Los soldados de fortuna eran aquellos que peleaban para lograr, más que una paga, el botín y la gloria de la batalla ganada, lo que en democracia son las prebendas del poder político.
Aquellos soldados se parecen a algunos jueces y magistrados que, una vez conocido el poder de dictar sentencias y, sobre todo, el de encarcelar, desean ocupar los tronos de los políticos, que son el Gran Capitán contemporáneo.
El juez político que se pone al servicio de un partido pierde la neutralidad que debería mantener en su carrera inicial, viciada además aquí por sus asociaciones progresistas o conservadoras, cuando no deberían permitirse esas parcialidades.
Pero ya en la política, lo que es intolerable y debería estar prohibido es que el exjuez vuelva a juzgar, y que incluso juzgue a su rival o enemigo, al que puede encarcelar impunemente.
Tras entrar en política y fracasar su deseo de ser ministro socialista, el entonces juez estrella Baltasar Garzón volvió a la magistratura... PULSE SOBRE EL ENLACE DE ABAJO PARA SEGUIR LEYENDO Y VER A SALAS...