Julia Wong y "La desmineralización de los árboles"

Por Sosylos @sosylos

Julia Wong Kcomt


Julia Wong Kcomt nació en Chepén (Perú) en 1965.  Estudió varias carreras de letras, desde Derecho y Ciencias Políticas hasta Literatura inglesa, tanto en Perú como en Alemania. Siempre ha tenido apego por viajar, asidua del transiberiano y muy especialmente a través de México, Argentina, Hong Kong y Lima. Desde 2006 organiza en Buenos Aires el festival de poesía peruano-argentino. Desde 1994 tiene varios libros publicados en poesía, incluyendo incursiones en narrativa con varias novelas.

Hacía tiempo que me habían hablado de "La desmineralización de los árboles" de Paracaídas Editores (2014) pero cuando por fin lo he leído me ha llamado la atención poderosamente y para bien. Ahora que se legitima casi cualquier libro o poema, a pesar de que posea o no calidad poética, es muy grato disfrutar con una joya de estas características. No es de extrañar que su autora sea, y por este orden: mujer, de familia migrante (parte de su familia es originaria del sur de china) y que venga de latinoamérica (sí es necesario recalcarlo, debería ser una obviedad y por desgracia sigue sin serlo).
La profundidad, el manejo del lenguaje, la transparencia que deja fluir a la propia poesía; la riqueza (tanto en las asociaciones de símbolos, como en las imágenes limpias y dotadas de una significación  propia y exquisita). La forma de cortar la respiración del lector desde el inicio. El tratamiento del cuerpo y del dolor y de los propios problemas que se derivan de una situación injusta e incomprendida por la que atraviesa. El elenco de formas de manifestar la palabra y la homogeneidad de la obra, no sólo en cuanto a temática, sino también a mantener la calidad poética durante todo su recorrido.
Todas estas razones y muchas más hacen de este libro un auténtico ejemplo de poesía renovada que nos muestra lo humano, lo intimista, lo directo, sin necesidad de barroquismos ni adjetivaciones invasoras que provoquen poemas fallidos. Os dejo dos muestras de "La desmineralización de los árboles".
LA SANACIÓN DE LOS ESPÍRITUS
Torcido corazón
Enfermedad extranjera de los postes circuncidados
Alabado sea el dios de los enfermos.
Yacemos sobre un colchón
Nuestros huesos se comen unos a otros
Mientras respiramos el sahumerio de eucalipto
Aún se reza para que nos elevemos
¿Dónde encuentro la luna dentro del tronco?
Mi omóplato destruido por el peso de los químicos
Setecientos lunares escondidos bajo un gladíolo
La tierra empieza a subir por mis pies
Y se cobra la venganza de los desposeídos
Yo, que lo tenía todo, entres cascarones verdes de coníferas
Entre caminos que nos llevaban a ese lago instalado
En el pico del cerro y en el pico del amor
El cuerpo destruido es una canción de barro
Cuerpo pueblo que quería bailar su propia comparsa
Y cantar sus propios poemas de arena
Este cuerpo que ya no lo es, para nadie, así se llame Lázaro
Una ballena gruesa y caliente varada en Chiclayo
Demasiadas manos esculpieron sus costillas
Demasiados ácidos biliares
Exprimido de todos sus costados
Le queda el himno a la casa
Porque quizá cuando vuelva a la casa enclenque (sin el jardín inglés)
Encuentre un hombre que haga sopa de arroz
Y domestique su seno otra vez...
Espíritu, resucita otra vez desde mi teta inerme
Dibuja la niebla del silicio y las cucharas de madera
Dibuja los niños en pleno zapateo, niños de agua y marinera.
Los santos de los negros, que son los santos del mundo
Porque todos somos ese negro que tapamos con
Nueve de hiel y nieve hilada en huso de hermana nube
Porque somos ese humus oscuro de la mano enojada
De un dios impuro como la estadística
Que nos ha dejado verborreicos, destruidos
Y sin la menor cabida para volver a plantar una semilla
Mamar de una teta agriada
Aspiración maternal de un planeta agonizante.

Chema García.