Imagen extraída de www.bizkaia.eus
Monstruos aseados a la salida de la cárcel.Hombres enfrentados al vacíode una ciudad sitiada.Hombres que introducen sus manosen su mirada. Y que no saben enfrentarsea los transeúntes solos.Creen en Dios, y este los rechaza.Y porque saben del miedo que les atrapaen ningún lugar se detienen.*Miradme el perfil del almay encontraréis un hombre muerto.Sopesad mi corazón y veréis un pájarocomo se ve una hoja en un cuaderno.Oled mi grito y mi hambre. Conoceréisel verdadero estado de mi pasión.Romped las puertas que me tienenencarcelado al roto silencio.Y lavad con la sed de los inocentesestas mis manos cubiertas de sangre.(Kepa Murua, Siempre conté diez y nunca apareciste,Calambur, 1999).