Juegos que dejan buen sabor de boca Por Salma Abdola
La etapa en que comienzan a salir los dientes suele coincidir con la edad que recomiendan los pediatras para la introducción de alimentos sólidos, es un momento idóneo en cuanto a que todo se lo llevan a la boca y esto facilita mucho el proceso, y al mismo tiempo nos abre todo un mundo por explorar de texturas y sabores. Siento tener que contradecir a nuestras madres y a nuestras abuelas pero con la comida sí se juega, y además es muy divertido.
Para mi marcar una franja de edad en la que se recomiendan ciertos juegos o no es un poco absurdo, cada un@ sabe la madurez y el grado de comprensión de su propio hij@, las limitaciones las pondrán ell@s, no yo, pero, existe una franja de edad en la cual el niñ@ está en fase descubrimiento o experimental, aún no controla las leyes de la física, tiran una y mil veces un objeto al suelo y el prototipo de madre común piensa, o lo que es peor, dice en voz alta, es que quiere llamar la atención, mientras el niñ@ se plantea porqué unos objetos caen más rápido que otros, porqué cada objeto tiene un sonido diferente al chocar contra el suelo, porqué unos se rompen y otros no, incluso algunos rebotan, porqué el mismo objeto no cae siempre en el mismo lugar.... Por ello para esta etapa más que juegos propiamente dichos propongo ayudarlos a experimentar.
A lo que vamos, algunas sugerencias que espero que sirvan de punto de partida y que disparen la imaginación de cada cual, los alimentos son una fuente inagotable de experiencias nuevas, que toquen la comida con sus manos o/y con sus pies, o mejor, con todo el cuerpo, que se pringuen, es frecuente y normal, lo harán con o sin nuestra ayuda, luego mejor l@s ayudamos y nos reímos todos.
Podemos poner varios montoncitos con diferentes texturas, sabores y temperaturas, ejemplo práctico, le llevamos la manita o, muy probablemente la llevan ell@s solit@s a un poco de pasta y le describimos brevemente, es pegajoso o está calentito o es salado... , un melocotón, mira, parece una pelota, qué suave, es dulce..., una de mis preferidas, la gelatina, tiene una textura curiosa y las hay de muchos colores y sabores, no mancha y evita el atragantamiento, es genial enterrar el dedo en ella...y otras cosas...
Otros dos objetos que me encantan son los embudos y los coladores, con el primero podemos alternar objetos que no bajarán, como una naranja, con otros que sí, como azúcar, si guiamos la punta podemos hacer dibujos o caminitos que luego suban por encima de la pierna o el brazo del niñ@, bloquear la salida poniendo sus deditos y luego destaparla... Con el colador no me extiendo tanto, no sabéis cuantas horas nos hemos pasado colando de todo, arena, tierra, las papillas o leche en polvo, mezclar por ejemplo garbanzos o lentejas dentro de la harina y luego ir separándolos...
Cuando los niñ@s tienen un control importante del mundo que los rodea, buscan alternativas para crear con todo el conocimiento que poseen otras realidades, o lo que yo entiendo como juegos.
La otra tarde mi peque y yo nos lo pasamos pipa probando alimentos, la idea era vendarle los ojos, cosa que no me dejó hacer, así que se los tapó ella misma y sin mirar le daba un pedacito de algo, ej. zanahoria, y ella tenía que adivinar qué era, por el olor, luego por el sabor, la variante más divertida se la inventó ella cuando empezó a decirme “esto sabe a....verde”, “esto huele a...rojo...”.
Y aquí va la última sugerencia, esto sí que me permito decir que es para niñ@s mayores, porque requiere una ciclomotricidad ya avanzada y mucha más paciencia de la que puede hacer gala un niñ@ pequeñ@.
Primero nosotr@s ponemos en una sartén esas estrellitas de pasta que se usan para la sopa y le vamos dando continuamente vueltas hasta que toma un color tostado (no añadir ni aceite, ni agua, ni nada...). Cuando se haya enfriado aprovechamos el agujerito que tienen en el centro para hacer con ellas pulseras o collares, mejor si usamos tanza en lugar de hilo. También podemos hacerlo nosotr@s y regalárselas a l@s peques a l@s que tanto les gustan estas cosas sin miedo a que lo ingieran o se atraganten. De verdad que sorprende mucho el resultado porque parecen hechas de madera.