Kampong Chhnang y los pueblos flotantes del Tonle Sap

Por Mteresatrilla
Muy probablemente, si no hubiera sido por los buenos consejos de Carol, reflejados en su blog "En el camino con Moonflower", esta pequeña ciudad provinciana, hoy no formaría parte de nuestro recuerdo. Kampong Chhnang está localizada en el corazón de Camboya donde sus fértiles tierras están recubiertas de interminables campos de arroz mostrando ese tan característico paisaje camboyano.Kampong Chhnang da también el nombre a la provincia, una de las nueve que forman parte dela Reservadela Biosferadel lago Tonle Sap, por lo que en su economía tiene un peso importante la actividad pesquera.Se encuentra a 91km de la capital, bien comunicada por la nacional 5 en dirección a Pursat y Battambang. Es una ruta muy transitada en la que operan la mayoría de compañías de autobuses, por tanto, es este medio la mejor manera de llegar hasta allí en transporte público, aunque no el único, ya que los ferries rápidos que hacen el trayecto de Phnom Penh a Siem Reap pasan también por Kampong Chhnang.

Realizamos el viaje en dos etapas viéndonos obligados a pasar de nuevo por la capital. De Kampot a Phnom Penh y de Phnom Penh a Kampong Chhnang, en un bus de la compañía Paramount con destino a Battambang. Viajamos en un autobús de dos pisos que ha vivido épocas mejores. Los pasajeros ocupamos sólo el segundo piso y el primero está a rebosar de paquetes, cajas, sacos de arroz, maletas, incluso motocicletas y bicis. A pesar de que el bus sale puntualmente de la estación, después de noventa minutos aun estamos dando vueltas por Phnom Penh recogiendo más paquetes.Al llegar a destino, somos los únicos pasajeros que nos quedamos en esta ciudad. Rápidamente se nos acercan dos chicos que nos ofrecen el desplazamiento en su moto hasta el hotel. Parece que tienen bien controlados los horarios de los autobuses por si llega algún turista y pueden ganarse unas monedas. Aquí no hay taxis y los tuk tuks escasean, por lo que aceptamos sin apenas pensarlo. Es lógico, la demanda es muy pobre por lo que la oferta es casi inexistente. También hay poca oferta hotelera y guiándonos de nuevo por los consejos de Carol ya nos vamos directamente al Hotel Sovannphum que se encuentra a dos minutos en moto de la plaza dela Independenciadonde nos ha dejado el autobús.

Colonia de macacos en plena calle de Kampong Chnnang


Está considerada una de las provincias con menos atracciones turísticas por lo que nadie se preocupa en promocionar Kampong Chhnang. Los hoteles suelen ocuparlos gente de negocios o alguien que hace un alto en el camino a Battambang.La ciudad es bastante grande aunque no lo aparenta ya que se encuentra dividida en dos núcleos de población, el centro y el área del puerto situada a unos tres kilómetros.Dedicamos la primera tarde a pasear por sus calles polvorientas, especialmente por los alrededores del mercado central, Psar Leu, un hervidero de vida.Nos sentimos observados pero para nada incómodos ya que la gente nos sonríe y nos saluda, especialmente los niños, con una espontaneidad y simpatía que se agradecen.En el idioma jemer, Kampong (o Kompong) significa puerto y Chhnang se traduce algo así como cazuela de barro. El nombre no es casual, ya que esta provincia es muy conocida por sus trabajos en arcilla que abastecen todo el país.

Mercado Psar Leu


Máquina para triturar hielo. ¡me encanta!


Alrededores de Psar Leu


Alrededores de Psar Leu


Mercado Psar Leu

Mercado Psar Leu

Contratamos un tuk tuk para todo el día y a primera hora, cuando el calor todavía no aprieta demasiado, nos dirigimos hacia Ondong Rossey, para ver el trabajo artesanal del barro. Son unos7 kmde puro placer, a través de campos de arroz y palmas de azúcar.Ondong Rossey es un pueblo donde cada familia se dedica al trabajo de la arcilla que se extrae de la cercana montaña Phnom Krang Dai Meas. Están más o menos especializados y algunos más profesionalizados que otros. No todas las familias disponen de horno para cocer el barro, que dejan secar primero al sol y después lo cuecen en pequeños hornos alimentados con carbón. La gente está encantada de mostrar su trabajo y la mayoría lo hace con una sonrisa de oreja a oreja. La primera casa que visitamos es quizás la más profesionalizada. Fabrican una especie de fogones para cocinar combinando el fango con una chapa galvanizada en un diseño original y práctico que se utiliza en muchos hogares de todo el país y se ven también en la mayoría de puestos de comida alrededor de los mercados.Entre el barro y la chapa lo rellenan de tierra mezclada con paja, semillas… y las mujeres acaban de pulir el fango con una especie de espátulas.

Fogones de barro


Aunque hay un par de hombres trabajando, parece que éstos se dedican más a las labores del campo y el trabajo del barro es una actividad que llevan adelante mayoritariamente las mujeres. No hace falta decir que por medio de estos talleres artesanos corretean las gallinas, gallos y polluelos y tampoco faltan las vacas ni los atemorizados perros que apenas se dejan tocar. Los niños de la casa y los abuelos completan la estampa familiar.

Horno para cocer el barro

Visitamos bastantes negocios similares, cada uno especializado en un tipo de pieza. La típica hucha con forma de cerdito de diferentes tamaños, figuras decorativas, jarrones y recipientes, plafones portalámparas. Algunas mujeres trabajan con el torno mientras que otras van moldeando el barro como si fuera plastilina y en algunos casos lo decoran con la ayuda de un punzón. Incluso nos dejan demostrar nuestras habilidades pero los trabajos manuales nunca se me han dado demasiado bien, por lo que el resultado provoca las risas de las muchachas.

