Llegó el día. Debuta España y aunque hasta ahora habíamos mantenido una modélica imparcialidad en atención al numerosísimo público de allende nuestras fronteras -me encantan estas antigüallas lingüsticas- hoy nos ponemos la camiseta. Por dos razones: porque el DNI obliga -igual que nos obliga a comernos esta interminable crisis- y porque, visto lo visto, la de España parece la apuesta más segura. Han jugado ya todos los grandes y, salvo Alemania, ninguno da miedo.
El Mundial, con todo, tiene trampa para España. La selección lo tiene todo por ganar, pero también mucho que perder. En este sentido, será determinante el trabajo psicológico de Del Bosque. Yo me apuntaría al método Molowny: “Chicos, salgan y jueguen como saben”. Al fin y al cabo, se trata de eso, ¿no?
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