Juanelo y el Hombre de Palo

Publicado el 04 junio 2014 por Elbichocurioso

Juanelo Turriano (1501 - 1585)

Juanelo Turriano.
Uno de los personajes más interesantes de la historia de Toledo sin duda es Juanelo Turriano, también conocido simplemente como Juanelo. Fue una figura renacentista. Relojero, matemático, astrónomo, ingeniero, inventor, arquitecto... En definitiva, un dignísimo sucesor de Leonardo da Vinci. Su nombre real era Gianello Torriani, y había nacido en Cremona, cerca de Milán, en 1501. Por aquel entonces, el Milanesado pasó a formar parte del Imperio Español de Carlos V, y como el joven Torriani empezó a destacar, primero en el taller de relojero de su padre, y más tarde como ingeniero e inventor, en 1529 es llamado a Toledo por el Emperador para ser el Relojero de la Corte, y allí vivió hasta su muerte, en 1585.

Cartel de la calle de Juanelo en Madrid.
Contiene un error: no murió en 1575 sino en 1585

La labor de Juanelo en la gran colección de relojes del monarca fue magnífica, reparando, manteniendo y construyendo relojes astronómicos, algunos de ellos tan complicados como el Cristalino que además de dar la hora y la fecha, a cada minuto marcaba la posición del sol, la luna y los planetas, y que, en épocas posteriores, una vez desmontado, ha sido imposible volverlo a montar. Su amistad con el monarca le lleva a acompañar a Carlos V en Yuste hasta su muerte, jugando con él al ajedrez y construyendo para él autómatas.
Tras la muerte del Emperador, es nombrado Matemático de la Corte por su hijo Felipe II. Por entonces diseña las campanas del Monasterio del Escorial y es llamado en 1579 por el Papa Gregorio XIII para participar en la reforma del calendario (el Gregoriano, vigente en la actualidad). También por aquellos años se fraguó su ruina: la construcción del Artificio de Juanelo, que realmente fueron dos, unos ingenios creados para abastecer de agua a la ciudad de Toledo elevándola desde el río Tajo.
Aquí os dejo un enlace con más cosas de Juanelo
El Artificio de Juanelo.

En 1565 la ciudad de Toledo le ofrece la posibilidad de construir algún ingenio que fuera capaz de abastecer de agua a la ciudad elevándola desde el Tajo, un reto en el que ya habían fracasado varios afamados ingenieros alemanes, franceses y flamencos. Se puso manos a la obra y en 4 años concluyó la construcción de una compleja infraestructura que causó asombro en toda Europa: el Artificio de Juanelo, un complicado sistema de norias y cucharas de madera y metal que, aprovechando la propia energía del río, era capaz de elevar un caudal de 11,8 litros por minuto, sobre un desnivel de 100 metros y con una inclinación del 33%.

Mecanismo del Artificio de Juanelo

El Artificio es entregado en 1569, bombeando tres veces más cantidad de agua que la prometida al Rey y a la Ciudad por un contrato que, además, le obligaba a costear tanto la construcción como el posterior mantenimiento del mismo, a cambio de recibir una renta perpetua por el agua bombeada. Pero esa renta nunca la recibió. Es estafado por primera vez: el ingenio subía el agua hasta el Alcázar, que es el punto más alto de la ciudad, y como el Alcázar era propiedad del Ejército, que no había firmado ningún contrato, éste no se vio en la obligación de cumplir el contrato y se negó a pagar nada a Juanelo. La ciudad también se negó a pagarle, puesto que, habiendo firmado el contrato, no recibía el agua.
Después de varios años pleiteando, y teniendo la obligación de costear el mantenimiento y no recibir nada a cambio, Juanelo Turriano recibió una oferta de Felipe II, consistente en la construcción de un segundo Artificio, como el primero y adosado a él, que pagaría la Corona, y que permitiría a Juanelo y sus herederos explotar en exclusiva, salvo que el Rey 'hubiese menester de tomarla'. Lo construye en otros 5 años, y en 1581 comienza a funcionar, pero debido a los problemas económicos, Turriano había dejado de pagar el mantenimiento del primero, que se deterioró y eso sirvió de coartada a Felipe II para, en 1584, activar la cláusula que le permitía apropiarse de segundo Artificio y del agua por él bombeada. Segunda estafa.
Turriano, viejo y pobre, acumulaba deudas por la imposibilidad de pagar las reparaciones del primero.
Juanelo Turriano murió en Toledo un año después en 1585 en un hospicio, pobre y estafado por los poderosos, pero no olvidado por su pueblo, de quien siempre contó con su cariño y admiración. Puesto que fue el propio Juanelo quien los costeó de su bolsillo, no tuvo obligación de presentar proyecto ni planos de sus ingenios, por lo que su mantenimiento se volvió muy complejo: sesenta años después de la muerte de su inventor, sin apenas mantenimiento y cada vez más deteriorados, los artificios dejan de funcionar, y poco después, en 1649, es desmantelado el primero de ellos (el otro lo fue a principios del S XVIII). Hoy en día no quedan más que los restos de una máquina de vapor que se instaló a finales del S XIX aprovechando parte de la edificación de los artificios.

