disco con versiones de rock y soul y creíamos que era cuestión de medio año y se transformó en tres años de trabajo; luego me llamaron del Taller de musics, Enric Palomar y la Original Jazz Orquestra, para hacer un repertorio mixto, por primera vez, de Radio Futura y de Juan Perro, y aquello me permitía una perspectiva amplia sobre mi trabajo. Ya entonces hubiera estado listo para avanzar con temas nuevos, pero la propuesta era lo suficientemente tentadora como para volver a atrasarlo. Dejé la maqueta nueva que estaba iniciando, con los temas nuevos, y esperé al 2008, que ya se acabó la gira con la orquesta, y me centré en todos los temas que tenía. Pero la motivación más íntima era que los temas reposaran, que se decantasen un poco.
JD: En todo ese tiempo me imagino que hay muchas canciones que se han quedado fuera del disco…
SA: Muchas no, pero sí algunas. Yo empecé como una veintena de bocetos y terminé con dieciséis canciones. Giré con quince. Me pidió una Raimundo (Amador). Se la di, se la dejé en exclusiva, y las quince que quedaban las giré durante 2009 y 2010. Luego en el disco yo pensaba grabar las quince, pero la grabación estuvo muy condicionada por el presupuesto, por los días libres en el estudio, por el periodo en el que podíamos juntar a todo el mundo en Barcelona... Al final había doce que quedaban mejor. Hicimos catorce tomas, de todos modos, y había doce que tenían más coherencia entre sí. Una de ellas, que quedó bien también, la hemos colgado en internet para que la gente la descargue gratis.
JD: En mi opinión fue muy buena idea colgar tus canciones en internet, en formato de maqueta, sólo voz y guitarra. ¿Te ha parecido buena idea finalmente? ¿Volverías a repetir la experiencia?
JP: Sí. Estamos en un momento en que no hay la misma atención que había en otras décadas para el trabajo en sus comienzos, hasta que no se convierte en mercancía industrial; en que es muy difícil congregar a los medios, despertar el interés público. Facebook me permitió enseñar las canciones y recibir un feedback inmediatamente de la gente, con lo cual yo pude ver un poco a qué podían aspirar esas canciones. Eso ha sido útil.
JD: ¿Defines periodos específicos de escritura, o escribes canciones a lo largo de todo el tiempo del que dispones?
JP: Intento no perder el ritmo y tener siempre algún tema en curso, pero es indiscutible (y desconozco las razones) que hay periodos en los cuales 'es ahora'. Siento que viene, siento una voz que dice "ya empiezo a estar listo, tengo que abrir hueco". Debe de ser una especie de energía intelectual, o psíquica. O física, simplemente. Siento venir la cosa y me digo "este verano más vale que me quite cosas de encima".
JD: ¿Van precedidos de periodos de estudio? ¿De jazz, de música cubana...?
JP: Sí. Siempre trato de enchufar inputs antes que me enriquezcan un poco. Estudiar un poco de guitarra, verme con un maestro, ir al Taller, tomar unas clases, o preparar un poco la voz... Dedicarme una temporada a escuchar más música. Suelo también, como trabajo escolar, digamos, como dinámica escolar, hacerme compilaciones de los géneros que necesito. Puede ser música de Nueva Orleans o de Jazz clásico, o de música culta contemporánea. O de música clásica. Me busco cosas y me hago pequeñas compilaciones que para mí siguen un hilo y eso trato de absorberlo. Y a lo mejor el efecto de eso no es inmediato. Puede ser en la temporada de composición siguiente, más de cinco años después.
JD: Después de treinta años de componer canciones, ¿qué es lo que le impulsa a una persona a hacer temas tan frescos como los de este disco?
