Mayo está siendo más ajetreado de lo que pensaba y tengo esto muy abandonado.
Cuando hay tiempo no hay ganas, cuando hay ganas no hay sol, cuando hay sol no hay tiempo.... y como dice la canción de Jamiroquai no me queda otra que bailar.
Un par de horas a la semana bastan para desconectar de todo y de todos, concentrándome solo en aprender correctamente los pasos y en acostumbrar mis oidos a los ritmos orientales para hacer sonar las moneditas del pañuelo anudado en la cadera.
La profesora siempre finaliza la clase diciendo "inspiramos y pensamos que nos vamos mejor que entramos". Y que lo digas, la sonrisa al salir por la puerta es de oreja a oreja y el pensamiento ¡siempre positivo!
Creo que solo por eso este centro se merece un hueco en mi Madrid recóndito.
Se llama a+, está abierto desde abril, a dos pasos de la plaza de Legazpi, entre las actividades que ofrece están el yoga y pilates pero como me gusta moverme elegí la danza oriental, ¡vientres al aire y complejos fuera!, comienzan los tambores y te conviertes en la habibti de la canción.