Juan Ramón Jiménez: VIDA (y 3):

Publicado el 25 abril 2014 por David David González
   CCXCII

   LIBRE


   Es difícil sin duda para el poeta mantenerse en su sitio social y poéticamente contra ocasión y circunstancia.   Al que se mantiene entusiasta, en ese sitio conseguido en tiempo y espacio con su pleno trabajo vocativo y sobre lo remansado o lo violento circundante, por mucho amor y mucha consecuencia que haya demostrado en su vida a un sentimiento, una idea, lo popular por ejemplo, se le llama frío, ambiguo, neutro.     Pero no es "ambiguo, frío, ni neutro", sino "libre", amorosamente libre. Los otros, los que se amoldan a lo que ocurre o los que se balancean, lamentables equilibristas, entre lo que ha ocurrido, lo que ocurre y lo que puede ocurrir, los que dejan acaso una piedra eterna por una arena movediza son los neutros, que no tuvieron nunca la fe decisiva en su lugar, la profunda inamovilidad de su puesto en la vida.   La obligación humana y divina del poeta es cumplir como hombre, libre por conciencia y esclavo gustoso por vocación, su encontrado destino.

   XC
   EXIJENTE, FEROZ, TERMINANTE
   De muchacho, entre los trece y los dieciséis años, yo era violento, terrible, ¿malo? Las escopetas me fascinaban. Tuve varias, muchas, desde las de salón, de balines, hasta las de dos cañones, de bala, pasando por una variedad considerable de modelos. Cazador de todo lo cazabe, mi escopeta hizo un daño largo en mis alrededores. Mataba por matar gorriones, mirlos, jilgueros, chamarices, palomos, cuervos, gallinas, gatos. Hasta a la pobre tortuga griega, tan apacible y apartada, le di un tiro en la concha, que por fortuna no le saltó más que una capa de carey. Por imprevisión, estuve a punto de matar a personas y de matarme yo mismo. Recuerdo que mi primo Ignacio Ríos, menor que yo, tenía un águila y la llevaba consigo a todas partes. Vino a vernos a Montemayor con ella y yo decidí matársela. Él corría, loco, con ella cojida por los picos de las plumas de las alas, y yo, detrás, le di un tiro contra la tierra. Al fin, mi pobre primo, no sabiendo qué hacer, la echó al agua de la alberca grande. Y allí se la maté.
Juan Ramón Jiménez. VIDA. Días de mi vida. Volumen 1. Editorial Pre-Textos, marzo de 2014. Reconstrucción, estudio y notas de Mercedes Julià y Mº Ángeles Sanz Manzano. Fotografía de la cubierta: Grete Stern.