Otra cosa muy diferente es lo que sugieren algunos economistas cuando afirman que el problema está en vincular las entidades financieras con la actividad política. Pues no, no estoy de acuerdo. Y si no, sólo tenemos que acordarnos de Lehman Brothers en USA. Precisamente, la política debería ser el poder que controlase al poder financiero para así asegurar la pulcritud de sus objetivos y la bondad de sus prácticas. El problema no es que la política entre en bancos y cajas, el problema es la sensación... no, mejor, la certeza de impunidad que impera en este país. Todos tenemos muy claro que, hagan lo que hagan, la casta política está al margen de explicar ante un juez sus incapacidad o, peor aún, sus desmanes conscientes. Exijamos justicia ya. Podríamos esgrimir muchas razones, pero no es necesario porque hay algo mucho más esencial: el estado democrático debe ser el imperio de la justicia y, ¡qué carajo!, tenemos derecho.
Una visión crítica -personal- de la economía, la actualidad política y los medios de comunicación.