Una difícil obra maestra, mucho más digerible con el diario del lunes. Porque casi todos sabemos que terminó siendo una enorme obra, pero podría haber sido cualquier otra cosa.. Había que estar en el momento de su lanzamiento.. Podemos anclar a la obra en su tiempo, en su momento, pero para mi humilde entender eso no alcanza. Nada nos prepara para este disco. Y mucho menos para que fuera la continuación inmediata del Everest que resultó Ok Computer. Si hay un disco que debería haber venido con un manual de instrucciones este es uno de ellos. Recuerdo haber comprado el CD, colocarlo en el reproductor y haberme quedado perplejo, uno tras otros los temas., Había poco y nada que se pareciera a una canción, a una pieza de rock. Eran samples, abundancia de FX, pedazos de sonidos, todo parecía un collage sonoro (que no musical) Con bastante orgullo y por el bagaje musical que uno tiene sucedieron varias escuchas completas. La sensación era que el disco era hermético, impenetrable. Quedó abandonado por varios años, le siguieron algunos discos más y para mí, como para algunos que conozco, los Radiohead habían perdido el rumbo. Tenían que ser una banda de estadios, o de culto, o de culto y masiva todo junto, pero tenia que codearse con las grandes bandas de la historia, y sin embargo le dieron la espalda a todo eso. Pero claro, Radiohead TENIA que ser lo que sus fans QUERIAMOS que fuera, no lo que la banda quería ser. No recuerdo el momento exacto en que muchos años más tarde (con algo más de bagaje musical a cuestas) me senté nuevamente a escucharlo, si recuerdo que estaba con auriculares, y como mascullando: "voy por la oportunidad número 20 que te doy" Claro, habían pasado algunos buenos discos y el sublime "In Rainbows" así que la banda volvía a tener enorme crédito conmigo. Lo primero que hice fue dejar mis prejuicios y esperanzas en la puerta de entrada de mi casa. Sacarme de la mente el bailecito de Yorke en Idioteque. Recuerdo pensar que estaba ahí el ADN de Radiohead, más frió, menos "Creep" que nunca, pero eran ellos. La voz de Yorke en cada tema, como tratando de surgir, a veces deliciosamente intimista. Los FX le daban forma a los temas, los asistían en "ideas sonoras" y había canciones/perlas, esas bien Rediojedeanas (escrito así, porque todos decimos, a mi me gusta Radiojed) como Morning Bell o la monumental How to dissapear completely, para mi la punta de lanza del álbum, una síntesis brutal del estado de ánimo de Tom cuando hicieron el disco. Entonces no importa tanto si Phil Selway, ese exquisito baterista, se la pasó programando cajas de ritmos, si Collin Greenwood se pasó en ese entonces a los bajos electrónicos, o si la exquisita dupla de guitarras de Johnny y Ed O Brien pusieron todo al servicio de los paisajes sonoros, dándonos pocos acordes y menos riffs (ahí está el de The National Anthem) lo que importa es cómo funciona. Entonces si, Idioteque puede sonar más humano que muchos políticos, porque cuando "Viene la Era de Hielo" ( o si se lo quiere cambiar por el COVID) somos todos tan iguales...Todo eso es Kid A, una de las pateadas de tablero más grandes que se haya visto. Luego lo volverían a hacer, pero Kid A, no dejó nada en pie, a veces la única forma de comenzar de nuevo.Hernán Martínez en los comentarios del Face cabezón
¿Todo está en su lugar correcto?
Todo elemento de luz que podía sobrevivir fue borrado. La voz de Thom Yorke fue procesada, destrozada y manipulada por vocoders y filtros varios. Las (ya de por sí) intrincadas letras de la banda pasaron a ser compuestas mediante técnicas dadaístas. Las guitarras guilmourianas de Jonny Greenwood y Ed O’Brien fueron suplantadas por sintetizadores, ondas Martenot y máquinas de ritmos. La base rítmica de Colin Greenwood y Phil Selway cobraría más peso, influenciada por el free jazz. La atmósfera del disco sería prefigurada por la tapa de montañas heladas a través del arte digital de Stanley Donwood.
Quizás sea “In Limbo” la canción que mejor resume el espíritu del álbum: “I’m lost at sea, don’t bother me. I’ve lost my way” (“Estoy perdido en el mar, no me molestes. Perdí el camino”) suena sobre un colchón de guitarras que no suenan como tales y una base rítmica esquizofrénica. Esa misma esquizofrenia rítmica y el pánico de la vida bajo el neoliberalismo tomaría cuerpo en la canción bailable menos bailable del mundo, “Idioteque”. “Morning Bell” sería la versión radioheadiana (en palabras de Ed O’Brien) de Joy Division, mientras que “Motion picture soundtrack” es el cierre desgarrador bajo la promesa de reencontrarse “en otra vida” con un ser amado.
El pez grande comiéndose al pequeño
La banda, por otro lado, iba relatando el día a día de las sesiones de grabación en un diario digital, donde recomendaban la lectura de No Logo de Naom Klein (la banda pensó seriamente en titular el disco como el libro de la autora canadiense). La negativa a dar entrevistas, editar singles o videos, así como una gira de presentación del álbum en una carpa libre de anuncios de marcas comerciales, muestran a una banda que comenzaba a marcar una crítica más afilada a las corporaciones.
Asimismo, la gran cantidad de descargas por los en ese momento incipientes servicios de descarga como Napster facilitaron que versiones filtradas del disco llegasen al público antes de la edición oficial. En lugar de mostrar indignación, el grupo vio esto como algo favorable para la difusión, poniendo en jaque la lógica de la industria musical.
Esto realmente está pasando
Las posibilidades abiertas por la crisis llevaron a la innovación. Frente a la amenaza de normalización, la banda optó por aventurarse en la incertidumbre. El resultado fue una de las obras más potentes de lo que va del siglo XXI. A 20 años de su edición, Kid A y Radiohead nos siguen invitando a pensar las incomodidades como potencias creadoras.
Juan Soria