Por otro lado, la historia se ha ampliado con la información de la página waldniel-hostert.de escrita por el antiguo profesor Peter Zöhren.
Todas las fotos históricas que presentamos han sido extraídas de estas páginas y aunque hemos tratado de comunicarnos con ellos para obtener permiso de momento no ha sido posible.
El priorato
No existen muchos más datos al respecto, pero sí que hay constancia de que los últimos monjes que ocuparon el lugar llegaron en 1909 y pertenecían a la Orden Franciscana de la Santa Cruz.
Procedían de Waldbreitbach, a unos 150 kilómetros al sureste de Hostert, y gracias a las donaciones de una familia local en tan sólo dos años pudieron comenzar las obras de la iglesia de St. Josefsheim Waldniel.
Pronto comenzaron a prestar sus servicios acogiendo a más de 600 pacientes, la mayor parte de ellos disminuidos psíquicos y entre los que también había numerosos discapacitados y personas con deficiencias de aprendizaje.
En el terreno lúdico el centro contaba con un coro, una banda de música y un grupo de teatro, convirtiéndose en poco tiempo en un estimado referente cultural de toda la comarca.
El Partido Nazi y sus acólitos fueron acabando sistemáticamente con la Iglesia Católica en toda Alemania y siempre había algún motivo para imponer impuestos y multas así como para detener a sus miembros con acusaciones de todo tipo. Los llamados “Procesos de Koblenz” se saldaron con la detención de numerosos monjes bajo la acusación de delitos económicos y sexuales.
También se les negó cualquier ayuda pública y el 23 de mayo de 1937 los últimos hermanos abandonaron el ahora embargado Waldniel Hostert. Propiedad pública Las autoridades provinciales se hicieron con la propiedad por 600.000 reichmarks, suma ridícula dado que su valor, según rezaba la documentación de la aseguradora, ascendía a casi 2 millones de reichmarks.
Tras estallar la guerra los gobernantes germanos, que cuestionaban el derecho a la vida de este tipo de pacientes, impusieron una eutanasia programada para todos ellos.
Pero quizá lo más terrible fue la apertura, en 1942 y en uno de los antiguos edificios del priorato franciscano, de la denominada “División Especial Infantil” a cargo del infame doctor Hermann Wesse.
Los habitantes de Kirspel Waldniel, municipio perteneciente a la parroquia de Schwalmtaldom, comenzaron las obras de la suya en el lugar que hoy ocupa la capilla de la Kent School.
Desde entonces la capilla de St. Josefsheims permanece vacía.
Éstos, conscientes de que no podrían mantener el funcionamiento de la institución como antes de la guerra, en 1955 vendieron la antigua St. Josefsheims de Hostert a las autoridades de la recién creada República Federal Alemana. Conforme los Aliados iban estableciendo bases militares en territorio germano, se hizo necesaria la construcción de hospitales para atender al personal castrense destinado en ellas.
Cuentan como curiosidad que muchos de los futuros alumnos de la Kent School vinieron al mundo precisamente en el ala de maternidad de esta clínica. La Kent School Los militares británicos destinados en la antigua RFA lo estaban por periodos muy largos de tiempo, así que se trasladaban con sus familias a las bases, que eran auténticos trocitos del Reino Unido en territorio alemán.
Este diario londinense encontrado en la base de la Royal Air Force de Laarbruch, de la que hablaremos en una próxima entrada, es buena prueba de ello.
El más importante en 1963 era el Queen’s School pero estaba al borde de su capacidad. Por otro lado, un nuevo hospital en Wegberg ofrecía mejores y más modernas instalaciones hospitalarias, por lo que el antiguo de Hostert se empezó a reformar para acoger la que desde entonces sería conocida como la Kent School.
De los aproximadamente 1400 alumnos que asistían a clase en la Kent School, 270 vivían en el internado y el resto llegaban a Hostert en 50 autobuses.
A la Kent School le llegó el turno en el verano de 1991 y las autoridades federales sacaron la propiedad, incluida la iglesia que había sido desacralizada en 1978, a subasta pública.
Afortunadamente antes de eso algunos edificios fueron clasificados como históricos impidiendo así que puedan ser demolidos.
Entre los posibles usos que se barajaron estaba el de la instalación en la iglesia y el edificio de la administración de una compañía de catering.
También se habló de un hotel, pero nada de esto llegó a buen puerto. De mano en mano En 2000 el complejo fue adquirido por una compañía de inversiones de Düsseldorf, pero cuando fue ejecutada la hipoteca al quebrar la firma en 2006, pasó a manos del empresario Elmar Janßen, quien pagó por todo el complejo la suma de 298.200 euros.
Pero lo más curioso es que Janßen, a mediados de 2007, puso de nuevo a la venta la propiedad en el portal de subastas Ebay con un precio por metro cuadrado de 29,95 euros, lo que haría un total de casi 3 millones de euros por los 108.000 metros cuadrados que ocupaba la Kent School.
Los habitantes de las localidades vecinas verían con buenos ojos la instalación de un hotel, pero la inversión necesaria, de cerca de 30 millones de euros, ha disuadido a los posibles inversores.
A pesar del apoyo de las instituciones locales, deseosas de que de una vez se haga algo en la propiedad, aún no se ha encontrado comprador interesado ni por Ebay ni por los métodos tradicionales. La Kent School hoy Casi todos los edificios permanecen sin uso desde 1991 y poco a poco están deteriorándose a causa de las inclemencias del tiempo y del vandalismo.
Ni el propietario ni el arrendador eran conocedores de la actividad que se realizaba en el edificio ocupado y se descubrió gracias al uso de una cámara térmica.
La instalación, calificada como “profesional” por la Policía, contaba con grandes focos, regulador de temperatura y riego automatizado y albergaba un total de 1761 plantas a pocos días de poder ser recolectadas.
Esta redada estuvo a punto de dar al traste con la Explo’09, una reunión de exploradores urbanos que organizaba el foro Urbexforum, pero al final pudo celebrarse bajo la firme promesa de no acercarse a la zona acordonada.
Texto: Tomás Ruiz
Fotografías: Daphneé García