Juego de Tronos: Análisis de la 1ª temporada

Publicado el 27 junio 2011 por Lapalomitamecanica
HBO, donde nada es imposible


Nota: 8
Sé que muchos consideraréis el notable con el que hemos valorado a esta primera temporada de Juego de Tronos escaso teniendo en cuenta que hablamos del que a todas luces ha sido el fenómeno televisivo de 2011 (como en 2010 lo fue The Walking Dead), pero no desenvainéis vuestra espada todavía. Para un no iniciado en el mundo creado por George R.R. Martin esta primera entrega tenía que servir necesariamente como introducción, y para ello hacía falta definir a la perfección el pilar que sustenta esta historia: sus personajes. ¿Las consecuencias? Toneladas y toneladas de escenas de diálogo donde el brillo del acero bien afilado apenas ha hecho acto de aparición dejando como resultado momentos brillantes y un conjunto desequilibrado. ¿Ya tenéis la espada en la mano? Dejad que descanse en su funda y acompañadme a lo largo del análisis de la primera temporada tras el salto.
Como en toda serie de HBO, Juego de Tronos comienza con una cabecera impresionantes. Una pequeña peiza de arte que además está muy lejos de ser un mero adorno ya que sirve a modo de mapa del desconocido mundo en el que se ambienta la serie. De hecho, dado el nivel mínimo de episodios de esta primera temporada apenas lograríamos situarnos entre los viajes de nuestros protagonistas de no revisionar ese impresionante atlas en cada nueva entrega, que además, va sustituyendo lugares conocidos por nuevas localizaciones que cobrarán especial importancia en ese episodio.
Pero como decimos, más allá de lo bien realizados que están los títulos de crédito, estos evidencian esa necesidad de utilizar cada segundo de metraje para dar al espectador la información necesaria para componer el mosaico. Incluso el propio autor de la novela, George R. R. Martin, ha declarado que a pesar de que se encuentra entusiasmado con el resultado y la fidelidad a su obra, "esperaba que la cadena concendiera 12 episodios a la temporada como ha hecho con otros recientes estrenos como Boardwalk Empire".

Ese recorte es el precio que todos hemos pagado por contar con una ambientación -y protagonista- puramente cinematográficos, y ha desembocado en toda una sobrecarga de personajes, tramas y subtramas que han eclipsado el lado más pirotécnico del espectáculo. Todos los roles han estado perfectamente escritos e interpretados (Peter Dinklage ha pegado definitivamente la campanada) y junto a una ambientación colosal han puesto la primera piedra de una mitología que ya huele a icono de la pequeña pantalla, pero esa saturación en tan poco metraje (algo más de 8 horas) impide que Juego de Tronos alcance la excelencia general en su primer año.
Con la renovación para una segunda temporada el día después del estreno en HBO confirmaban que sus planes son a largo plazo, que esta solo ha sido la presentación de las piezas que todavía se encuentran en la casilla de salida del tablero, es decir, un prólogo en toda regla, y como tal, se hace complicado realizar una valoración a falta de conocer el resto de la historia. Pero esto es televisión y hasta dentro de 10 meses no tendremos la segunda temporada entre manos. Un veredicto es necesario y este no puede ser aquel sobresaliente que intuíamos en nuestra review del primer episodio.

Otro problema que además ha acentuado el primero ha sido la racanería en escenas de acción, seguramente por la misma razón presupuestaria que nos ha dejado con solo 10 episodios, y que llegó incluso a ser demasiado tramposa en la elipsis que precedió a la muerte de Ned Stark en Baelor. Desconozco si Martin utiliza la misma técnica en la narrativa del capítulo en la obra, pero llegados a este punto no me sirve la excusa de la fidelidad al original porque no hay ninguna razón mas allá de la presupuestaria para no alargar los combates o dotarlos de mayor espectacularidad sin que eso suponga alterar sus consecuencias argumentales.
Porque si tienes a los tipos mas duros de Westeros paseando todo el día con armadura y espada lo mínimo que esperas es un poco de acción. Esto no es una pequeña serie de culto que gane adeptos gracias al boca-oído como, por ejemplo, Breaking Bad. Juego de Tronos es un producto de alto presupuesto y vocación de masas, y no hay que negar que todos aquellos que se hayan acercado a la serie sin conocer el precedente literario o los impecables antecedentes de la cadema HBO lo habrán hecho atraídos por ese contexto espectacular de caballeros y criaturas fantásticas con referencias obvias a la archiconocida triología de Peter Jackson. Y negarles hasta una sola batalla espectacular podría ser lo más parecido a estafarles. Pero "HBO" y "estafa" son dos palabras que están de encajar bien juntas. El problema es que esos espectadores se han encontrado con una serie de marcada trama política que se sirve de la provocación y la crudeza en lugar de la pirotecnia para su parte más ludica. En este juego de tronos solo sacan la espada los míseros peones y para las figuras importantes del tablero la palabra y la manipulación son las principales armas, y claro, puede que tanto discurso freudiano-filosófico haya pillado desprevenido a mas de uno.

Momentos como el asesinato del heredero Dragón a manos de Drogo o la recreación de Lysa Arryn y su turbadora relación con su hijo bien podrían estar sacados de una tragedia shakesperiana. Pero hablando en terminos globales ha sido la trama de la joven Targaryen la que mas ha crecido a lo largo de estos diez episodios. Comenzó siendo el entreacto de descanso entre esos dos vértices que son los Stark y los Lannister y ha terminado dejando grandes personajes como Dany o Drogo y cerrando la temporada con una escena destinada a ser la más recordada de este primer año.
Pero volviendo a la principal crítica que hacíamos de la temporada al comienzo de la reseña, tanto parloteo y simbolismo en el fondo no dejan de conformar tremendas promesas por todos lados. Por un lado hemos asistido a la preparación de una gran guerra entre las familias más importantes y por el otro a la de los Vigilantes de la Noche y Jon Snow. Pero ninguno de los dos ha llegado a entrar realmente en comabte alterando el cuadro general, sobretodo la trama del muro, que ha sido relegada a un inesperado segundo plano tras abrir la serie en la primera escena.

Que Juego de Tronos sea una adaptación literaria -fiel, dicen- tiene su lado positivo y otro tanto negativo. Por el primer lado tenemos la seguridad de que no están improvisando sobre la marcha y de que la historia tiene un final, ademas, solo en esta situación podrían atreverse a asesinar personajes principales de la forma en la que lo han hecho (no solo Ned, ahí tenemos al heredero Targaryen o al mismísimo Drogo), pero también trae bajo el brazo la condición de primera entrega de una saga que va ya por su quinto libro. Lo que quiero decir es que en HBO han conseguido llevar a buen puerto una obra titánica que depende en exceso de las promesas de cara al futuro. Lo que está claro es que este año muchos telespectadores esperarán el fin del invierno casi con tantas ganas como los protagonistas de la historia, que recordemos, continuará en la segunda temporada a partir de abril.