Jueves, 24 de septiembre de 2015

Publicado el 24 septiembre 2015 por Benjamín Recacha García @brecacha

‘Con la vida a cuestas’, en la librería Canaima de Las Palmas y, posteriormente, en manos del gran escritor y amigo Ramón Betancor.   Foto: Librería Canaima / Ramón Betancor

Hola, Toni. Un mes y medio ha pasado desde tu última carta. Demasiado tiempo, desde luego, para responder. La recibí estando de vacaciones en Babia, justo aquel fantástico día en el que participé en un precioso acto literario acompañado de Con la vida a cuestas. Qué lejos queda ya… Cuando uno vive tantas emociones, y tan intensas, se acumulan los recuerdos y las sensaciones, que reclaman su cuota de protagonismo. He tenido la suerte de disfrutar de unas vacaciones inolvidables, rodeado de naturaleza y de gente estupenda, en Soria, en Babia, en El Bierzo, en Vitoria y en Bielsa.

Pero ya hace algunas semanas que estoy de vuelta; la rutina diaria ha recuperado el mando de las operaciones, he ido poniendo orden a las ideas y, como no tenía suficientes ocupaciones (nótese la ironía), me he buscado otras nuevas. Hace unos meses me incorporé a la junta del AMPA de la escuela donde estudia mi hijo, pero ha sido ahora, con la preparación del nuevo curso, cuando hemos tenido que “echar” horas extra. No entraré en detalles, porque poco tienen que ver con la aventura literaria (aunque habría para escribir una novela).

Tampoco tiene que ver con el mundo editorial el asunto de las elecciones catalanas y todo lo que las rodea, aunque se esté escribiendo mucha literatura al respecto. Miento, literatura, no; sobredosis de propaganda barata. Como catalán que soy no puedo evitar sentirme muy implicado en el proceso. Conoces de sobra mi postura porque he escrito bastante sobre ello (¿viste/escuchaste al memo del presidente en Onda Cero? El montaje que han hecho con Homer Simpson es desternillante). En cualquier caso, estoy deseando que llegue el lunes 28 y que, por fin, en Catalunya se empiece a hablar de las cosas que afectan de verdad a la gente de a pie. Aunque me temo que hay rollo para rato…

Total, que todo esto que te cuento es para justificar por qué no he avanzado absolutamente nada con mi nuevo proyecto literario. Padezco una sobresaturación mental. Resulta agotador pensar y querer aportar en tantas cosas, lo que apenas me deja espacio para continuar perfilando esa novela policíaca que permanece oculta en algún rincón de mi cerebro.

Pero que no cunda el pánico, porque es cuestión de días que me ponga a ello.

Infinitamente peor que el conflicto catalán es el drama de las personas refugiadas que huyen de la guerra, sobre todo de Siria, y que se han dado de bruces con la burocracia europea y la falta de empatía de quienes dirigen las instituciones, siempre preocupados por cuadrar los balances de los bancos y las grandes empresas.

La ocurrencia de donar buena parte de los ingresos por la venta de mis libros a Médicos Sin Fronteras y ACNUR no es que haya desatado una fiebre compradora, pero sí que se han vendido unos cuantos, tanto en papel como en formato digital, incluyendo esas Cartas a un escritor que tan buena acogida han tenido entre buenas amigas del mundo de las letras, como Esther Magar y Covi Sánchez.

Si una cosa he aprendido en este tiempo es que hay que agradecer todo el apoyo que uno recibe y nunca quejarse porque no lo haga más gente, por mucho que estemos convencidos de que el mundo se está perdiendo verdaderas obras de arte (las nuestras). Ahora desarrollaré más esta cuestión, pero antes déjame que te felicite públicamente por la entrevista en ‘El Bibliotrén’ de Radio Principado de Asturias. Estuviste muy bien, hablando sobre nuestras cartas y sobre nuestras “carreras” literarias. Covi dijo cosas muy bonitas, que, insisto, le agradezco de corazón. No sé si acabaremos vendiendo miles de libros, pero, amigo, de lo que sí estoy seguro es de que podemos sentirnos muy satisfechos por cómo avanzamos por este camino. Todo el que lo haga con honestidad puede sentirse satisfecho.

http://www.ivoox.com/15-9-15-toni-cifuentes-y-cartas-a-escritor_md_8388006_wp_1.mp3

Sé que probablemente hay no poca gente para quien eso son paparruchas y lo que verdaderamente importa es hacerse un hueco, aunque sea a codazos. Te digo con total franqueza que allá ellos. Y no lo digo como advertencia. Es que me da igual lo que hagan. Y aquí enlazo con lo de las quejas. ¿No tienes la impresión de que hay muchos escritores (o proyecto de) que se pasan la vida lamentándose de lo injusto que es todo? De las editoriales, de otros escritores, de los lectores, de las plataformas de venta, de las librerías, de las distribuidoras…, sólo les falta quejarse de la ortografía, aunque, desde luego, la ortografía podría quejarse con mucha razón de unos cuantos de ellos.

No es cosa sólo de los escritores. La cultura de la queja está muy extendida en nuestra sociedad. Y lo curioso es que el nivel de lamento suele ser inversamente proporcional al de la acción por intentar cambiar esas situaciones tan injustas.

