El 20 de octubre de 2011 no quedará como un día más en la historia. A primeras horas de la mañana (hora argentina) los medios internacionales se hacían eco de la noticia de que el ex dictador libio Muamar Khadafi era masacrado a manos del mismo pueblo que debió padecer su dictadura durante cuarenta y dos largos años.
Pero sorpresivamente, con el correr del día y cuando se pensaba que la noticia de la muerte del líder libio iba a ser la estrella en las planas de la sección Internacionales, el foco de la atención se corrió sorpresivamente hacia al Palacio de la Moncloa, desde donde el presidente Rodríguez Zapatero anunciaba en vivo y en directo el cese al fuego definitivo por parte de ETA luego de cuarenta y tres años de guerrilla organizada.
Lo que más sorprende es la forma y la rapidez con que se llevaron a cabo los dos hechos, ya que, hace poco menos de un año, nadie hubiese imaginado un desenlace tal en ninguno de los dos casos. El caso de Khadafi es un claro ejemplo de que el hilo se corta por lo más débil o quizás –habría que reformular el dicho- cuando el hilo “está” más débil, tal como fue su caso. Y algo similar es lo que le sucedió a ETA. En los últimos años la organización perdió cada vez más poder y su figura opositora y radicalizada respecto del modo de entender la autonomía del País Vasco, lejos de sostenerla como alternativa revolucionaria legítima, la había tornado una aberración insostenible dentro de la vida política y social de España.
Aquella Teoría de la Rutinización del poder ideada por el sociólogo británico Anthony Giddens parece infalible si se la utiliza como paradigma de análisis a la hora de explicar la caída de algunos de los casos más significativos de la historia, tales como Hitler, Mussolini, Franco, Ceauceascu o los recientes Mubarak en Egipto y Ben Ali en Túnez.
Hoy fue el turno de Muamar Khadafi y de la organización separatista vasca ETA. Mañana no se sabe. Mientras tanto, desde aquí, sólo podemos estar atentos en ver quienes seguirán en la lista y cómo influirá ello en el futuro panorama mundial, el cual se muestra a viva voz convulsionado y complejo.