Kichi

Publicado el 13 mayo 2017 por Alejandropumarino

José María González, “Kichi” es alcalde de Cádiz por obra y gracia de un PSOE en horas bajas, y ha traído a la capital andaluza la verdadera democracia que alcanzamos solamente gracias a la política de las formaciones emergentes de corte comunista que defienden la transversalidad. Uno de los problemas que acuciaban a los gaditanos, era la ausencia de una bandera republicana -inconstitucional- en el centro de la ciudad, problema que solucionó rápidamente el novio de la responsable podemita en Andalucía, Teresa Rodríguez, que naturalmente, nada tuvo que ver en la candidatura de su pareja a la alcaldía: Un profesor de literatura, liberado sindical y vocal de una chirigota eran las cualidades requeridas para ser edil en la tacita de plata. Las puertas giratorias y el nepotismo son defectos propios de la “casta” o de la “trama”; la facilidad con la que allegados y familiares de conspicuos podemitas alcanzan puestos preeminentes -y extraordinariamente bien pagados- no se debe a influencia personal alguna, sino a la valía individual de los aspirantes, que suele asdquirirse por inducción o cosanguinidad en no pocas ocasiones.

El Sr. González, “Kichi” le cerró el micrófono a la concejal popular por pedir la retirada de un cartel en el pleno municipal, en el que se tachaba de corrupto y lacayo, textualmente, al Partido Popular. Siguió la leyenda, pero quien no pudo continuar hablando, fue la adversaria política del liberado cantante sindical. ¿Hubiese sucedido lo mismo en caso de que se calificase así a Podemos? (Podría hacerse, Iglesias cobra en un paríso fiscal de Venezuela, Echenique paga en negro, Monedero falsea cuentas al fisco, Errejón cobra una beca sin trabajar). Obviamente, la pregunta es retórica, no espera respuesta alguna, porque todos sabemos que hubiese sucedido: Sería retirado de forma inmediata el cartel y calificado de fascista quien lo portase. Un día Franco va a morir de verdad y terminará por dejar sin discurso a la izquierda progresista y militante que, huérfana de ideas, se disgregará luciendo las banderas de una república corrupta que jamás conoció ninguno de ellos.