"Vayamos de expedición al extranjero por nosotras mismas".
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Junko Tabei nació en 1939 en Miharu, prefectura de Fukushima, Japón. Con diez años tuvo su primera experiencia montañera en una excursión escolar al Monte Nasu, de apenas 2000 metros de altura. Se licenció en la Universidad en Literatura Inglesa y Americana. Allí se unió a su primer club de montaña y decidió dedicarse al alpinismo. Poco después forma su propio club femenino de Alpinismo, el Ladies Climbing Club: Japan con un eslogan revelador: vayamos de expedición al extranjero por nosotras mismas.
Cuando Tabei ya era una experta alpinista, con experiencia demostrada en grandes montañas después del éxito de la expedición de su club al Annapurna III, de 7555 m, solicitó al gobierno del Nepal el permiso de escalada del Everest. El Annapurna III supuso todo un baño de realidad; primero, por los enormes contrastes de riqueza y pobreza que vieron en su paso por la India y el Nepal; y sobre todo, por el cambio de mentalidad en lo que al alpinismo se refiere. Conscientes de que cualquier signo de duda o desconocimiento iban a ser usados en su contra, decidieron mostrar únicamente sus puntos más fuertes.
Pero Tabei se dio cuenta de que en la montaña lo que cuenta es precisamente lo contrario: no puedes ser reservado y no expresar lo que sientes porque tu vida puede depender de ello. Varias de las expedicionarias sufrieron mal de altura lo que les convenció de que no importa admitir debilidad si con eso tienes una idea exacta de la fortaleza y capacidad de un escalador en condiciones extremas. Con esos preceptos en la mente alcanzaron la cima.
Finalmente, el presupuesto se pudo completar con las aportaciones personales de los miembros de la expedición y la ayuda de un periódico y una televisión niponas. Una vez más Tabei desafió los usos y costumbres de una sociedad patriarcal y conservadora y se marchó al Nepal dejando a su hija pequeña de apenas tres años con su marido, también alpinista. Y allí afrontaron el reto de demostrar sus cualidades alpinísticas solas con sus propias fuerzas y la ayuda de seis sherpas, práctica habitual en el Himalaya.
Al bajar cuenta sus sensaciones:
No hubo goce en llegar a la cima, que era más pequeña que una colchoneta de tatami; fue sólo alivio. Estaba feliz de no tener que subir más.Intencionado o no, también se quejó de que los informes que había recibido de las expediciones anteriores no le advirtieran de un peligroso tramo en la parte final que prácticamente le obligaba a ascender con medio cuerpo hacia el Nepal y el otro medio hacia el Tíbet.
Después del Everest vinieron la fama y otras muchas cimas por todo el mundo. Junko también fue, además, la primera en culminar con éxito el reto de las siete cumbres (seven summits), que supone ascender a las cumbres más altas de cada continente, considerando América como dos. Y los últimos años de su vida los dedicó a promover el respeto y cuidado de los entornos montañosos del mundo. Murió de cáncer en 2016.
Nunca se me pasó por la mente la duda de que quería escalar esa montaña, sin importar lo que dijeran los demás.
Primeras Mujeres en el Everest:
De izquierda a derecha (ascendieron por ese orden):
Junko Tabei, Phantog y Wanda Rutkiewicz
Si hay una forma de medir el éxito y el reconocimiento en este mundo digital, esa es que Google te dedique su Doodle. Eso sucedió en el 80 aniversario de su cumpleaños, el 22 de septiembre de 2019.