Antonio Ramírez Almanza.Para una presencia de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí en Cuba.Facediciones. Huelva, 2016.
“Juan Ramón sigue estando en Cuba: deambulando por las calles intensas de color de La Habana, interrogando a los edificios que el tiempo ha vaciado, en La Habana Vieja, por las fortalezas; en la Moderna, paseando en la tarde por el Malecón con Menéndez Pidal con destino al Vedado para internarse en el moderno Hotel Victoria, que hoy, como se dijo, refleja en un azulejo blanco de la entrada la constancia del vivir de Juan Ramón y Zenobia en aquel lugar”, escribe Antonio Ramírez Almanza en uno de los capítulos de Para una presencia de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí en Cuba, un volumen que llega a su tercera edición y que recoge un conjunto de estudios sobre la presencia de Juan Ramón Jiménez y Zenobia en la Isla de la Ida, donde permanecieron hasta enero de 1939.
Con el telón de fondo del exilio literario español en Cuba, a donde llegaron en noviembre de 1936, Ramírez Almanza propone, entre el relato y la investigación que se apoya en los textos juanramonianos, un recorrido por los paisajes y lugares que frecuentaron Juan Ramón y Zenobia, protagonistas de dos destierros que “sin ser contrapuestos, fueron absolutamente distintos”, porque frente a la conformidad pragmática de Zenobia y el compromiso humanitario que la convirtió en incansable viajera por la isla, Juan Ramón interiorizó con amargura su irreversible condición de exiliado.
Una situación desde la que el poeta ejerció una influencia decisiva en escritores jóvenes como Lezama Lima, Cintio Vitier, Fina García Marruz, Dulce María Loynaz o Serafina Núñez, a quien en su condición de último testigo de Españoles de tres mundos se le dedica el capítulo final, que recoge la entrevista que le hicieron Diego Ropero-Regidor y Antonio Ramírez Almanza en La Habana el 14 de febrero del 2000, donde resalta que “nadie podía negar la luz de Juan Ramón, nadie.”
Santos Domínguez