Miércoles 6 de abril de 2011 Julio Anguita renunció por escrito a la paga de pensión máxima vitalicia a la que tenía derecho como ex-parlamentario, argumentando que con la pensión que le correspondía como maestro tenía bastante”. Julio Anguita o ¿por qué no todos los políticos son iguales?
Cuando José María Aznar y Felipe González nos dictan al común de los ciudadanos una lección de indecoro e insolidaridad, cuando nos enteramos que María Dolores de Cospedal gana al año 241.000 con el cobro de tres sueldos públicos y la Pajin otro tanto por el estilo. Cuando sabemos que el presidente de la Diputación de Castellón no tiene mas remedio que declarar un patrimonio de 3,9 millones de euros cuando hace cinco años NO declaraba ninguno, nos enteramos que, de manera totalmente accidental, se ha sabido que hace siete años, Julio Anguita renunció por escrito a la paga de pensión máxima vitalicia a la que tenía derecho como exparlamentario, argumentando que con la pensión que le correspondía como maestro tenía bastante.
Genio y figura. Julio Anguita viene a demostrarnos que el dicho populista de todos los políticos son iguales no se verifica, al menos en su totalidad. Que hay distintas formas de ser y estar en la política, de entender los compromisos éticos y ejemplarizantes de un cargo público y que la erosión que afecta a nuestra moral pública tiene un freno.
Desgraciadamente esta no es la regla, sino la excepción. Todos sabemos la forma en que esta organizado el sistema político actual, que son esbirros del poder económico global, y no trabajan para nosotros, sino para sus intereses.
Ole ahi tus huevos, Anguita.