"Cortázar nunca ha sido un escritor fácil", dice Miguel Herráez, autor de la biografía del argentino. Y no es fácil porque "no se conforma con practicar un relato naturalista de la realidad, busca la contranovela", es decir, "quiere atentar directamente contra la naturaleza misma de la novela".
Ese cambio de género queda bien reflejado en Rayuela, donde "sus juegos estructurales, sus zigzagueos contrapuntísticos, los quiebros, su voluntaria incoherencia, su antítesis de mundos distantes, su rechazo a la causalidad indiscutible, vino a intensificar la descomposición de un modelo de novela sujeta a formas tradicionales" [les suena?].
Eso sí, este gran éxito literario tardó diez años en agotar su primera edición de 2.500 ejemplares en un país tan poco lector como Francia [información necesaria para ambiciosos escritores y editores acelerados].
Y lo hizo un narrador que se decía de sí mismo que no era un escritor profesional, que era un aficionado. Un narrador que rechazaba los puestos fijos porque lo que más deseaba era trabajar lo menos posible en lo que no le interesaba, aunque obtuviese menos dinero, y así gozar de una mayor libertad para poder dedicarse a lo que amaba. Un narrador tremendamente humano cuyo rechazo a lo vulgar no deja de impresionar con la escena de su fallecimiento en el hospital St. Lazare.
Es, por tanto, una biografía bien ejecutada que nos permite obtener una visión amplia del escritor argentino, consiguiendo aunar de forma equilibrada los datos, la persona y el análisis literario.
Nota: Julio, te echamos de menos a ti y a la Maga.
Julio Cortazar, una biografía revisada
Miguel Herráez
Editorial ALREVES
Págs. 341