El encargo de un objeto es posiblemente la versión más íntima y personal de la acción de compra. La irremediable implicación del cliente en el proceso de creación hace de esta modalidad ya no sólo una mera adquisición sino toda una experiencia, más o menos intensa en función del profesional en cuestión y nuestras ganas aportadas.
Soy consciente cada día de todos aquellos que realizan el encargo de un traje, zapato u cualquier otro producto artesanal sin aprovechar el 100% de la experiencia ofrecida, algo perfectamente lícito y respetable. Pero, desde mi punto de vista, esto me parece desaprovechar por completo la oferta profesional adquirida. Aunque hay que reconocer que ese aprovechamiento completo exige por nuestra parte un cambio de actitud y predisposición que no todo el mundo está dispuesto a ofrecer, y que muchos artesanos no están tampoco por la labor de promover.
Ya hablamos en el artículo de Reflexiones sobre el Marquismo, cómo la mayoría de usuarios trata de huir de todo proceso de implicación, y prefieren simplificar todo ello buscando una marca que presumiblemente les ofrezca la seguridad y concepto que buscan, adaptando sus gustos a ello, y no a la inversa.
Hace algo más de un año empecé el primer Proyecto Moto SinAbrochar, con el comienzo de la restauración y personalización de una Yamaha SR250.
Inicialmente el proyecto comenzó de una forma más rudimentaria, además de sufrir una serie de contratiempos al cruzarme con un par de profesionales poco serios. Pero un día, a través de un buen amigo acabé conociendo a Chus, de Kacerwagen, un chico joven pero experimentado que además contaba con un taller personal y una serie de amigos especializados en cada materia.
Las ganas mutuas no tardaron en contagiarse de uno a otro. Y lo que comenzó siendo un proyecto de renovación y lavado de cara, empezó a convertirse, gracias a Chus, en todo un rediseño de mi moto.
Él consiguió que pensase en mi proyecto como un lienzo en blanco sobre el que dibujar mis ideas y, entre los dos, darle la forma correcta. ¿Os suena esto?
Efectivamente, es el símil que he usado en otras ocasiones para describir la Sastrería Artesanal frente a la Industrial.
Como todo genio, Chus -y sus secuaces- tienen sus particularidades personales y una forma muy distinta de ver la vida, al menos eso creí en un principio, ya que conforme todo se fue desarrollando, fui dándome cuenta de que eran más las cosas que nos unían que las que nos separaban.
A día de hoy no podría calcular cuánto he aprendido de todo ello. Pero sobre todo, me han ayudado a confirmar que el verdadero disfrute de todo encargo no está sólo en su culminación sino en todo el proceso en sí. Que alguien te de la posibilidad de imaginar, crear y materializar todo ello es algo que no tiene precio.
He podido ser testigo de la adaptación de chasis a las exigencias de la geometría buscada, la creación íntegra de todo el asiento, el cambio completo de la instalación eléctrica, la limpieza y restauración del motor, y un sinfín de elementos que han dado como resultado lo que veis a continuación y que muy pronto os mostraré con todo detalle.
Pero esto no queda solo en mi proyecto, ya que de forma paralela he podido disfrutar del avance de motos como esta Yamaha XS400 sobre la que se están haciendo verdaderos detalles impresionantes.
Sólo hay que ver el perforado superficial sobre la tapa del motor, el colector artesanal, el subchasis y asiento integrado…
Por todo esto pero sobre todo por las ganas, entusiasmo y conocimiento que demuestran cada día en Kacerwagen, no puede parecerme más que acertado compararlos con la más alta sastrería artesanal. Y los tenemos aquí en España, más concretamente en Huelva.
www.kacerwagen.com
Pronto os enseñaré mucho más sobre el resultado final de mi moto.