Tras un corto trayecto en tuk tuk nos dirigimos a otro lugar donde tenemos ocasión de ver el trabajo y los productos obtenidos de la palma de azúcar.Lapalmadeazúcares una planta indígenadel sudeste asiático. Los agricultores siembran árbolesde palmaen los diquesdesus campos para dar sombra al arroz, proteger el campodelos fuertes vientos y también para aprovechar la savia. Los árbolesdepalmacomienzan a producir savia a partir de los15 años. De estos árboles se aprovecha casi todo: sus raíces se utilizan como medicina, los troncos como madera para construir las casas, las hojas para manuscritos, artesanías y material para techos y los frutos son comestibles. Ademas,debido a su profundo sistemaderaíces, los árbolesdepalmareciclan nutrientesdelas capas más profundasdel suelo hacia las superiores ydeesta manera juegan un papel importante en mantener la tierra fértil.Un hombre trepa por el tronco de un árbol y sobre una caña de bambú como el mejor de los equilibristas va pasando de una palmera a otra. Cuando desciende los recipientes de bambú que lleva atados a ambos lados de la cintura están llenos de la savia extraída que nos ofrece para probar. Es un líquido muy dulce que una vez fermentado da el vino de palma que también tenemos ocasión de degustar. Lo venden en pequeñas botellas de plástico al precio de 2$. La savia se cuece hasta que espesa dando lugar al azúcar, una especie de pasta con un aspecto que recuerda la pasta de cacahuete.

Trabajando la palma de azúcar 


Preparando el azúcar


La cosecha de arroz va más adelantada que en Kampot o Kratie donde los campos eran de un color verde intenso. Aquí tienen ya un color dorado y muchos ya están segados. En esta zona las cosechas son abundantes y trabajan el campo de una forma algo más mecanizada, tal como podemos observar con las labores de la trilla.

Trillando el arroz

Al igual que el resto de familias de Ondong Rossey, las mujeres se dedican también al trabajo del barro. Una joven modela recipientes con la curiosidad de que en vez de utilizar el torno, es ella misma que da vueltas alrededor de la pieza, llegando a hacer de esta manera hasta 3 ó4 kilómetrosy lo que tiene más mérito…¡sin llegar a marearse!

De aquí al mercado

Esta interesante visita se puede combinar con Phnom Santuk, una colina rocosa desde donde se disfruta de unas bonitas vistas de los alrededores. está situada detrás del templo del mismo nombre, Wat Santuk, a la que se accede tras subir una larga escalinata.

Wat Santuk


Hacia Phnom Santuk


Desde Phnom Santuk

Una de las mejores actividades que se pueden realizar en Kampong Chhnang, es dejarse llevar en una barca de madera tradicional a través de las laberínticas calles de agua de alguno de los dos pueblos flotantes que se encuentran en esta zona del río Tonlé Sap. Su encanto radica en que no están tan explotados turísticamente como Chong Kneas, cerca de Siem Reap, o incluso menos que Kompong Luang a pocos kilómetros de Pursat.Cuando nos acercamos al puerto, una chica vietnamita nos ofrece un paseo en su barca que aceptamos sin tener que regatear demasiado. Los dos pueblos flotantes son Chong Kos al noroeste y Phoum Kandal al este. La muchacha nos explica que en el primero viven camboyanos mientras que en su pueblo, Phoum Kandal, todos los habitantes son de etnia vietnamita. Durante la estación seca, que va de noviembre a mayo, el lago Tonle Sap es relativamente pequeño, unos 2.700 kilómetros cuadrados. Sin embargo, el río que conecta con el lago empieza a llenarse durante la época del monzón debido al cambio de sentido del río Mekong, lo que provoca un gran aumento de volumen de sus aguas hasta alcanzar una extensión de 24.605 kilómetros cuadrados, aumentando más de diez veces su tamaño. Con tales fluctuaciones, las viviendas se trasladan al lugar adecuado según la temporada.

Pueblo flotante Phoum Kandal en Tonle Sap




Servicio de comida a domicilio

Phoum Kandal se trata de un pueblo en toda regla. Sus calles son de agua en lugar de asfalto o tierra y las casas se mantienen a flote sobre las grandes balsas de bambú en las que se sostienen con un constante balanceo. Se alinean formando canales por donde se deslizan hábilmente las embarcaciones, muchas veces convertidas en tiendas ambulantes. Algunas de las casas tienen un pequeño jardín lleno de flores o incluso corrales con aves y como no, sus animales de compañía. La mayoría tienen también televisor y las antenas parabólicas han pasado a formar parte del pueblo como un elemento más. La escuela es una casa flotante de color azul, con su gran pizarra y unas cuantas filas de pupitres con unos atentos alumnos. También hay tiendas, barca que reparte comida a domicilio, un templo, barberos, mecánicos, bares, gasolineras… Un grupo de jóvenes está jugando a cartas, una mujer medio adormecida se balancea en su hamaca delante del televisor, algunos niños repasan los deberes mientras se dirigen a la escuela. Un hombre repara una barca, otro echa la red al agua…y es que aquí se vive de la pesca.

Tienda flotante




Lo que parece es que hay muy poca intimidad y es fácil enterarse de lo que sucede en casa del vecino. La ventaja es que si no te llevas bien con el vecino es fácil cambiar.Una vez más comprobamos la gran capacidad que tiene el ser humano para adaptarse a su medio. Y es que en Camboya, al igual que en otros países del Sudeste Asiático desde hace siglos el hombre ha adaptado su modo de vida al medio acuático.