Khe Sanh fue la batalla más sangrienta y más larga de la guerra de Vietnam. Posiblemente también fuera la más inútil.
Khe Sanh era una pequeña base situada en el extremo noroeste de Vietnam del Sur, a 18 kilómetros de la frontera laosiana y a 30 de la zona desmilitarizada con Vietnam del Norte. Se encontraba en una meseta a unos 500 metros sobre el nivel del mar y estaba rodeada por colinas de entre 600 y 900 metros de altura. Su comunicación terrestre era mediante una carretera de tierra mal mantenida y fácil de cortar hasta Ca Lu, una población que se encontraba a 18 kilómetros al este. A partir de Ca Lu la carretera mejoraba algo; a 45 kilómetros de Ca Lu estaba Dong Ha, la principal base de los marines en la región.
La base empezó a construirse en 1962. Los objetivos iniciales eran que sirviera para frenar las infiltraciones norvietnamitas desde Laos, que fuese una plataforma desde la que lanzar operaciones especiales contra el enemigo en Laos y que sirviese de puesto de observación de la pista Ho Chi Minh. Más adelante, el General Westmoreland, que estaba al frente de las tropas norteamericanas, concibió objetivos más ambiciosos para la base: servir de punto de partida para un ataque al interior de Laos que cortase por completo la pista Ho Chi Minh. Westmoreland no lograría convencer al Presidente Johnson para que llevase la guerra a Laos. La operación soñada por Westmoreland la acabaría llevando a cabo en 1971 el ejército survietnamita con apoyo norteamericano y resultó un fiasco.
A finales de 1967 los norteamericanos advirtieron que la actividad norvietnamita en el área de Khe Sanh estaba aumentando. El 5 de enero los norteamericanos lanzaron la Operación Niágara para reforzar la base y proporcionarle apoyo aéreo masivo. La operación fue complementada con medidas de inteligencia tanto para detectar los movimientos norvietnamitas como para anticipar sus planes.
El 20 de enero los norvietnamitas comenzaron a atacar los puestos norteamericanos en las colinas que rodeaban la base. En las primeras fases de la batalla un momento clave fue la caída el 7 de febrero de Lang Vei, un campamento de las fuerzas especiales que se encontraba a 9 kilómetros al suroeste de la base. La toma de Lang Vei supuso un gran éxito para los norvietnamitas, que de esta manera estrecharon aún más el cerco de la base y reforzaron su control sobre la carretera de acceso.
Desde el comienzo tanto los medios periodísticos como los políticos se apresuraron a encontrar paralelismos entre Khe Sanh y Dien Bien Phu, la gran derrota francesa que selló el final del dominio colonial de Francia. A primera vista había bastantes parecidos: una base aislada y rodeada de montañas. Sin embargo, las diferencias eran notorias: EEUU disponía de unos medios aéreos abrumadores, de los que no dispusieron los franceses, tanto para bombardear al enemigo como para mantener abastecida la base; a diferencia de lo que ocurrió en Dien Bien Phu, aquí eran los marines los que controlaban las colinas que rodeaban la base; los norvietnamitas estaban peor dotados en artillería de lo que estuvieron en Dien Bien Phu. Aun así, el recuerdo de Dien Bien Phu estaba en la mente de todos y posiblemente diera a la batalla un simbolismo que no hubiera debido tener y llevara a los estadounidenses a obcecarse en una batalla que en la distancia parece bastante fútil.
Tras la caída de Lang Vei, las tropas norvietnamitas centraron más su atención en Khe Sanh, redoblando su hostigamiento. El 1 de marzo se produjo el único ataque directo contra la base. Los norvietnamitas escogieron precisamente un sector que estaba defendido por rangers survietnamitas, cuyas líneas resistieron. A partir del 6 de marzo, los norteamericanos detectaron que los norvietnamitas empezaban a retirar unidades del sector. Aun así, a mediados de marzo se produjeron los bombardeos más serios sobre la base.
El 1 de abril los norteamericanos lanzaron la Operación Pegaso para restablecer las comunicaciones terrestres con la base. El Ejército norvietnamita ofreció una resistencia tibia a la penetración norteamericana. El 8 de abril la fuerza de auxilio estableció contacto terrestre con los defensores de Khe Sanh. La carretera quedó abierta al tráfico el 11 de abril y el 15 del mismo mes EEUU declaró oficialmente terminada la Operación Pegaso. Las historias oficiales norteamericanas dan la batalla por terminada en este punto. Resultado: victoria norteamericana, que logró conservar la base.
Pero resulta que la historia tiene una coda. El 23 de mayo el Presidente Johnson impuso una condecoración al Regimiento de Marines 26 por su valor en la batalla de Khe Sanh que había “denegado [al enemigo] la victoria militar y psicológica que buscaba con tanta desesperación”. “The Washington Post” publicó un editorial bombástico en el que declaró que “un día, de hecho, la victoria en el asedio será vista como un punto de inflexión decisivo que finalmente convenció al enemigo de que no podría ganar.” Pues bien, a la semana de estas bravatas, los norteamericanos decidieron abandonar la base de Khe Sanh.
Aunque la batalla hubiese terminado oficialmente, el hostigamiento norvietnamita no había cesado. La ruta terrestre estaba abierta, pero seguía siendo un blanco fácil para las emboscadas. Un poco tarde los planificadores estadounidenses se dieron cuenta de que la base estaba demasiado aislada, no lograba cumplir su objetivo de frenar las infiltraciones enemigas desde Laos y de que el mero hecho de mantenerla absorbía demasiados recursos que hubieran estado mejor empleados en otras partes.
