No sé si llamarlo "sexto sentido", intuición o qué, pero últimamente cada vez que me pongo a trabajar en un tema, vuelve a estar de actualidad. Un ejemplo práctico: Resulta que andaba yo preparando un artículo para hablaros de Julian Assange y ¿qué pasa? Pues que acaba de anunciar que pronto dejará la embajada de Ecuador en Londres, donde ha estado recluido dos años. Viéndole la parte positiva, así tendrá más sentido de la actualidad lo que vengo a contaros hoy.
Ha llegado a Canal+ el documental We steal secrets: la historia de WikiLeaks y he tenido la oportunidad de verlo este fin de semana. Me dejó pensando en el tan actual tema de la transparencia y quería pasar por aquí para recomendároslo. Además, recomiendo también que estéis bien despiertos porque es largo y con mucha información.
We steal secrets repasa la historia de WikiLeaks –aunque parece que ni a ellos mismos les gustó y a la crítica tampoco– desde su primer éxito importante, destapando la situación real del principal banco de Islandia, hasta la persecución y reclusión de Julian Assange, personaje que llegó a convertirse en una especie de estrella del rock, como dice el documental, pero perseguido por los gobiernos en lugar de por los fans. Un hacker informático sin techo que nunca pasa demasiado tiempo en el mismo lugar y que cree en la transparencia radical, en que la gente tiene que saberlo todo.
Por supuesto, su caso central es la filtración de secretos por parte del soldado Bradley Manning, que convirtió a WikiLeaks en el objetivo de todas las miradas con "Asesinato colateral", un video en el que veías a soldados americanos atacar desde el cielo a un grupo de personas que ellos confundieron con atacantes, cuando se trataba en realidad de un par de periodistas de Reuters con una cámara y unos civiles. "Parece que ellos se lo toman como si fuera un videojuego", comentaba Assange.
A partir de ahí, Assange se alió con los principales medios de comunicación para empezar a publicar los ya famosos cables. Claro que entonces se planteó una cuestión moral para estos medios: hay información que pone en peligro a civiles inocentes, ¿la publicamos igualmente? Assange pasó por el aro y eliminó algunos nombres para que estos medios publicasen los datos, pero luego colgó la versión completa en la web de WikiLeaks.
Ya tenemos aquí, además de la mayor filtración de información de la historia, el mayor debate sobre la transparencia de los gobiernos que se recuerda. ¿Cuántas cosas no sabe la población? ¿Cuánta información maneja realmente un gobierno? ¿Cuánto se esfuerza ese gobierno por tapar dicha información? ¿Cuál es el criterio que determina qué información es de dominio público y cuál no? ¿Hay un término medio entre la oscuridad informativa y la transparencia radical? ¿Hay una linea que separe la oscuridad informativa y la mentira?
Estas preguntas no sólo son aplicables al caso de WikiLeaks, también son válidas para los casos de corrupción que se multiplican en nuestro país, por ejemplo. Para el tema de la financiación de los partidos, el verdadero patrimonio de los políticos, los casos de puerta giratoria e incluso para la Casa Real, que en Reino Unido hasta saben lo que gasta su reina en alcohol. ¿Qué pasa cuando se oculta información que el pueblo tiene que saber y lo que se cuenta se convierte en una mentira, además de en una mala gestión de lo ocurrido? En España tenemos como ejemplo la tragedia del Yak-42 (2003).
Ya lo decía la sabiduría infantil: secretitos en reunión son de mala educación... y si esos secretitos se guardan a nivel institucional, mal vamos. Aunque tampoco tengo claro que la absoluta transparencia sea la solución... Es un verdadero dilema.