Justicia para Venezuela

Publicado el 13 febrero 2014 por Vigilis @vigilis
Hace unos días, en el marco de las acciones represivas de la dictadura cubazolana, detuvieron en San Cristóbal a un puñado de estudiantes y a gente que pasaba por allí. Lógicamente la gente salió a protestar. Este tipo de detenciones suceden con bastante frecuencia en Venezuela y llama la atención que los cuerpos represivos dispongan de medios para cometer estos atropellos y no tanto para contener la violencia que se cobra 25.000 víctimas al año en ese país. Una violencia que algunos pensamos que está promovida por el propio gobierno a través de sus "colectivos" y "milicias". El miedo es un instrumento de control.

San Cristóbal (Táchira).

Pero cuando escasean los productos básicos debido a la funesta irresponsabilidad del gobierno a la hora de controlar la inflación y a que la corrupción campa a sus anchas (el sistema cambiario venezolano está orientado al robo por parte de funcionarios del gobierno), la gente tiende a perder el miedo. El miedo a los represores instruidos por los terroristas de La Habana no puede superar al miedo a la hambruna y a que los hijos de nuestros hermanos venezolanos sean abatidos a plena luz del día por las bandas motorizadas, instrumentos de la política represiva del gobierno que quién sabe si ya se les ha ido de las manos.

Valencia (Carabobo).

Pues bien, a las protestas de los estudiantes por la represión del gobierno, se les unen las protestas de comerciantes que no tienen género, de trabajadores que no pueden trabajar y de esa parte de la sociedad civil que ve intolerable la persecución contra sus derechos civiles de reunión, de libertad de prensa y de asociación. La historia del chavismo es la historia de cómo sustituir un sistema representativo —con muchísimos fallos, nadie lo niega— por un régimen de abusones y pistoleros que usan la excusa de la democracia oclócrata para destruir la democracia representativa. Esta historia de desaparición de libertades civiles se ve facilitada por la violencia generalizada y el expolio de los recursos nacionales, (fundamentalmente petrolíferos, porque el sector primario ya lo han arrasado).

Pistolero identificado como miembro del Movimiento Tupamaro de Venezuela, uno de los grupos de apoyo a la dictadura comunista. La prensa venezolana no puede publicar una foto así.

Coincidiendo con el Día de la Juventud, el 12 de febrero cientos de miles de venezolanos salieron a la calle a protestar, coincidiendo con una estrategia formulada por la oposición democrática de "ganar la calle" evitando el caos. Es encomiable que la oposición democrática venezolana no se haya dejado llevar por vías alternativas que dadas las provocaciones de los aprendices de los criminales de La Habana conllevarían un gran coste humano. Y eso que las circunstancias justificarían ese tipo de vías alternativas. En todo caso, en estas manifestaciones se produjeron tres muertos: dos estudiantes y un miembro de un "colectivo" pro-gubernamental. Los heridos ascienden a casi la treintena entre manifestantes desarmados y miembros de los cuerpos represivos. Los detenidos se cuentan por docenas, incluyendo menores de edad y puestos a disposición de los tribunales mediante instancias militares.

Construyendo el socialismo.

Uno de los más famosos señores del crimen de Caracas ha culpado de los episodios violentos a la "derecha fascista". Las fotografías que los venezolanos suben a Internet puenteando el apagón informativo impuesto por la dictadura muestran a pistoleros vestidos con uniformes de las fuerzas de orden público (un policía de una dictadura no es un policía, es un vulgar pistolero y un traidor a su país). Pese a las pruebas que implican a miembros de la seguridad del estado en los tiroteos contra manifestantes pacíficos, el gobierno colonial cubano en Venezuela ha ordenado iniciar la persecución de algunos de los principales líderes opositores.
La estrategia represiva del chavismo ha sido utilizada profusamente por muchas dictaduras a lo largo de la historia contemporánea. Una dictadura cercana a su desaparición es como un animal herido, reacciona con violencia sin atender a ninguna otra circunstancia. Queda por saber cuánto tiempo resistirán a la defensiva y cuántos más muertos están dispuestos a asumir los venezolanos. En lo que a España respecta, cabe preguntarnos qué hace nuestro gobierno para apoyar la victoria sobre el comunismo en Venezuela, para cuidar de nuestros emigrantes en Venezuela (180.000 españoles en Venezuela de los que 45.000 son gallegos), para aliviar la situación de escasez y de persecución de libertades civiles tanto unilateral como multilateralmente en el marco de la UE y por último, pero no menos importante, por qué los medios de comunicación públicos asumen una equidistancia vomitiva entre gobierno y opositores.
¿Cómo logra el chavismo llevar a Venezuela a toda velocidad hacia el Tercer Mundo?

¡Ouch!