Imagen panorámica de lo que queda del Artificio de Juanelo


El Hombre de Palo. Entre Pinocho y C3PO.
Una de las historias más sorprendentes de la vida de Juanelo es la que tiene que ver con el Hombre de Palo. Gracias a sus conocimientos en relojería y mecánica, Juanelo era un consumado constructor de autómatas, ingenios móviles, con movimiento propio y de aspecto humano o animal. Ya antes he comentado que Juanelo acompañó a Carlos V en su retiro en Yuste, y que entre otras cosas, le entretenía construyendo autómatas. Se conservan algunos de ellos, por ejemplo estos:

Autómata 'San Diego de Alcalá', que dio nombre
a la ciudad de San Diego. Está en Washington,
y se supone muy similar al famoso 'Hombre de Palo'

Autómata de campanillero
Está en Budapest y se le atribuye a Juanelo


Autómata musical, Dama tocando el laúd
Tampoco está en España, éste está en Viena

Sin embargo, por desgracia nada queda del más famoso de todos los autómatas que construyó: el que el pueblo de Toledo bautizó como el Hombre de Palo. Se sabe que existió realmente, y que debió estar instalado cerca de la actual calle del Hombre de Palo de Toledo (antigua calle Asaderías), muy cerca de la Catedral, donde acaba la calle que baja desde Zocodover, que es el lugar en el que actualmente están la conocida farmacia del Sagrario, y el restaurante Adolfo.

Azulejo que indica la calle Hombre de Palo, Toledo

También se sabe que fue quemado por la Inquisición, pues al parecer creyeron que el ingenio estaba poseído por el Maligno. Es por eso que el resto de cosas que se cuentan de él pertenecen al reino de la leyenda. Se cuenta que Juanelo hizo un muñeco autómata de madera con la intención de recaudar dinero, al parecer tenía una alcancía con una ranura por donde los toledanos y los visitantes podían introducir un óbolo en forma de moneda, y que cuando ésto hacían, el muñeco hacía algún tipo de reverencia o genuflexión para agradecerlo, al estilo de las actuales 'estatuas humanas' que pueden encontrarse el centro de las capitales turísticas.

Placa que hay en la calle

Lo que ya no está tan claro es el objetivo final de la recaudación, aunque hay dos teorías. Una dice que era para la supervivencia del propio Juanelo y sus descendientes en sus últimos años de vida, cuando, estafado por partida doble, lo único que tenía eran deudas. Hay otra teoría, y es que lo hizo con la intención de recaudar fondos para un hospital de beneficencia que por entonces se estaba levantando en la calle del Nuncio, muy cerca precisamente de la Catedral y de donde se supone que deambulaba el muñeco. 

También hay varias leyendas sobre lo que hacía el Hombre de Palo, cómo se movía. Hay quien dice que movía brazos y piernas desplazándose por un raíl, mientras que otros dicen que Juanelo lo soltaba tras darle cuerda y el autómata era capaz de desplazarse por la calle caminando. Tras recibir una limosna, hay quien dice que hacía una genuflexión, otros dicen que era una reverencia, y hay quien afirma que era capaz de agradecerlo con algún sonido o incluso 'de palabra'. Es una lástima que no haya quedado ningún resto o plano del muñeco para saber la verdad, tendremos que contentarnos con lo que dicen las leyendas
Por último, una curiosidad: se ha rodado un cortometraje de animación tomando como referencia al Hombre de Palo, y posteriormente se ha editado un cómic basado en el corto:
Cómic 'La Leyenda del Hombre de Palo', de Héctor Caño

Portada del cómic de Héctor Caño

En él se cuenta la historia de un Golem de madera que protege a los judíos sefardíes en el Toledo del siglo XVI. Ejemplo de tolerancia religiosa durante siglos, Toledo es la ciudad de las Tres Culturas, hay preciosas iglesias, mezquitas y sinagogas, y allí estuvo funcionando durante mucho tiempo la famosa Escuela de Traductores. Su judería es un lugar muy especial, y en ella hay dos sinagogas fantásticas, sobre todo la del Tránsito, que actualmente alberga un museo sefardita. Un Golem, en la cultura judía, es un ser animado construido a partir de materia inanimada.
Epílogo. Leyendas de Toledo.
Toledo es una ciudad fascinante. Voy bastante a menudo, y cada vez que lo hago descubro nuevos lugares o historias que merecen la pena. Pocas ciudades habrá con la cantidad de leyendas que tiene Toledo, y prácticamente no hay calle, edificio antiguo o rincón del centro histórico que no tenga su leyenda. En muchos de esos lugares hay azulejos en los que se citan y resumen algunas de ellas, como la que más arriba os he puesto de la calle del Hombre de Palo. Aquí os dejo unos cuantos enlaces a páginas webs y blogs en los que se relatan muchas de esas leyendas:

Y si tenéis la ocasión, no dejéis de dar una vuelta por Toledo, visitar alguno de esos lugares, y tomar unos vinitos con unas carcamusas o un estofado de ciervo.