Una orquesta de cámara no se forma sólo con buenos instrumentistas, esta vez músicos de la Orquesta del Palau de les Arts de Valencia que llegaban con buen curriculum a su presentación o "puesta de largo" en Oviedo, formación plena de cuerda (4+4+3+2+1) dirigida por el concertino en dos obras y sumándose como solista Vadim Repin, aunque en el programa figurase también como director.
Una cosa es tocar música y otra muy distinta hacerla, transmitirla, disfrutarla para así contagiar al público y vibrar en feliz conjunción. Se puede tocar todo lo indicado en la partitura más allá de las notas (incluso se pueden merendar algunas): matices, dinámica, agógica, texturas, contrastes... pero si falta la entrega, el sentimiento, amén de la necesidad de jugar en equipo y no sumar individualidades, el campo se queda grande y la afición (al menos la mía) no disfruta. Ni siquiera hubo planos sonoros bien equilibrados sino adición - sustracción que dio turbiedad a obras que pedían limpieza cristalina; tampoco una afinación correcta. Y del solista de buen nombre y mejor instrumento (Guarneri del Gesú, 1736) esperaba no ya técnica al servicio de la música, que como en mis tiempos de mili vendría a ser "valor se le supone", sino ese plus exigible a un músico que pareció buscar más el efectismo que el arte, el tiro a puerta que el regate y pase al compañero. Decepción total y nadando contra corriente en mi apreciación siempre personal, pues el "estadio" parecía vivir la Final de la Copa de Europa y yo un amistoso de juveniles.
Salió Repin para protagonizar el Concierto para violín y orquesta en Re m. de Mendelssohn, otra obra juvenil de un Félix con 13 años enamorado de nuestro Bach en Leipzig, que no tiene nada que ver con su famoso Concierto en Mi m. Ni solista ni orquesta lograron hacerme vibrar en ninguno de los movimientos a pesar del intento pulcro de búsqueda musical, muy aséptico y carente de encanto, como si la figura del primer equipo fuese el reclamo en una alineación no habitual.
El retorno del maestro Repin para cerrar con la Fantasía "Carmen" de Bizet - Waxman reafirmó la primera impresión en los 45 minutos iniciales, esperaba el virtuosismo que el arreglo del cinematográfico y oscarizado Franz Waxman volcó a partir de distintas melodías de esta ópera que me "transportó" a Las Palmas de Gran Canaria donde la está cantando triunfalmente nuestra querida Beatriz Díaz con Nancy Fabiola-Herrera y Aquiles Machado de compañeros de reparto. Lástima que no pudiésemos apreciar toda la riqueza del arreglo ni siquiera bien arropado (y faltaban instrumentos), aunque al menos las entradas resultasen correctas, es decir que no perdieron el balón. Personalmente me gusta más Sarasate.
Y como en el refrán, no quieres taza, pues taza y media de regalo, otra fantasía o intento pero de Paganini y el Carnaval de Venecia más cercana a "Tres pelos tiene mi barba" que a lo esperado de un concierto triunfal a la vista de los aplausos y sin la emoción por el resultado final de todos lo partidos amistosos, aunque Ronaldo o Messi jugasen con los canteranos no titulares.