Que Venezuela se dirija a toda velocidad hacia el Tercer Mundo no se debe a una serie de catástrofes naturales que hayan arrasado el país, sino a la acción planificada de su gobierno. Un gobierno empeñado en algo que se llama "revolución bolivariana" y "socialismo del siglo XXI". Los pasos dados hacia la escasez e inflación en el país responden a una cuidadosa agenda orquestada para acabar con el ahorro y poder adquisitivo de los venezolanos. Este empobrecimiento general, junto a la consabida corrupción planificada, son piezas fundamentales que contribuyen al aumento del miedo y la violencia. Miedo y violencia necesarios para imponer el dogma socialista. En todas las revoluciones socialistas ocurrió igual (de hecho, ninguna triunfó sin llevarse por delante como poco a un 10% de la población del país). Si acaso en la Europa Oriental este miedo y violencia tenían el carácter objetivo de la presencia del Ejército Rojo, que no aceptaba ningún competidor en esos campos. Pero veamos qué lleva a Venezuela a llamar a la puerta del Tercer Mundo para pedir su ingreso como miembro de pleno derecho.
Para recorrer este camino utilizaré un documento firmado por varias docenas de economistas venezolanos y publicado por el grupo Pensar en Venezuela. El control político de PDVSA a partir de 2003 y del Banco Central de Venezuela a partir de 2005 no son sino meros hitos en el proceso de dominio político de la economía del llamado gobierno revolucionario (robolucionario, más bien). El proceso de continuo deterioro económico del país, que ya partía de una situación complicada antes de que el militar golpista tomara el poder en el 98, tiene varias causas meridianamente identificables.

Las divisas que entran en Venezuela a través de PDVSA (el petróleo supone el 99% de las exportaciones del país, locura que ninguna satrapía del golfo Pérsico se permite) no se corresponden con los ingresos en el BCV. La mitad de estos ingresos es derivada a programas de la estrategia política internacional bolivariana y a pagar la deuda contraída con China. Asimismo, PDVSA deja de ingresar debido a los compromisos en la exportación a precio preferencial a países como Cuba y otros del Petrosur, etc. Pese a que el precio del petróleo llegó a sus máximos históricos en la última década, los ingresos de PDVSA no siguieron el mismo patrón.
El gobierno venezolano carece de instituciones regulatorias independientes del estado. No existen mecanismos de control ni de freno ante la voluntad política de fijar el precio de la moneda. Ni siquiera, como se ha visto últimamente, existe libertad de precios para los productos de venta al público general. Esto siempre ha causado distorsiones en el abastecimiento y por eso existe escasez de insumos básicos (papel higiénico, harina, papel industrial para la prensa, coches, billetes de avión... todo). Esta escasez potencia el mercado negro y la delincuencia (asaltos, robos) y disminuye los ingresos fiscales del estado.

La restricción al acceso a divisas no provoca una mayor redistribución de riquezas, sino que debilita el potencial productivo de la economía venezolana. Además, aumenta el desabastecimiento del comercio y la industria que pierden efectividad y capacidad de reacción. Esta desindustrialización planificada por el gobierno pone en peligro la estabilidad en el empleo, empleo que, debido a la inflación, se precariza. Las medidas socialistas de expropiar empresas y estatalizarlas, tienden al mantenimiento de empleo en situación precaria y al enriquecimiento de cuadros progubernamentales. Sin embargo estas empresas, al no operar con información del mercado, son pozos sin fondo para las arcas públicas y motivo de un mayor endeudamiento con China (que recibe petróleo a cambio).
La paralización programada por el gobierno de la economía productiva venezolana, lleva pareja un florecimiento del mercado negro y un aumento de las importaciones de productos que de otra forma se producirían en Venezuela. Efecto bola de nieve: las confiscaciones y estatalizaciones perjudican a las empresas productivas, el estado suple esa carencia mediante importaciones y el resto de empresas privadas no confiscadas pierden competitividad, con lo que, para mantener el empleo, son a su vez estatalizadas, aumentando así el gasto público y perdiendo competitividad al quedarse sin información real del mercado.
La gallina petrolera de los huevos de oro se muere

