Me despedí de Montse en Kampala, y yo emprendí viaje hacia Kenia, en mis dos últimas paradas en este recorrido rodeando el Lago Victoria, primero en Nakuru, donde visité el Parque Nacional Lago Nakuru y después Nairobi.
Pasar la frontera Uganda-Kenia de madrugada fue algo curioso. Allí se aglomeraban cientos de personas de múltiples nacionalidades, casi ninguno hablaba inglés y se amontonaban en pequeños grupos con líderes que sí hablaban el idioma. La mayoría de ellos eran sudaneses por lo que pude averiguar y se aproximaban a las ventanillas con unos salvoconductos que parecían papiros egípcios. Ya se respira en esta frontera el ambiente tenso que tiene Kenia con la seguridad. Un arco detector de metales junto con un militar y su Kalashnikov custodiaban las taquillas donde te sellan el pasaporte. Un pequeño interrogatorio y un trato brusco me dieron la bienvenida a este nuevo país.
Llegué a Nakuru y aproveché la mañana para pasear por la ciudad, comprar una tarjeta telefónica y contactar con alguien que me llevase a pasear por el lago al día siguiente.
El lago Nakuru es (o era) conocido por la gran cantidad de flamencos que llegan hasta él para alimentarse; sin embargo, si no me enteré mal, en Agosto de 2014 sufrió unas inundaciones terribles, que algunos achacan al cambio climático y otros al bloqueo de los desagües naturales del lago. De cualquier forma, el nivel de las aguas alto se ha mantenido, lo que impide sostener a una cantidad tan grande de flamencos, causando así la salida de muchos de ellos hacia otros puntos del país. Muchos árboles de las orillas han muerto por las inundaciones, y el centro de bienvenida del parque ha tenido que cerrar y desplazarse a otra zona en forma de barracones porque está todo inundado.
No significa esto que el paisaje haya dejado de ser bonito, o que todos los flamencos se hayan ido. El parque es un lugar precioso, donde pude ver por primera vez un rinoceronte negro, que se encuentra en peligro crítico de conservación. Tiene en lo alto un mirador para apreciar el lago desde arriba e imaginar cómo debia volverse rosado cuando estaba lleno de flamencos.
Centro de bienvenida del parque
Rinoceronte negro
Jirafas en modo flirteo
Después de unas cuantas horas dando vueltas por el parque, subimos hasta el crater del volcán Menengai, el segundo cráter más grande de África, con una bonita vista y donde un grupo de vendedores de artesanía desesperados me persiguieron hasta que me fui. Creo que era el único turista que pasaba por allí en todo el día. Parece que desde los atentados de Nairobi, el turismo ha sido el sector que más mermado se ha visto.
Finalmente inicié camino hacia Nairobi, donde me esperaba mi amigo Roberto, con el cual salí a conocer la vida nocturna de la ciudad y descubrí que cualquier cosa puede pasar en esa ciudad, todo tipo de alternativas pueden ser elegidas, y si se te acaba el dinero, puedes pagar a través de pesa-pal, una aplicación del teléfono móvil, por lo que el peligro está garantizado. Por la mañana, y casi sin dormir me dirigí hasta el centro de conferencias internacional Kenyatta, desde donde se puede observar una panorámica bonita de la ciudad. Después paseé por librerías, di algunas vueltas por la ciudad y tomé el avión de regreso a Pemba, infelizmente había acabado mi viaje.