Kapringen (A Hijacking), Dinamarca 2012
Publicado el 03 septiembre 2013 por Cineinvisible
@cineinvisib
Lo bueno del cine es que las sorpresas llegan desde el lugar más inesperado. Este secuestro de un barco mercante por piratas somalíes (casi calcado al argumento que otro genio del cine, Paul Greengrass, estrenará en dos meses sobre el navío Maersk Alabama, bajo el título de Capitán Phillips, con Tom Hanks como protagonista) será, sin lugar a dudas, una de las mejores películas del año. Muy difícil se lo ha puesto el danés Tobias Lindholm al director americano, para superar este impresionante momento cinematográfico, que te deja sin uñas durante un buen tiempo.El cocinero del barco saborea el momento del anuncio por teléfono, a su mujer y a su hija, que en muy poco tiempo habrá acabado su misión y regresará a casa para descansar unos meses. Lejos está de pensar que, minutos después, unos piratas modernos de las costas africanas se apoderarán del barco, y un supuesto traductor será el único interlocutor de un equipaje angustiado y temeroso por su vida. Y no es para menos.Tobias Lindholm, director y guionista de este excepcional film, no es nuevo en el oficio. El talentoso danés ya había colaborado en los guiones de Submarino y La caza de Thomas Vinterberg y dirigido la serie Borgen, en la que Johan Philip Asbæk, el cocinero y protagonista de la historia, interpretaba un papel.Por si no fuera poco el suspense que implica un secuestro en plena mar, a esta explosiva situación se añade las negociaciones del director de la empresa que sabe que el menor error puede saldarse con la pérdida de una o varias vidas de la tripulación. Impecablemente interpretado por Søren Malling (A royal affair), este empresario va a tener que sudar la camisa para no perder los nervios, tranquilizar a las familias, contentar al grupo económico al que pertenece y sobrevivir al intento o al logro (¿?).No se debe desvelar nada más sobre esta fabulosa película, perla de la cosecha anual. Lo único es que hay que verla cuanto antes (y resistir a disfrutarla sólo una única vez). Una última anécdota: cuando casi al final del film parece avistarse una posible solución, el público sabe, intuye y teme que pueda ocurrir algo más, imprevisible. La tensión se masca en la pantalla y en la sala. Cada plano añade una gota de sudor a cada espectador. Todos desean, que no acabe nunca y, al mismo tiempo, que finalice ya; empiezan a agitarse en la butaca; se adivina un final equitativo para todo el mundo. Casi se puede tocar con las manos. Y de repente…