Los editores también se quejan. De hecho, hay algunos que se pasan, que se hacen realmente pesados. Hace unos días leí una entrevista al editor de una pequeña editorial aragonesa, Anorak Ediciones. El tipo, Sergio Navarro, dice cosas tan absurdas como: “Tenemos que buscar el libro exquisito y no el barato. Rechazar el libro electrónico, la mala edición, la autoedición… La única manera de vender es entusiasmo y mucho trabajo. La solución pasa por hacerlo lo mejor que sepamos y que todos los integrantes de la cadena (el autor, el fotógrafo…) tienen que cobrar y salir con una sonrisa”. La segunda parte de la cita es una obviedad, pero ¿rechazar el libro electrónico y la autoedición? Y los mete ahí, junto a la mala edición, todo en el mismo saco. Ebooks y autoeditados, la morralla que contamina nuestra sagrada profesión. Y atención a lo siguiente: Creo que el ebook es un juguete para aquellos que no leen. Dicen que no pesa, que no tiene luz… Pero yo no tengo ebook y llevo una maleta cargada de libros cuando viajo”. ¿De dónde ha salido este tío? ¿Del siglo XVI? Habrá que aplaudirle por ofrecer ese servicio vocacional en favor de la alfabetización del populacho inculto que va por ahí leyendo en esos aparatos del demonio. Me lo imagino en el metro, arrastrando esa bendita maleta, canjeando lectores electrónicos de los incultos pasajeros por alguno de sus volúmenes en papel, satisfecho por estar prestando tan necesaria labor humanitaria.

Los ataques a la autoedición me los tomo como la rabieta de quien se ve rebasado por la incapacidad de controlar lo que ocurre en el sector. Es evidente que la autoedición a menudo es un camino que conduce a la frustración, sobre todo de aquellos que contratan con alguna de esas “editoriales” que les prometen poco menos que la gloria eterna a cambio de unos cuantos cientos (o miles) de euros y acaban dándose cuenta de que lo único que les interesa de ellos es que paguen. Pero no comprendo el porqué de esa animadversión hacia quienes elegimos hacer el camino por nuestra cuenta siendo conscientes de las dificultades que ello implica. Permíteme que sea muy escéptico respecto a que el motivo sea preservar la calidad.

Ya sabes que yo no me opongo a las editoriales “tradicionales” y que estaría encantado de publicar con alguna que me ofreciera unas condiciones interesantes. Las editoriales no son el enemigo de los autores independientes, así que no entiendo por qué algunas de ellas sí nos ven como enemigos. Es absurdo.

Hablando de editoriales, a ver cuándo haces públicas esas buenas noticias que me adelantaste por email. Tú tienes muy claro que quieres meter la patita en el mercado a través de esas firmas independientes que apuestan por autores semidesconocidos. Me parece una buena opción, sobre todo teniendo en cuenta que, como dices, quienes escribís sobre todo historias cortas tenéis que vencer, además de los prejuicios respecto a la autopublicación, el prejuicio a comprar libros de relatos.

Creo que he sido uno de los pocos privilegiados en leer tu última recopilación. No voy a avanzar nada más que incluye lo que en mi opinión son dos verdaderas joyas: Un brote en el viejo tocón y Mistkäfer. Una novela corta que recuerda al estilo de El jardín de Marta, aunque con más acción, misterio y unos personajes excelentemente perfilados; y un relato largo muy original, cargado de humor negro y un ambiente angustioso que se apodera del lector sin remedio.

En tu anterior carta explicabas que, tras un tiempo de experimentación, intentando escribir historias “publicables”, habías llegado a la conclusión de que lo mejor que puedes hacer es escribir sobre lo que realmente te hace sentir a gusto, con lo que más disfrutas. Eso es lo que yo pienso, y creo que es todo un acierto que te centres en las historias de terror y suspense, porque dominas el género a la perfección. También me gustan mucho ésas en las que introduces personajes “tiernos”, con los que resulta muy fácil empatizar, aunque la trama no lo acabe siendo. Los abuelos de Un brote en el viejo tocón, por ejemplo. Son personajes muy bien trabajados; consigues que el lector se meta de lleno en su piel y que sienta sus emociones. Ya te dije que has hecho un gran trabajo y que estoy seguro de que pronto verás tu nombre en la bonita portada de un libro con sello editorial.

Voy a ir cortando ya. Espero que en próximas cartas podré explicarte más cosas sobre mi próxima novela. Lo que sí puedo avanzarte ahora es que el día 3 de octubre, sábado, presentaré Con la vida a cuestas en Caldes de Montbui, en el Centre, Ateneu Democràtic i Progressista, centro neurálgico de la cultura en el municipio, que, además, cuenta con un restaurante donde se come de muerte y muy barato.

Y te avanzo otra cosa. Amazon ha seleccionado mi segunda novela, en formato kindle, para formar parte de una promoción con motivo del 2º Concurso Literario de Autores Indies, cuyo ganador se conocerá el 15 de octubre. Aprovecho para felicitar a Mercedes Pinto, autora granadina que lleva años labrándose una carrera sólida mediante la autopublicación, y que ha sido seleccionada entre los cinco finalistas con su novela Cartas a una extraña. Independientemente de los gustos de cada uno, tiene un mérito enorme y me alegro sinceramente por ella porque es el mejor ejemplo de que yendo por libre uno se puede ganar la vida escribiendo.

A mí me queda muchísimo para acercarme a lo que ella ha conseguido, pero el hecho de que de vez en cuando personas que no me conocían de nada me escriban para decirme lo mucho que les gusta cómo escribo y me pregunten cómo pueden conseguir mis libros, me hace pensar que lo estoy haciendo bien.

Espero tus noticias.

Un abrazo.