Juancarlistas o liberales renegados de la libertad

Publicado el 14 marzo 2011 por Peterpank @castguer

Raza española


La naturaleza no produce razas, ni sociedades, ni pueblos, sino individuos que se agrupan en naciones según la diversidad de lenguas, leyes y costumbres; y, “de las leyes y las costumbres puede derivarse que cada nación tenga un talante especial, una situación particular y, en fin, unos prejuicios propios” (Spinoza).
 Si tiene alguna queja contra la “raza española”, póngala en la cuenta de la casta de políticos corruptos que se ha venido reproduciendo en España durante los dos últimos siglos (por no remontarnos hasta los Reyes Católicos, pero incluyendo, desde luego, al “generalísimo” y su dictadura) y que ha estado parasitando el alma española en estrecho maridaje con la clerigalla católica.  ¿Acaso es usted tan joven o tan ignorante como para desconocer los cuarenta años de nacionalcatolicismo? O, si no ¿en manos de quiénes cree usted que estuvieron las almas de generaciones enteras de españoles? ¿Sabía usted que tras la victoria de los “cruzados” sobre las “hordas rojas”, en cualquier provincia de nuestro país, mandaba más un obispo que el gobernador civil? ¿Quién legisló en España y marcó las costumbres populares durante todo este tiempo? La Iglesia Católica y la Derecha retrógrada tienen la “raza” de españoles que ellos cultivaron, dictatorial y despóticamente, con su insidia miserable.
 ¿Cree que me olvido de alguien que haya contribuido a la enfermedad del alma española? Franco bajo palio, todo un símbolo de la derecha católica y reaccionaria. Felipe González navegando en el yate Azor del Caudillo, símbolo de la España seudodemocrática y seudoprogresista que llegó, heredó y acaparó, sin los complejos ni la mala conciencia de las derechas, los tres poderes del Estado franquista.
 Por lo que respecta a los curas, baste decir que “la superstición es incompatible con la libertad”. Ate usted cabos.
 Orwell  los describió como “liberales renegados de la libertad”. Y, aunque se refería de este modo a la izquierda británica, simpatizante con las dictaduras de Lenin y de Stalin, en nuestro país el epíteto se podría aplicar con mayor razón a la derecha liberal. Recuerde que la Constitución Liberal de Cádiz, de 1812, la célebre Pepa, contenía, entre otras perlas, la siguiente:
 “CAPÍTULO II: De la religión. Art. 12. La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas y prohibe el ejercicio de cualquiera otra.”
 Pero ¿qué se podía esperar de unas Cortes constituyentes donde intervinieron noventa curas? España fue durante siglos un curato. Y los liberales, entre los cuales, que yo sepa, no hubo un solo demócrata, jamás tuvieron suficiente coraje o generosidad para luchar por la auténtica libertad política: la de los sometidos y dominados, ya sea por una clase, un grupo, un partido, una iglesia o el capital.
 Ésta especie de liberales de pacotilla, aliada casi siempre con los conservadores, es la única que hemos sido capaces de producir en España; en cambio, nuestros reaccionarios y dictadores autóctonos siempre fueron de verdad. Y, entre tanto, de los demócratas -esos que entienden por democracia lo mismo que Aristóteles entendía ya: el gobierno de los pobres, es decir, los trabajadores de todas las clases- no hay ni siquiera noticias. Pero esto se va a acabar. 
J.N.