Juego de Niños review

Por Terrorweekend

Título original: Come Out and Play
Año: 2012
Duración: 92 min.
País: México
Director: Makinov
Guión: Makinov
Música: Makinov
Fotografía: Makinov
Reparto: Vinessa Shaw, Daniel Giménez Cacho, Ebon Moss-Bachrach
El terror toma la forma más perturbadora, los niños.
El cine siempre nos deja obras imperecederas, en este caso hablamos de ¿Quién Puede Matar a un Niño?, del maestro Narciso Ibáñez Serrador. Una película inquietante por su temática y por la osadía que mostró ese director al decidir su realización. Han pasado ya 36 años desde su estreno y bien merecía un remake, aunque, como ya hemos comentado otras veces, esto es un poco arriesgado puesto que estamos ante una de las obras cumbres de la historia del cine español. No queremos desmerecer en absoluto esta honesta revisión mexicana, puesto que el solo hecho de la idea de realizarla ya es algo para anotar en su haber.
Makinov, en este su debut, hace un ejercicio de cine personal llevado hasta el máximo de sus extremos, ya que es director, guionista, autor de la música y de la fotografía. Ejercicio de control total sobre el producto.
Hablando ya de esta cinta, decir que es un poco más explicito el título original, puesto que al hacernos esa pregunta rápidamente contestaremos que nadie. La crueldad mostrada por esos locos bajitos raya en la paranoia, y otra pregunta a hacerse es ¿Qué haríamos nosotros en ese caso?
Cuando vemos cualquier película de terror en la que el asesino es un ser despreciable, abyecto y monstruoso, lo que estamos deseando es que arda en los infiernos, cuanto antes mejor, y si se realiza alguna acción tremebunda para cargárnoslo, aplaudimos con entusiasmo. Ahora bien, cuando los monstruos nos miran con ojos angelicales y sonríen enseñándonos agujeros en la dentadura, la cosa cambia. Pero también está en juego nuestra vida y sabemos que, aunque nos observen dulcemente, sus deseos son malévolos y para nada bien intencionados.
La idea es muy original y cuando se estrenó la de Chicho, causó un gran revuelo y mucho éxito, apoyada en una fotografía sublime y una banda sonora que se quedará para los anales del cine de terror, obra del malogrado Waldo de los Ríos.
Francis y Beth, que está embarazada, inician unas vacaciones en la costa de México. Al ser carnaval la ciudad se llena de bullicio, y para huir de él, deciden alquilar una barca y dirigirse a una isla cercana. Al llegar al pueblo descubren que está abandonado y no encuentran a nadie. Eso será al principio, porque poco a poco van viendo a unos niños muy simpáticos a los que les gusta divertirse con juegos un poco macabros.
Buen remake del oculto Makinov, que con un guión muy bien desarrollado y que se aparta un poco del original, nos muestra la crueldad más absoluta, definitiva y angustiosa, sin ningún miramiento a la hora de enseñarnos las escenas más escabrosas. No esconde nada, y ésta puede que sea la mayor diferencia entre ambas películas. No estamos ni a favor ni en contra de ello, ya que están muy bien rodadas, podríamos decir incluso que están hechas con elegancia. Las interpretaciones son muy correctas y convincentes aunque son un poco secas, y casi sin matices. Los niños están magníficos y estoy seguro que durante el rodaje se lo pasarían bomba, como un juego, en este caso no macabro, supongo. La fotografía es de lo mejor del film, luminosa y para nada tétrica, y si nos pidieran elegir un color para definirla, éste sería el azul.
Película muy entretenida, que juega con la provocación que puede originar la visión de la maldad infantil. A los que tengáis niños pequeños os puede causar desasosiego. Y a los que no tengáis, durante los primeros días después de su visionado, los miraréis de otra manera. Pobrecitos, ¡son tan ricos!
Firma: Josep M. Luzán.