Sí, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, un tipo al que ningún ciudadano le ha votado para ostentar su puesto, y con un bochornoso pasado como primer ministro de Luxemburgo (dimitió tras varios escándalos, el más vergonzoso fue el de ofrecer de manera secreta a multinacionales como Pepsi, Apple, Ikea, Amazon o Deutsche Bank, entre otras, tributar tan solo al 1% si lo hacían en Luxemburgo para evitar pagar en torno al 25% en el resto de países de la Unión Europea, al mismo tiempo que pedía un esfuerzo a los gobiernos para moderar sus gastos en programas sociales, así que claro, quién mejor que él para llevar el timón de la UE) le llamó dictador a Viktor Orbán, elegido primer ministro de Hungría por los ciudadanos de su país por mayoría absoluta en dos elecciones consecutivas (otra cosa es que no nos gusten las cosas que Orbán hace o dice, pero esto no lo convierte en un dictador). Claro que, cuando llevas la contraria al "jefe" Juncker, pasan estas cosas.
La Comisión Europea se justificó posteriormente diciendo que fue en tono de "buen rollo", pero en cualquier caso el espectáculo fue bochornoso para alguien de su supuesto rango. La repercusión fue mundial.
De todas formas fue tan solo un gesto más de los muchos que ofreció: besos en la calva, comparaciones de corbatas, cachetes a discreción, empujones y gestos de mala educación a los líderes europeos. Según la prensa inglesa, es bastante probable que esa mañana hubiese desayunado cognac, costumbre que suele practicar, según algunos medios británicos. A juzgar por el vídeo, no parece una teoría disparatada. Este es el resumen del espectáculo:
De todas formas no es la primera vez que Juncker hace de las suyas. Muy famosa fue su foto simulando ahogar al ministro de economía español Luis De Guindos, cuando este se negaba a aplicar algunas de sus recomendaciones. Juncker, como siempre, dando lecciones de "democracia".