Justicia y tauromaquia son dos términos que en otros tiempos formaban un conjunto indivisible y que en la actualidad pertenecen a categorías opuestas.
Aristóteles entendía la justicia como una igualdad proporcional. Lo que le corresponde a cada ciudadano (torero) tiene que estar en proporción con su contribución a la sociedad (tauromaquía), sus necesidades (caché) y sus méritos personales (triunfos).
Diego Urdiales tiene algo de Aristóteles en aquello de desmitificar a Platón y sus teorías metafísicas, desmontando la dualidad de los mundos del auténtico ser y de la mera apariencia. Para Aristóteles el ser (toro) significa la esencia y la forma determinada de cada cosa, como también la cualidad, la cantidad y los demás atributos que se predican de esta manera. Así, es capaz de enfrentarse a seres de diferente linaje, carácter y condición, siempre bajo la misma esencia (bravura).
Falta ná para desflorar febrero y Urdiales, el filósofo de Arnedo, no está anunciado ni en Fallas, ni en La Magdalena; en Sevilla tienen el desprecio de poner a competir su nombre con César Jiménez o Luis Vilches, para la corrida de Victorino; en Madrid, a falta de noticias, es de suponer que lo pondrán en una corrida donde no estorbe mucho y a última hora.
Da la sensación de que Urdiales, además de matar lo que casi nadie quiere, tiene que mendigar por esas plazas de Dios, para que lo tengan medio en cuenta. Afortunadamente, aún hay aficionados que saben que los que mendigan son siempre los mismos, esas figuras de pacotilla, en esas faenas kilométricas tan suyas en las que mientras dan dos mil derechazos, con la izquiera pasan el cepillo, como en las iglesias cuando entraba la gente.
PD: Me fío de Sevilla Taurina y doy por hecho que Urdiales acompañará al Cid y a Moreno en Sevilla. Por otro lado, en Burladero, apuestan por Cid, Uceda Leal y Jiménez. Suena a cartel ilógico, y por eso, me estremezco y pienso que puede estar en la cabeza de Canorea.