De camarero a alcalde de Marbella en el seno de un partido peculiar al menos (Grupo Independiente Liberal que curiosamente, formaba el apellido de su líder mesiánico, amante de los caballos y otros vicios menos confesables), vivió la cultura del pelotazo y llegó a hacer bueno el dicho de que España es el país en el que más rápidamente se puede enriquecer uno, además de tener suerte en el Euromillón. Después la popularidad más allá de la economía, al convertirse en amante de una afamada tonadillera y después la caída, igualmente veloz, hacia las simas de Alhaurín de la Torre, de donde saldrá con el tercer grado y un cincuenta por ciento de posibilidades de morirse de forma súbita en los próximos cinco años. España es, decididamente, diferente.