ARTÍCULO LLENO DE SPOILERS!
El final se ha desencadenado. Los personajes han movido ficha por última vez, y saben que su conducta no tiene redención posible. Es un todo o nada, y las motivaciones de cada bando se ponen de manifiesto para finalizar el juego de los tronos. La prometida mayor guerra de todo poniente no deja a nadie indiferente. Una hora y media de emociones, acción, rabia y tristeza se agolpan a través de la pantalla y nos abruman de sentimientos encontrados. El penúltimo capítulo de la serie nos trae muchas muertes, grandes momentos memorables, y deja una sensación meridiana; es imposible contentar a todo el mundo.
El capítulo comienza suave, pausado, tranquilo, como si estuviese cocinando a fuego lento la importancia dramática que mostrará en su montaje. Son momentos con una gran carga sentimental entre los personajes. Lord Varys es ejecutado por Khaleesi previa traición de Tyrion, que le cuenta a la reina la intención que éste tenía de subir a Jon al trono de hierro en detrimento de ella. Los inmaculados interceptan a Jaimie en su afán de acudir al rescate de Cercei. Tyrion, de nuevo, que toma varias decisiones arriesgadas en el capítulo, decide liberarle, y convencerle de que acuda al lado de su hermana, la salve, y consiga hacer que la capital se rinda a la llegada de la madre Dragones. La mano de la reina decide tomar partido en la guerra de forma dialéctica. Quiere salvar millones de vidas, no quiere que la sangre corra por las calles de Desembarco del Rey.
La idea de Tyrion resulta ser una utopía, demasiado tarde para la diplomacia, a Daenerys le ha consumido la locura, y aunque Cercei se rinde, obligada por una derrota temprana de su ejército, y hace sonar las campanas de la torre, decide quemar toda la ciudad sin ningún tipo de miramientos desde el cielo. En la tierra, un Jon Nieve inoperante (decepción mayúscula la suya en esta temporada final) intenta retroceder y salvar las máximas vidas posibles, su Reina parece haber hecho algo que no esperaba. A partir de aquí, el fuego. El fuego infinito quemando las calles de la capital mientras la mayoría de los civiles mueren. La profecía que Daenerys vio se cumple. Lo que cubría el Trono de Hierro no era nieve, era ceniza, la ceniza de la tiranía le ha llevado a conquistar Desembarco del Rey.
La trama no da mucho más de sí, y de nuevo esto hace que el capítulo de nuevo se pueda definir con la palabra decepcionante. El desenlace no parece haber estado a la altura de todo lo acontecido anteriormente. Ni visualmente, ni dramáticamente. Muchos cabos sueltos, mucha trama sin cerrar, o cerrada de forma precipitada y simplista. El preludio del final termina siendo una sucesión de escenas sin alma edulcoradas con el fuego de la ira de Daenerys, que termina desquiciada en los últimos capítulos de la serie, echando por tierra el personaje que fue en los setenta anteriores. Es la verdadera villana de la historia, y la teníamos en un pedestal, la salvadora del pueblo, la madre de dragones que se sobreponía a la característica locura Targaryen, consumida por el poder, el aislamiento y las ansias de venganza. Parece que todo esto era una quimera, y que, al final, la locura se ha sobrepuesto a sus intenciones de reinar poniente de manera pacífica.
La decepción se extiende a los momentos épicos que el capítulo reserva a determinados personajes. Mueren Cercei y Jaimie. Mueren o deberían hacerlo ya que les caen una tonelada de cimientos encima. Los dos personajes más importantes de la casa Lannister mueren sepultados por rocas. Parece mentira, pero es el final que le han dado a dos de los personajes más icónicos de la serie, un final poco épico y algo edulcorado. Ni Sansa ni Arya pueden vengar a su padre o la parálisis de su hermano Bran. Los personajes que iniciaron todo el juego político de la serie tienen una muerte de lo más mundana, aunque hay que reconocer, que cargada de sentimentalismo. "Solo importamos nosotros dos", le dice Jaimie a una Cercei llorosa cuyo último deseo es que su hijo estuviese con vida. Al final Cercei tenía sentimientos. Ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos. La única venganza que hay en su muerte es la del destino guardándoles un último momento un tanto insípido.
Otro momento a comentar, y que juega de nuevo en contra de la serie, es la muerte de Clegane a manos de su hermano en una pelea más que intrascendente (llamado en Internet la Clegane Bowl), pelea bien realizada y contundente pero de poco calado en la trama (más allá de ese momento de Cersei "yo me piro que aún pillo"). Creo que, en un penúltimo capítulo, no nos importa demasiado, o no nos debería importar demasiado, ver como luchan ambos hermanos mientras la ciudad se convierte en llamas.
El final del capítulo nos muestra una imagen casi poética de Arya montada a los lomos de un caballo blanco dejando atrás los escombros de una ciudad derruida. En el próximo capítulo se decide todo. Veremos que pasa con Daenerys, si Jon Nieve se enfrenterá a ella, o , en cambio, lo hará Arya (todos daban por echo que lo ojos verdes que apagará Arya serían los de Cersei, pero la Reina de Dragones también tiene ojos verdes) finalizando así con la profecía recitada por Melissandre.
Veremos que pasa en Invernalia, y así poder dilucidar cual será el futuro de la casa Stark, la única que queda en pie junto a la Targaryen. El final de la guerra ha sido sorprendente y arriesgado. Es imposible agradar a todos los fans, pero este capítulo y, en general, esta temporada final, ha terminado siendo el resultado de una sucesión de oportunidades perdidas para cerrar cada trama de una forma que pudiese ser recordada, una sucesión de episodios de gran realización técnica a la que no acompaña la coherencia de los personajes que tanto les costó desarrollar. En una semana, el final del mayor fenómeno televisivo de los últimos tiempos y os contaremos nuestras impresiones.