Se me dirá, tal vez, que cómo no iba a agasajar y elogiar a esa joven mujer, a Katia, ya que es la digna descendiente de su progenitora.
Pues no; no es suficiente, porque, además de la sangre distinguida que corre por sus venas, en ella misma se reúnen la inteligencia, la belleza, la prudencia, la generosidad y el amor hacia quienes le rodean. Y bien que nos los regala a diario.
De congruo es, querida Katia, que en este día te envíe, un año más (y ya son muchos), mi afecto sin límite y que pida al buen Dios que, al igual que te trajo al mundo en tu Ucrania natal y te ha conformado como mujer en tu España de la que eres ciudadana, pido al buen Dios, repito, que te siga cuidando y protegiendo, y te conceda muchos años más de salud, amor y bienestar, porque si así aconteciere (que seguro estoy) seguiremos gratificándonos con tu presencia y tu femenina inteligencia entre nosotros.
¡Feliz cumpleaños, Katia! ¡Qué cumplas muchos más!
Y ¡felicidades! también a tu augusta madre, que nos ha dejado en ti una muestra más de su esencia inigualable, sabiduría, inteligencia y belleza.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA