Luego fuimos paseando por la zona exterior, donde tienen árboles de diferentes formas y tamaños, lo que resulta bastante enriquecedor para los niños, que no están acostumbrados a verlos. Colores verdes de diferentes tonalidades y con estructuras totalmente distintas.
Y con Lola nos acercamos a un tipo de conífera para que la tocara, y le gustó mucho poder interactuar en el espacio y que nosotros le dejáramos tocar el árbol.
Bueno todo esto de que toquen es muy positivo para ellos, pero los adultos debemos tener cuidado de que no arranquen las hojas o hagan daño a las plantas. También es un lugar muy propicio para aprender a respetar las plantas.
Si además tuvierais jardín sería genial que ellos pudieran elegir las plantas o al menos que fueran conscientes de cómo hay que cuidarlas en casa.
Ir al vivero, puede ser un juego, donde ellos aprendan a valorar las plantas, a respetar el medio ambiente, a aprender texturas, a diferenciar colores, a oler las flores y las hojas. Os propongo visitar un vivero con vuestros hijos y disfrutar de ello.