Aunque pueda parecer que se trata del mismo alimento, el kéfir no es lo mismo que el yogur. Además de su aspecto, el kéfir es mucho más líquido que el yogur, también difieren en el sabor, el kéfir es más ácido, debido a que las fermentaciones que sufren uno y otro son distintas y, por lo tanto, sus propiedades también lo son. Así, mientras en el yogur se produce una fermentación láctica mediante la cual la lactosa de la leche se transforma en ácido láctico; en el kéfir la fermentación es lactoalcohólica, además de ácido láctico se produce anhídrido carbónico y alcohol, este último en una proporción mínima (en torno a un 1%, prácticamente despreciable).
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