2054. Tras la Guerra de Devastación Global, la realidad social y geopolítica ha cambiado rotundamente. Los viejos conceptos de la democracia y el capitalismo han sido enterrados por las corrientes transhumanistas y la tecnofagia. El poder se concentra en manos de las grandes corporaciones, sin embargo todavía queda un cabo suelto, un molesto inconveniente que se escapa de las afiladas uñas de la Asamblea: Khimera.
En la arriesgada búsqueda de un enigmático personaje conocido como el bogatyr -héroe para algunos y villano para otros-, están puestas las últimas esperanzas de aquellos que luchan para lograr que el mundo cambie para siempre.
“Hace ya más de una semana que he terminado esta novela y apenas he conseguido escribir un par de líneas. ¿Qué decir cuando no quieres aplicarle etiquetas? ¿Cuando tiene tanto de todo que no quieres arriesgarte a dejar nada, pero tampoco quieres destripar demasiado?”
Así es como empiezo a pensar en Khïmera, la nueva novela de Cesar Pérez Gellida. Una historia en la que se ha salido de todo lo que nos había acostumbrado, menos de su estilo. Porque aunque cuando pensemos en Gellida se nos venga a la cabeza su trilogía Versos, canciones y trocitos de carne (de la que a mi aun me queda por leer el último volumen), en realidad es el ritmo del suspense lo que muy probablemente ha hecho engancharse a tantos lectores. Así que en el fondo no ha cambiado más que el contexto, manteniéndose fiel a lo que le caracteriza.
A lo largo de las semanas desde que se anunció la publicación de Khïmera, me he ido sorprendido cada vez más de las masas que es capaz de mover este hombre. Porque no nos engañemos, la ciencia ficción/distopía/ucronía/cosafrikicomodiriamimadre siempre ha sido un género minoritario, al que mucha gente no se acerca tan alegremente como yo. Hace tiempo que quedaron atrás los clásicos como Orwell o Huxley que sentaros las bases para que este tipo de historias tuvieran más de política y filosofía que de ficción.
Por lo que sí, considero arriesgado un cambio semejante. Pero el resultado no podía haber sido mejor: no solamente ha sacado de su zona de confort a muchos lectores, sino que además ha conseguido que un futuro tan lejano (o cercano, según se mire) como 2054 nos resulte muy nuestro, realista y un poco aterrador. Porque cuando pensamos en un ambiente futurista nos imaginamos todo tipo de milagros tecnológicos y coches voladores… cuando en realidad sería más razonable imaginar una tercera guerra mundial y un mundo dominado por unos pocos.
He leído en algún lugar que le llevó 15 meses escribir esta novela, y no es para menos. Ya no solo me refiero al esfuerzo colosal de imaginación que requiere crear un nuevo mundo; sino encontrar en nuestra actualidad esos pequeños detalles que hagan que cuadren para ese hipotético futuro. Conflictos bélicos, tensiones políticas, represiones raciales… todo se combina para dar lugar a todo, y a la vez a la nada que queda después.
Esto nos lleva al primer movimiento de la novela (¿Os he dicha ya que vuelve a recurrir a la música para nombrar las partes?) que es casi por definición el más lento. Entra despacio, con la calma necesaria para poner en situación al lector con las idas y venidas que desembocan en 2054. Aquí nos introduce por primera vez a Khïmera, como concepto y precursor de todo. Sin embargo, los personajes esenciales no entrarán hasta el segundo movimiento.
En ese sentido, durante los primeros capítulos se comporta como una novela coral para después ir convergiendo en un único hilo común. Los personajes son totalmente variopintos, lo que también ayuda a tener una visión más completa de la sociedad de ese futuro: tenemos desde una periodista de vida acomodada hasta un mercenario que vive entre chabolas pasando por un revolucionario y un científico de alto nivel. Y no nos olvidemos de los Duendes, la creación más sorprendente de todo este tinglado, que me han producido una mezcla de pena y grima…
Y es que no todo va a ser pensar y darle vueltas al futuro: la novela se acelera y mucho a partir de la segunda mitad. Adquiere el ritmo de thriller desenfrenado que nos habían prometido y entonces es cuando estás perdido porque ya no vas a poder soltarlo. Luego llegan las sorpresas, más acción y luego más sorpresas aun.
Resulta curioso, y merece la pena ser comentado, como desarrolla el último movimiento: comenzando por el final para ir desvelando hacia atrás todo lo intermedio. Y todo esto sin que se pierda el interés, ya que a pesar de saber el final lo que realmente nos interesa es el cómo se ha llegado ahí. Un final que a pesar de todo se mantiene en la cumbre a la que nos había ido subiendo durante las paginas anteriores. Sin extravagancias ni saltos al vacío, pero con paso firme y coherente.
Ahora bien, si vuelvo a leer todas estas líneas me doy cuenta de que he dicho mucho pero a la vez no he contado nada. ¿Y qué? Creo que también merece la pena acercarse sin saber demasiado, dejando que te sorprenda y llegando tú solo a ese final para saber si debemos tener un margen de esperanza en la humanidad… o no. Pero tampoco te comas mucho la cabeza, simplemente disfrútalo. Y luego que cada uno saque de la lectura el contenido que quiera. Pero ya os aviso que si lo leéis en conjunto es imposible no caer en un debate posterior.