Esta combinación de fotos muestra al candidato presidencial republicano Donald Trump (i) y la vicepresidenta Kamala Harris en el debate en Filadelfia el 10 de septiembre del 2024. (AP foto/Alex Brandon)
El 5 de noviembre se producirá en los Estados Unidos de América la votación popular que determinará la elección de su Presidente. La designación está marcada por numerosos condicionantes y excepcionalidades, insólitas en una democracia de casi doscientos cincuenta años. Como máximos aspirantes, figura un candidato republicano que ya ha sido Presidente, pero que opta al cargo sin ocuparlo, condenado en sentencia por treinta y cuatro cargos penales, con más procesos judiciales pendientes y un intento de asesinato fallido. Del otro lado, una candidata demócrata, actualmente Vicepresidenta, que se postula de forma precipitada tras la renuncia más o menos forzada del actual Presidente. El resultado afectará de forma global al resto del mundo, dada la importancia económica, militar y geoestratégica del país norteamericano. He aquí algunas singularidades que merece la pena conocer:
Las elecciones para la proclamación del Presidente de los Estados Unidos se realizan cada cuatro años, siempre el primer martes después del primer lunes de noviembre. La designación de los candidatos dentro de los partidos se produce durante los meses anteriores a la jornada electoral, por medio de un proceso previo (primarias o “caucus”) donde los votantes eligen, de entre quienes se presentan a la elección, a la persona que consideran más idónea o que les gusta más para presentarse a las elecciones. Tienen lugar en cada uno de los Estados miembros. Este año los republicanos iniciaron este camino el 15 de enero en Iowa, mientras que los demócratas lo hicieron el 3 de febrero en Carolina del Sur. Dentro de este periodo destinado a conocer a los candidatos de los partidos, existe una jornada especial conocida como “el supermartes”, por coincidir ese día las votaciones en muchos Estados.
Una singularidad de estas “primarias” supone el modo de participación de la ciudadanía. Simplificando la cuestión, se pueden distinguir dos tipos:
- Abiertas: La población puede votar en las primarias del partido de su elección, independientemente de su propia afiliación partidista. Es decir, no es un requisito para participar en la elección del candidato de un concreto partido ser militante del mismo o manifestarle su adhesión. Sin embargo, no se puede votar en más de una elección primaria de un partido. Se debe elegir solamente una.
- Cerradas: Los votantes deben declarar su afiliación a un partido antes de las elecciones primarias y sólo pueden votar en las primarias de ese partido.
Para poder votar en Estados Unidos, el ciudadano debe registrarse como votante. Los requisitos y formas para hacerlo varían en función del Estado miembro y del tipo de elección. Para poder optar al cargo de Presidente, sólo las personas que tenga la nacionalidad norteamericana por nacimiento serán elegibles, siempre que sean mayores de 35 años de edad y hayan residido en el país al menos catorce años.
En cada una de esas primarias o “caucus” se designa a cierto número de delegados. Es decir, el candidato que obtiene el mayor respaldo recibe los delegados en juego en esa elección. Dichos delegados son miembros activos del partido, líderes o personas que han apoyado al candidato. La cantidad de delegados que gana dicho candidato varía en función de los Estados y depende, además, de las reglas internas del partido. Al terminar las elecciones primarias y “caucus”, los delegados seleccionados acuden a la Convención Nacional del partido. Se trata del evento donde los partidos ratifican la elección de sus candidatos a Presidente y Vicepresidente. En esas Convenciones Nacionales participan dos tipos de delegados:
- Los denominados “delegados comprometidos”, que deben apoyar al candidato que se les asigna durante el proceso de las primarias o asambleas del partido (caucus).
- Los denominados “delegados no comprometidos” o “superdelegados”, que pueden apoyar al candidato presidencial de su preferencia. Son una minoría, y normalmente los designan los partidos entre gobernadores, expresidentes o congresistas.
El primer Presidente de Estados Unidos fue George Washington, que gobernó de 1789 a 1797. Hasta ahora sólo ha habido un Presidente que ha ganado la Presidencia dos veces no consecutivas, Grover Cleveland, como vigésimo segundo (de 1885 a 1889) y vigésimo cuarto (de 1893 a 1897) mandatario de EE.UU.. Si en noviembre ganase Donald Trump, sería el segundo de la Historia que repitiera sin ostentar el cargo. Tampoco ha habido nunca una mujer Presidenta de los Estados Unidos. Catorce Vicepresidentes han llegado a ser Presidentes. Nueve, debido a la muerte del Presidente electo, ya sea por asesinato o por enfermedad. Cinco, después de terminar su mandato como Vicepresidentes. John Quincy Adams y George W. Bush son los dos hijos de Presidentes que también han llegado a serlo.
En las elecciones a la Presidencia, no se designa Presidente de forma directa a quien más votos ha obtenido. Cada Estado miembro tiene asignado un determinado número de compromisarios. El Estado que cuenta con más es California, con cincuenta y cuatro. Hasta ocho Estados designan sólo tres. La suma de dichos compromisarios conforma el denominado “Colegio Electoral de los Estados Unidos”, que es el formalmente encargado de elegir al Presidente y al Vicepresidente de la nación. En cinco ocasiones, el Presidente finalmente electo no fue el candidato que más votos populares recibió, pero sí el de más compromisarios en ese Colegio Electoral: John Q. Adams, Ruthegord Hayes, Benjamin Harrison, George W. Bush y Donald Trump. En las elecciones del año 2016, Trump obtuvo 62.985.106 votos, frente a los 65.853.625 de Hillary Clinton. Sin embargo, Trump logro 306 votos de los compromisarios del Colegio Electoral, frente a los 232 de Clinton.