El Gosplán caribeño en que han convertido PDVSA reproduce punto por punto los errores de los planes quinquenales soviéticos. Todos los objetivos de producción se han incumplido y encima el gobierno lleva meses sin publicar estadísticas oficiales. Las pocas que hay, son de naturaleza más que dudosa. A la URSS, hasta la Perestroika, la jugada le salía más o menos bien: en Occidente creían que la economía soviética era robusta e incluso se hablaba de un mundo bipolar. Mera fantasía que ocultaba el hecho de que la economía soviética representara menos de la mitad de la americana (sumatorio que incluye una sobredimensionada e inoperante capacidad militar). Pero volvamos a Venezuela.
El Gosplán venezolano marcó un objetivo de producción de 5.800.000 barriles diarios para 2006, jamás alcanzó tal meta. Ahora han rebajado sus expectativas para una producción de algo más de cuatro millones de barriles diarios para 2015. En 2013 estaba produciendo 2.600.000 barriles diarios. Durante esta época de chavismo existe una apreciable diferencia entre las cifras que publica el gobierno y las que calculan los operadores del comercio internacional de crudo. Quizás porque ya era imposible sostener la mentira, el BCV dejó de publicar estadísticas hace casi dos años. Cosa que, como todo el mundo sabe, da una seguridad de cojones a cualquier inversor.
La infraestructura petrolera venezolana no es ajena a los problemas que viven otros sectores. Una tasa de cambio que dificulta la adquisición de repuestos en el mercado internacional, un control político que afecta a la calidad de los puestos gerenciales, una caída del poder adquisitivo que propicia el mangoneo, el contrabando a Colombia y una situación generalizada de deterioro en factores técnicos y humanos, provoca el aumento de frecuencia de las paradas y el consiguiente aumento de las importaciones de derivados del petróleo. Estas importaciones de derivados del petróleo ascienden a un total de 8.400 millones de dólares. Para hacernos a una idea de la gravedad del asunto, las exportaciones venezolanas no petroleras suponen 3.300 millones. Se están cargando a la gallina de los huevos de oro.

PDVSA, una empresa en quiebra. José Guerra - Noticiero Digital

Esta situación complicada de PDVSA afecta negativamente a las muy renqueantes cuentas públicas. PDVSA no está en situación de responder a sus obligaciones fiscales con lo que entrega pagarés al BCV que pasa a monetizarlos, contribuyendo de forma determinante a la espiral inflacionaria. En 2013 el BCV financió con 40.000 millones de dólares a PDVSA (un 11% del PIB venezolano). Usar un Banco Central para monetizar déficits de empresas públicas es una fórmula mágica que jamás ha funcionado en ningún país del mundo. La inflación en Venezuela no responde a "errores capitalistas" ni a "conspiraciones", la está provocando un gobierno galácticamente inepto.
Reducen los ingresos por petróleo, monetizan la deuda, aumenta la inflación, vuelven a reducirse los ingresos del petróleo, vuelven a monetizar el déficit de caja de PDVSA, con lo que vuelve a aumentar la inflación... dada esta situación, acaban antes si bombardean las ciudades (ah, pero entonces no pueden robar).
Un gobierno sociópata
En una situación brutalmente deteriorada y carencial, el gobierno chavista ni siquiera tomó una medida como la de Mugabe ante la hiperinflación zimbabuense, esto es, dejar circular moneda extranjera en el país. Al contrario, complicó más la entrega de divisas y devaluó el bolívar. Consecuencia de manual: caída a plomo de la tasa de cambio en el mercado negro y aumento del mercado negro. La escasez derivada de estas torpes medidas afectó a la adquisición de bienes de consumo como vimos en la prensa, pero también afecta a la adquisición de repuestos y productos intermedios de la actividad productiva (lo que no se ve, pero tiene peores consecuencias).
Junto al desastre del petróleo, es el control cambiario el empujoncito que Venezuela necesita para ser recibido en el Tercer Mundo. Dificultar la entrega de divisas a los importadores no evita la "acaparación" sino que evita... las importaciones. Estas importaciones que se dejan de hacer no son sustituidas por la producción nacional. El resultado es conocido: escasez. Entonces, ¿por qué ese empeño por aherrojar el tipo de cambio? Muy sencillo: quien controla el tipo de cambio accede de forma preferencial a sobornos y a un dólar por 6,3 bolívares, de ahí va al mercado negro, donde puede obtener hasta 90 bolívares por dólar y repetir. Calculan que sólo en esta oficina del gobierno el fraude asciende a 25.000 millones de dólares (un 6,5% del PIB, no está mal).
La escasez de productos —provocada por el gobierno— tiene un efecto psicológico que a veces se reproduce en situaciones de catástrofes naturales: el acaparamiento. Este acaparamiento realimenta la escasez. Ante esto el gobierno marca limitaciones a la compra de productos básicos y topes a la tasa de ganancia. Nuevamente esto no resuelve nada (es más, lo empeora). La preferencia de adquirir productos por cauces ilegales, ha fortalecido de tal manera el mercado negro que el suministro normal de bienes e insumos es una tarea casi imposible de lograr. Y termino con una cita:
La inflación en alza y las amplias distorsiones cambiarias empobrecen más a los pobres y aumentan la riqueza de los pocos que tienen acceso a ahorros en moneda dura, lo cual deteriora rápidamente la distribución del ingreso nacional. De continuar el Gobierno en el presente curso, los problemas económicos de los venezolanos se agravarán en forma dramática. El alza sostenida de los precios, la caída del ingreso real, las limitadas oportunidades de empleos bien remunerados y la escasez de alimentos, medicinas y una variedad de bienes de uso frecuente, harán de la vida de los venezolanos un proceso de empobrecimiento y padecimiento por pesadas dificultades económicas, todas relacionadas entre sí.

Convertir la vida de alguien en un "proceso de empobrecimiento y padecimiento" es un crimen que no puede quedar impune.