Juez Alaya

Por Cronicasbarbaras

Se ha convertido en una estrella sin buscarlo. Su conducta pública trata de evitarlo, al contrario que el astro caído, Baltasar Garzón.

La juez que ha entrado con su motosierra en el cuerpo de la Junta de Andalucía para extirpar un presunto desfalco de unos 933 millones de euros, no coquetea, no llama a los periodistas.

Mercedes Alaya, 48 años, cuatro hijos, desentraña la red de corrupciones que envuelven buena parte de la Junta para la autoprotección de dirigentes y militantes socialistas, una mafia cuya existencia se intuía, pero cuyas tramas eran desconocidas.

La prensa busca algún gesto cálido en Alaya. Pero ella está permanentemente seria, pétrea como una esfinge, de pasos rápidos y seguros, un cuerpo elástico y bien formado. Su gravedad es inquietante. Como actriz su papel ideal sería, precisamente, el de una juez inconmovible.

El caso que puede hacer caer el poder socialista en Andalucía, lo que supondría una derrota definitiva de lo que representa en España el actual PSOE, que debería refundarse, comenzó con unos funcionarios de Mercasevilla exigiendo un cohecho a unos empresarios.

Los chantajeados denunciaron el caso en la Fiscalía sin éxito, por lo que fueron a la prensa. Pronto aparecieron más datos, mientras la Junta lo negaba todo e impedía una investigación en el Parlamento regional.

Finalmente cayó el caso en el juzgado de Alaya. Tiró de red y resultó nueve veces más grande que el caso Gürtel, con todos los ingredientes de la corrupción, incluyendo la cocaína y unas estructuras políticas socialistas corroídas, con metástasis por todos sus órganos.

Pues pese al trabajo implacable de Alaya el rechazo de muchos andaluces al PP es tal que quizás los socialistas vuelvan a gobernar, aun perdiendo las elecciones regionales del día 25, dentro de dos domingos.

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SALAS