Pedimos varios entrantes para compartir, con el objeto de probar una selección amplia de una carta que incluso resulta demasiado extensa (esto es cada vez más común en los italianos en España, y lejos de resultar positivo, yo creo que acaba cansando al comensal. mejor una cuidada oferta, que mucha y no tan cuidada). Empezamos con una burrata de puglia, con aceite y orégano. Bastante sabrosa. La burrata no hace tanto era un producto reservado a los más selectos restaurantes. Sin embargo está ya muy extendida en España, y son muchos los lugares ya en que se puede degustar una muy correcta. Sí eché de menos, como sucede en la mayoría de restaurantes, que acaben de preparar la burrata a la vista del cliente, con un toque de un buen aceite y pimienta fresca. La acompañamos con un poco de focaccia blanca. Seguimos con unas berenjenas a la parmiggiana, con tomate y jamón, bastante logradas.
También probamos varias pizzas, todas ellas de masa bastante fina, y que nos gustaron bastante. Pedimos la clásica margarita (muy lejos de la de Ouh Babbo! del que ya hablamos aquí hace tiempo), una “diavola”, con salami picante y por último una de boletus que nos recomendaron mucho, y que además de obviamente boletus llevaba también rucola y tomatitos. En cualquier caso, algo menos celebradas no sólo que las de Ouh Babbo! como decía antes, sino algo por debajo de las de Pulcinella.
Para los segundos platos, casi todos pedimos pastas, empezando por la lasagna della mamma, que recomiendan como su plato estrella. Lleva tomate, carne picada, apio, zanahorias, nata, guisantes y parmesano y va gratinada al horno. Tuvo bastante éxito, aunque tampoco como para que sea el plato “más celebrado” de la carta. En el apartado de pastas rellenas probamos los fagottini de queso scamorza y trufa (muy insulsa, sin sabor, y con la pasta pasada), el ravioli gigante, relleno de mozzarella, piñones, almendras, nueces y parmesano, que nos gustó algo más, y por último los panzerotti al funghi, con boletus y aceite de trufa negra. Abusan mucho en este restaurante del aceite de trufa negra. Además (costes obligan!) se trata de un aceite que no tiene demasiado aroma, y que acaba aportando más un aspecto grasiento al plato que sabor.
Probamos varias pastas largas también. Los linguine de trufa, con champiñón, nata, parmesano y crema de trufa (de nuevo con la trufa… Parece que le da clase al restaurante y permite subir la cuenta, pero aquí desde luego no aporta nada). Los linguine de marisco, con carabineros estaban perfectos de punto, muy al dente, aunque excesivamente fuertes. Sin embargo, probablemente fue el plato de pasta que más éxito tuvo. En pequeñas cantidades era un acierto, aunque probablemente el plato entero acabe resultando pesado y canse. La carbonara la ofrecen en la versión “española” (con nata – yo la odio!!) y en la versión italiana original (con yema de huevo – por cierto que yo preparo una buenísima…). Yo pedí esta última. Gran fracaso. Hace tanto que no como una buena carbonara en Madrid… Excesivamente salada, pesada, sin alma…
Ginebras
En el apartado de carnes pedimos un carpaccio de solomillo, aliñado con aceite, limón y parmesano. Igual que con la burrata, le faltó acabarse en la mesa. Por último, unos dados de solomillo, salteados con aceto balsamico. Muy buen punto de carna y bien presentada, aunque fallaba el producto; la carne no era tan buena como debiera ser.
De postre, un tiramisu casero correcto, una tarta de limón bastante normalita, y una de las peores panna cottas que hemos probado en mucho tiempo. La carta de vinos sorprende para un restaurante así. Muy extensa y completa, con referencias incluso selectas, a precios algo subiditos eso sí. La carta de espirituosos, impresionante. Digna de un restaurante de tres estrellas.
De precio, nos pareció algo carete (tampoco demasiado…). Salimos por unos € 50 por persona (éramos 10), con 4 botellas de vino ( € 100 en total) y 6 copas ( € 50 en total). Salimos todos algo decepcionados. Es cierto que tienen algunos platos de mucha calidad, pero la sensación fue de haber ido de más a menos. Los entrantes y las pizzas merecen la visita; las pastas tienen que mejorarlas y mucho; los postres son muy muy regulares. El servicio, limitado, y falta alguien italiano que le dé más credibilidad a su cocina. Al final, un sitio al que se va a tomar burrata, melanzane a la parmiggiana, pizza y un buen gin-tonic de los más de 50 que tienen en carta.
Datos prácticos:
Kasanovac/Alcalde Sainz de Baranda, 4428009 MadridTel.: 91.127.20.20Precio medio: € 40Accesible silla de ruedasParking cercano