Julio Ramón Ribeyro, “Las botellas y los hombres

Por Griseldagarcia

Julio Ramón Ribeyro, "Las botellas y los hombres" (fragmento)


En un rincón, Luciano asistía mudo a esta escena. Sus ojos animados, en lugar de posarse en su padre, viajaban por los rostros de sus amigos. La atención que en ellos leía, el regocijo, la sorpresa, eran los signos de la existencia paterna: en ellos terminaba su orfandad. Ese hombre de gran quijada lampiña, que él había durante tantos años odiado y olvidado, adquiría ahora tan opulenta realidad, que él consideraba como una pobre excrecencia suya, como una dádiva de su naturaleza. ¿Cómo podría recompensarlo? Regalarle dinero, retenerlo en Lima, meterlo en sus negocios, todo le parecía poco. Maquinalmente se levantó y se fue aproximando a él, con precaución. Cuando estuvo detrás suyo, lo cogió de los hombros y lo besó violentamente en la boca. El viejo, interrumpido, hizo un movimiento de esquive sobre la silla. Los amigos rieron. Luciano quedó desconcertado. Abriendo los brazos a manera de excusa, regresó a su silla. Su padre prosiguió, luego de limpiarse los labios con la manga. Se hablaba de mujeres. Luciano se sintió de súbito triste. En su copa de champán quedaba un concho espumoso. Con un palillo de fósforo perforó sus burbujas mientras se acordaba de su madre, a quien visitaba de cuando en cuando en el callejón, llevándole frutas o pañuelos. Su atención se dispersaba. Alguien hablaba de ir a las calles alegres de La Victoria. Siempre era así: en las reuniones de hombres, por más numerosas que fueran, siempre llegaba un momento en que todos se sentían profundamente solos.


Julio Ramón Ribeyro (Lima,1929-1994), “Las botellas y los hombres”. En La palabra del mudo. Carlos Milla Batres editor. Lima. 1972.