JP: Yo creo que se ha notado el parón. Creo que la frescura se recupera dejando que circule el aire. Eso para empezar. Y después un poco el deseo de claridad... sin renunciar a la experimentación. Eso conlleva dos cosas. Una: no aceptar todo lo que viene. No aceptar los lugares comunes que te llegan primero, no caer en los tópicos; distinguir cuándo un tópico viene con energía y cuándo no. Y ser muy selectivo con tus propios materiales: dejar pasar el tiempo; verlo desde muy distintos puntos de vista; acostarte y levantarte con la misma canción muchos días y llega un punto en que estás seguro de ella. Luego, debo reconocer que hay canciones de las que en periodo de 'enmaquetado' no acabo de estar seguro nunca y que solamente la banda me dice si están o no están. O sea, solamente cuando trabajo con alguien más empiezo a ver si el tema fluye.
JD: Como anécdota veo que hay dos temas dedicados a aves en este disco: 'Pájaro de Siracusa' y 'El mirlo del pruno'. Me he tomado la licencia de interpretar el ave como un animal que es muchas veces símbolo de libertad. La pregunta es: ¿De qué tiene que liberarse un compositor, para componer una canción?
JP: Pues un poco de la gravedad y del peso, de la inercia de las cosas. De la inercia de tus propios hábitos… De las inercias de uno mismo, sobre todo. Y, como decía el indio Don Juan en los libros de (Carlos) Castañeda, hay que liberarse sobre todo del ‘diálogo interior’, del monólogo interno que nos contamos a nosotros mismos y que acaba convirtiéndose en una neura si no lo apagas de vez en cuando. Y yo creo que hay que apagar y oir el ruido… Oir a otra gente, para empezar. A otros artistas y a la gente que te rodea. Y oir también los ruidos del mundo: el silencio, los umbrales del silencio. Escuchar, que yo creo que es necesario para limpiar la cabeza. Para recuperar la frescura en la composición tiene que circular el aire y relajarse el oído, bajar hasta el umbral del silencio y recuperar un poco el deseo de abrir la boca. Es que, si no, estás siempre rajando, siempre cantando, siempre vociferando, siempre emitiendo… Y es algo que no tiene razón de ser. Al fin y al cabo es una manía algo sospechosa (risas).
JD: ¿Quién es el ‘forastero que observa de lejos la pobreza’ de la canción?
JP: Soy yo mismo como viajero, que me he visto en esas situaciones varias veces, pero también en esa canción he jugado un poco al doble punto de vista. Antes esa canción la he vivido como el niño que ve pasar al forastero y se queda fascinado por sus aires, sus andares, su vestimenta… Primero lo he vivido como crío en las calles, en mi ciudad natal o en otros pueblos, y luego me he dado cuenta al llegar a determinado lugares, en Cuba, o en Nápoles, donde nació la canción, de que un chiquillo mirándote desde una puerta parecía decirme: “¿Tú de dónde vienes?¿De qué vas?”… Hay un cruce ahí de universos que me pareció que permitían fijar la imagen.
JD: Me da la sensación de que el viaje, el movimiento, por un lado, y por otro la consciencia de ser diferente, están presentes en muchos personajes de tus canciones, tanto de Juan Perro, como de Radio Futura.
JP: Pues sí, la verdad es que yo he tenido una educación esencialmente nómada desde crío por el oficio de mi padre, que trabajaba en la construcción, era topógrafo, y anduvimos toda la infancia de obra en obra. He cambiado mucho de ciudad, de ciudades a pueblos, de pueblos a ciudades… De colegios: laicos, de curas… He tenido una educación esencialmente nómada y luego he elegido este oficio que ha prolongado ese mismo estilo de vida. Quizás ya no sabría quedarme quieto en ningún sitio.
Como oyentes, damos fe de que Santiago Auserón, Juan Perro, no se ha quedado parado en ningún momento y así lo atestigua también Río Negro, su flamante nuevo disco, donde el hambre y el deseo de hablar y de decir cosas importantes están en cada segundo de grabación.
Juan Perro: http://www.lahuellasonora.com/