Si el juego es la plataforma para hacer posibles nuestros propios sueños, creando e incentivando nuestras capacidades abriéndonos nuevos caminos por los que podemos transitar, siendo a través de progreso como vamos a crear nuestra identidad, sentimientos, emociones, conceptos, adjetivos, etc con los que se nos va a asociar al pronunicar nuestro nombre. Como digo si el juego es nuestra plataforma de lanzamiento a modo individual, cuanto más lo será para el conjunto de un grupo de personas unidas por un sueño, un deseo común. Cuanta más fuerza tendrá el gran terreno de acciones y aprendizaje que es el juego.
Para poder crear la identidad de un equipo es necesario sentirse identificado con los valores que se promueven, teniendo presente que del mismo modo que los valores personales influyen y guían el comportamiento de la persona, los valores organizacionales lo harán en beneficio del equipo, por tanto es imprescindible que no sólo el objetivo sea común sino también los valores en los que se fundamenta la organización coincidan con los valores individuales de cada miembro, porque sino va a ser resultar muy difícil entenderse e incluso llegar al díálogo, cuando prima la competitividad del ego por encima del espíritu de unión del grupo.
Formar el mejor equipo de trabajo sólo es posible si los miembros que lo configuran desean formar parte de ese sueño, agregando cada uno su propio potencial, sus valores y capacidades puestas al servicio del objetivo común. Para ello es necesario que cada miembro conozca bien sus posibilidades, sus metas y casen con los del equipo al que pertenece para poder agregarlos e ir sumando más fuerza en la construcción de esa meta en común. No hay que olvidar que un equipo está formado por cada una de las personas que lo integran, las cuales se han comprometido con unos valores y una determinación.
La identidad o espíritu de equipo es una suma tan amplia como personalidades lo componen, desarrollando lo mejor de cada integrante para poder crear un todo común y global que puede traspasar los límites del propio grupo y hacerse extensivo a la sociedad como ejemplo a seguir. Muestra de energía inspiradora que lleve a sentir y vivir sueños que se hagan realidad. Esto es sólo posible si los valores individuales están en armonía con los grupales, sintiendo internamente el mismo espíritu revolucionador que ha sido capaz de gestar la totalidad del grupo.
Los valores en cada individuo y dentro del equipo funcionan como la base donde se sustenta toda la estructura de cohesión, coherencia, seguridad y confianza del equipo. Son estos los que van a funcionar como timonel que ponga rumbo fijo al equipo, haciendo posible vencer a las embestidas que han de venir al recorrer el camino. Gracias a la unión del equipo en unos valores bien cimentados conseguirán salir adelante y llegar a buen puerto.