En la infancia me hartaba de escuchar este mariachi en los viajes interminables en coche a Galicia. Siendo niña, no entendía el significado de la canción; simplemente me hacía gracia el tema de las luces encendidas. Lo encontraba curioso, y ya.
Terminó la infancia, llegó el fin de aquellos viajes y, con ellos, la canción quedó relegada al olvido. Y en la adolescencia, esas canciones no tienen cabida (por lo menos, no en la mía).
Y un buen día, llegas a la edad adulta, maduras y, sin saber muy bien por qué, el Que te vaya bonito aparece en tu mente, bajo un nuevo prisma… y entonces entiendes lo maravilloso de la canción; la belleza del “cuántas luces dejaste encendidas, yo no sé cómo voy a apagarlas” que te hace estremecer. Y te vuelves a enamorar.
Te dejo la versión original, de José Alfredo Jiménez, aunque particularmente prefiero la voz desgarrada de Héctor Roldán. Sea quien sea que la cante, es un tema precioso. Y yo hoy te lo regalo.
Ojalá que te vaya bonito
Ojalá que te vaya bonito,
ojalá que se acaben tus penas.
Que te digan que yo ya no existo
y conozcas personas más buenas.
Que te den lo que no pude darte,
aunque yo te haya dado de todo.
Nunca más volveré a molestarte
te adoré, te perdí, ya ni modo.
Cuántas cosas quedaron prendidas
hasta dentro del fondo de mi alma.
Cuántas luces dejaste encendidas
yo no sé cómo voy a apagarlas.
Ojalá que mi amor no te duela
y te olvides de mi para siempre.
Que se llenen de sangre tus venas
y conozcas una vida de suerte.
Yo no sé si tu ausencia me mate
aunque tengo mi pecho de acero.
Pero nadie me llame cobarde
sin saber hasta dónde la quiero.
Cuántas cosas quedaron prendidas
hasta dentro del fondo de mi alma.
Cuántas luces dejaste encendidas.
Yo no sé cómo voy a apagarlas.
Ojalá…que te vaya…bonito…
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