He aquí al mono
El Juicio a Jesús fue un proceso camuflado con apariencias jurídicas en el que, tras una acusación arbitraria, Jesús de Nazaret fue acusado y condenado el hijo de Dios por un crimen que no había cometido. Bueno, aquello nunca quedó muy claro.Aquél fue sometido a dos procesos interconectados de delito judío de blasfemia y el delito romano de sedición.
En ambos se registraron diversas violaciones procesales.
Lugar
Todo aquello ocurrió en Judea, una provincia de Roma y por lo tanto sometida a la administración de Roma y la justicia correspondía a las autoridades locales.
Más en concreto fue Jerusalén, una palabra que en hebreo significa ciudad de la Paz de Dios. Imaginamos que el que puso el nombre lo hizo en plan irónico, ya que en ninguna ciudad del mundo se ha matado tanto.
Para empeorarlo aún más, era Época de Pascua y los fanáticos campaban a sus anchas.
Acusación
Meses antes de la detención de Jesús, el Sanedrín ya había decidido condenarlo a muerte. El odio hacia su persona, se hacía más grande cada día que pasaba, de forma proporcional a los seguidores que Jesús y los suyos iban captando, ya que podía convertir el agua en vino. Y en eso no podían competir.
Detención
Todo empezó tras una cena. Jesús y sus amigos decidieron seguir la fiesta en el jardín con un botellón.
En ese momento, los criados del Sanedrín lo detuvieron y fue llevado con las manos amarradas por si le daba por hacer un conjuro mágico.
Él pidió una copia de la orden de detención, pero no la tenían encima, por lo tanto hubo dos vulneraciones más, las altas horas de la noche y el uso de un delator (Judas) ilegal en el derecho judío.
Además según el Talmud las autoridades del Sanedrín sólo podían ordenar la aprehensión de alguien si este era encontrado cometiendo en flagrancia un delito. Sin embargo, Jesús fue apresado pernoctando en un huerto, lo que puede interpretarse como una irregularidad procesal que, de haber sido reconocida, anulaba todas las actuaciones de la parte acusadora.
Tampoco se le acusó de ningún delito concreto.
Juicio
Una vez arrestado, Jesús fue juzgado de inmediato por las autoridades judías en días y horas inhábiles (víspera de fiesta y nocturnidad), la cual según la ley judía es causa de nulidad, pero por allí no estaba Perry Mason, ya que no había nacido.
Tampoco fue asistido por su abogado, ya que estaba por ahí colgado. Literalmente, ya que pronunció el nombre de Dios en vano.
Le acusaron por terrorismo por decir “demoleré el templo y lo erigiré en 3 días”. No hubo pruebas.
El periodo de instrucción inició con la audiencia extraoficial de Jesús ante el antiguo sumo sacerdote Anás, que no tenía jurisdicción oficial pero estaba muy cabreado. Después pasó a Caifás y se reunió con algunos escribas y fariseos para incriminarlo.
Como no tenían de qué acusarle legalmente, buscaron testigos falsos, previamente sobornados, que, sin embargo, incurrieron en contradicciones, por lo que no fueron capaces de articular una acusación coherente y veraz. Tampoco se les tomó juramento previo.
El máximo sacerdote le pidió juramento al acusado, sabiendo que no mentiría ni eludiría responder a la pregunta central: "¿Eres el Mesías, el hijo de Dios?". Respondió hábilmente con una evasiva "Tú dices quién soy".
Aquello era ambiguo, pero, a Caifás le trajo sin cuidado y aún así lo condenaron a muerte.
Desde luego, pruebas de cargo que son fáciles de desacreditar y más en un proceso penal.
Juicio romano
Pero había un problema y gordo. El pueblo judío había perdido dicha potestad desde la época de Augusto y los romanos la única autoridad que podía ratificar y ejecutar una sentencia de muerte. De hecho se les daba de puta madre. Los crucificaban de 100 en 100.
Así que al acabarse el juicio ante el Sanedrín lo llevaron ante Pilatos para cargarle el mochuelo a los romanos.
Al llegar, los del Sanedrín se negaron a entrar en el pretorio para no contaminarse y poder comer la Pascua. Aquello definitivamente le toca los cojones, ya que tenía ya la posturita en su sillón y tuvo que ser él el que fuera hasta ellos. Una vez contado todo le dijo que los delitos de blasfemia a la autoridad romana le sudaba la polla.
Así que los acusadores cambiaron inculpándolo de iniciar la evasión de tributos y a la sedición al proclamarse mesías. De todas formas no había elementos para sentenciarlo.
Pilatos, que tonto no era, hizo una jugada legal al escuchar que había predicado en Galilea y le cargó el mochuelo a Herodes ya que esa era su jurisdicción.
Herodes tampoco era tonto y tampoco le salió de los cojones condenarle y se lo devolvió.
Pilatos ahí se cabreó y lo mandó a azotar y lo quiso liberar. Los sacerdotes pusieron una apelación y fue juzgado por sedición.
Sentencia
Desde la legislación judía religiosa, el delito era la blasfemia, y en el derecho penal romano el delito era la evasión de impuestos que nunca se la pudo tipificar, ya que el dinero lo tenía en una cuenta en un paraíso fiscal llamado Reino de los cielos.
Entonces se le imputaron dos delitos (ataque grave al imperio, y el de daño al prestigio del pueblo romano y de sus magistrados) y si no fueran suficientes, sedición.
Fue declarado culpable y a morir por crucifixión. Una pena dura, dolorosa y humillante, pero al menos era al aire libre.
Petición de indulto
Hubo otro intento de conmutar la sentencia. Jesús fue llevado a la plaza y ante un “supuesto” jurado, se produjo la provocación por Pilatos de cuestionar si le liberaban a Él o a un preso llamado “Barrabás”. Unos decían Jesús y otros Barrabás. El problema es que Barrabás también se llamaba Jesús y parecía que pedían que liberase a Jesús Barrabás.
Después de eso, Barrabás fue liberado y Jesús crucificado. Luego resucitó y hoy está buscado todavía por el gobierno y sobrevive como mesías de fortuna, si usted tiene algún problema y se lo encuentra quizá pueda contratarlo.
Y ya estaria... Difundid la palabra