La operación de retirada y desmantelamiento de la base para que los norvietnamitas no la pudieran utilizar llevó un mes. Pero lo realmente difícil fue la operación de relaciones públicas, explicarle a la prensa y al pueblo norteamericano que el abandono de esa base por la que se había luchado durante tres meses no era una derrota. Primero hubo que venderles la moto a los soldados que habían combatido tan duramente por mantener el control de la base. Hubo unidades que rozaron el amotinamiento cuando se les anunció la decisión. En cuanto a la opinión pública, se trató de ocultar el abandono de la base el mayor tiempo posible. Cuando no quedó más remedio que reconocerlo, fue la hora de las justificaciones. La más manida fue que las condiciones habían cambiado y Khe Sanh ya no cumplía su cometido. La cuestión es que posiblemente nunca hubiera cumplido realmente su cometido: ni parece que fuera muy útil para frenar las infiltraciones, ni se utilizó como trampolín para una operación contra los elementos comunistas en Laos.
En general, las historias norteamericanas de la guerra de Vietnam suelen presentar Khe Sanh como una victoria norteamericana. Las historias más cautas dicen que fue una victoria táctica, o sea, pequeñita. Los argumentos para defender que fue una victoria norteamericana son:
+ Los norvietnamitas no lograron conquistar la base. Aquí los cachondos se amparan en el argumento temporal. Sí, si la batalla terminó el 15 de abril es cierto que los norvietnamitas no consiguieron conquistar la base, pero el caso es que para el 16 de julio los norteamericanos se habían visto obligados a abandonarla.
Por otra parte, varios historiadores piensan que los norvietnamitas nunca tuvieron la intención de tomar la base, que su objetivo era mantener ocupados a los norteamericanos mientras se desarrollaba la Ofensiva Tet. Algunos indicios a favor de esta tesis: 1) Sólo en una ocasión realizaron un ataque directo contra la base; 2) La dotación de artillería de las unidades norvietnamitas era insuficiente si el objetivo real era el de tomar la base, 3) Si se observa el patrón de los ataques vietnamitas, se diría que el objetivo era más el de hostigar y causar bajas al enemigo que el de apoderarse de la base.
+ La batalla por Khe Sanh mantuvo ocupadas a unidades norvietnamitas que habrían sido más necesarias apoyando la Ofensiva Tet. A este argumento se le puede dar la vuelta: la batalla por Khe Sanh distrajo la atención y los recursos norteamericanos de la Ofensiva Tet. Ni la distracción causada por Khe Sanh sirvió para impedir que los norteamericanos derrotaran la Ofensiva Tet, ni las unidades norvietnamitas implicadas en Khe Sanh habrían supuesto una diferencia si se hubieran empleado en la Ofensiva Tet.
+ La proporción de bajas fue abrumadoramente favorable a los norteamericanos. Por sus características poco convencionales, los éxitos en la guerra de Vietnam no se podían medir en términos de terreno conquistado. Los estrategas norteamericanos idearon una manera de medir el éxito: la proporción de bajas producidas al enemigo por cada baja propia. Era una vara de medir muy engañosa, toda vez que el enemigo estaba dispuesto a aceptar un nivel de bajas enorme, pero al Secretario de Defensa McNamara y a sus chicos les encantaba todo lo que fuera cuantificable y los muertos parecían fáciles de contar. Digo parecían, porque resulta que no hay nada más difícil de contar que los muertos en combate.
Apenas terminada oficialmente la batalla, el General Westmoreland afirmó que había sido una rotunda victoria desde este punto de vista: los norteamericanos habían perdido 220 hombres, frente a los 15.000 que habían perdido los norvietnamitas. El periodista Robert Pisor retomó las exageraciones de Westmoreland en su libro de 1982 “The End of the Line: The Siege of Khe Sanh”, donde afirma que en ninguna otra batalla la proporción de bajas, que él estima entre 50:1 y 75:1, fue tan buena.
Pues va a ser que ni tan siquiera la victoria norteamericana está tan clara desde este punto de vista. Para empezar, el recuento de bajas de la batalla no suele tener en cuenta los muertos antes del 20 de enero ni los muertos tras el 8 de abril. Tampoco incluye a los muertos survietnamitas ni a quienes murieron en operaciones vinculadas con Khe Sanh, pero no en el sector. Si incluimos a esas bajas, el número de muertos es de 1.532, de los cuales 703 eran norteamericanos.
¿Y los muertos norvietnamitas? ¿fueron tantos como dijeron? Los norteamericanos recuperaron en total 1.602 cadáveres de soldados norvietnamitas. Las restantes 13.400 bajas infligidasson inferidas a partir de informes de desertores del Ejército norvietnamita, extrapolaciones, inferencias… El Ejército norvietnamita, por cierto, sólo reconoce 2.500 muertos en la batalla. Está claro que todos mienten y, para mí, también está claro que en el mejor de los casos los norteamericanos consiguieron infligir una proporción de bajas en torno a 15:1, lo que según los estándares que utilizaban era medianejo tirando a bueno.
Entiendo que Westmoreland se esforzase en su día por presentar Khe Sanh como una victoria norteamericana, pero vistas las cosas con imparcialidad a 45 años de distancia, es una victoria que tiene el sabor de una derrota.