Kiko: el primer libro que leí tuyo, Cosas que hacen bum, me resultó algo precipitado y naif. Pero comprendía su función: segunda novela, cierta angustia adolescente, necesidad de hablarle al lector de esa especie de urgencia veinteañera y hacerlo al primer pretexto. Luego, no recuerdo el orden concreto, Mil violines y Rompepistas me hicieron descubrir un escritor cercano, sincero, consciente de sus limitaciones pero entregado a compensarlas con entusiasmo y autenticidad. Uy, la palabra autenticidad lo que debe sonarte. Esos dos libros me revelaron un escritor de una calidad difícil de describir, pero a la vez, muy sencilla de prescribir. Que los leyerais, coño, y os metierais en esa piel de precarios y algo cutres miembros de tribus urbanas, de tímidos chicos llenos de granitos a los que la ropa auténtica les resultaba inasequible, porque eran de extracción humilde, pero que tenían todo lo demás. Espíritu punk, mod, lo que fuera, pero espíritu rebelde como caparazón de ternura. Entonces, Kiko, te diría, qué coño ha pasado en Eres el mejor, Cienfuegos. Porque comprendo tu urgencia absoluta por poner en la calle un libro situado en medio del movimiento del 15-M, comprendo que esa idea hervía en tus venas y debías darle salida antes de que el cadáver (sí: aprovecho para proclamar desde aquí que el espíritu del 15-M es un cadáver: no una momia, que esas resucitan en las películas o en sus re-makes correspondientes, sino un cadáver absoluto, al que no le queda nada de calor ni posibilidades de recuperarlo) se enfriara. Por eso compusiste esta historia tibia de crisis de los 40, de peterpanismo, de estampas patéticas (no de tu escritura, de las perrerías que le haces sufrir a tu personaje principal) de circunstancias estrafalarias y de, voy a ser benévolo, pretendidas intenciones de ser un himno generacional o un amago de llamada a la lucha de clases. No, Kiko, tu camino como escritor no es que sea fallido, es que te estás metiendo en un callejón con pocas salidas como no sea en veinte años describir imágenes de abueletes punk, mod, que arrastran su maltrecho hígado en barras de bares de mala muerte explicando a la gente lo que vivieron (broma exclusiva para barceloneses de determinados microambientes: como un Flowers cualquiera). Y eso creo que te desmerecería. Kiko, así Herralde no te va a quitar nunca de la colección Contraseñas, nunca publicarás primeras ediciones en libros de portada gris piedra y nunca llegaremos a saber si eres capaz de saltar del entorno cercano, ese en el que has estado tan cómodo que te has acabado durmiendo en él, a otros entornos más arriesgados, más inciertos, sí chico, lo acepto, pero menos solipsistas.Y puede que un día te lo diga con un par de cervezas entre nosotros.
Kiko Amat: ERES EL MEJOR, CIENFUEGOS - MÁS DESPACIO, POR FAVOR
Publicado el 03 marzo 2013 por Francescbon @francescbonKiko: el primer libro que leí tuyo, Cosas que hacen bum, me resultó algo precipitado y naif. Pero comprendía su función: segunda novela, cierta angustia adolescente, necesidad de hablarle al lector de esa especie de urgencia veinteañera y hacerlo al primer pretexto. Luego, no recuerdo el orden concreto, Mil violines y Rompepistas me hicieron descubrir un escritor cercano, sincero, consciente de sus limitaciones pero entregado a compensarlas con entusiasmo y autenticidad. Uy, la palabra autenticidad lo que debe sonarte. Esos dos libros me revelaron un escritor de una calidad difícil de describir, pero a la vez, muy sencilla de prescribir. Que los leyerais, coño, y os metierais en esa piel de precarios y algo cutres miembros de tribus urbanas, de tímidos chicos llenos de granitos a los que la ropa auténtica les resultaba inasequible, porque eran de extracción humilde, pero que tenían todo lo demás. Espíritu punk, mod, lo que fuera, pero espíritu rebelde como caparazón de ternura. Entonces, Kiko, te diría, qué coño ha pasado en Eres el mejor, Cienfuegos. Porque comprendo tu urgencia absoluta por poner en la calle un libro situado en medio del movimiento del 15-M, comprendo que esa idea hervía en tus venas y debías darle salida antes de que el cadáver (sí: aprovecho para proclamar desde aquí que el espíritu del 15-M es un cadáver: no una momia, que esas resucitan en las películas o en sus re-makes correspondientes, sino un cadáver absoluto, al que no le queda nada de calor ni posibilidades de recuperarlo) se enfriara. Por eso compusiste esta historia tibia de crisis de los 40, de peterpanismo, de estampas patéticas (no de tu escritura, de las perrerías que le haces sufrir a tu personaje principal) de circunstancias estrafalarias y de, voy a ser benévolo, pretendidas intenciones de ser un himno generacional o un amago de llamada a la lucha de clases. No, Kiko, tu camino como escritor no es que sea fallido, es que te estás metiendo en un callejón con pocas salidas como no sea en veinte años describir imágenes de abueletes punk, mod, que arrastran su maltrecho hígado en barras de bares de mala muerte explicando a la gente lo que vivieron (broma exclusiva para barceloneses de determinados microambientes: como un Flowers cualquiera). Y eso creo que te desmerecería. Kiko, así Herralde no te va a quitar nunca de la colección Contraseñas, nunca publicarás primeras ediciones en libros de portada gris piedra y nunca llegaremos a saber si eres capaz de saltar del entorno cercano, ese en el que has estado tan cómodo que te has acabado durmiendo en él, a otros entornos más arriesgados, más inciertos, sí chico, lo acepto, pero menos solipsistas.Y puede que un día te lo diga con un par de cervezas entre nosotros.