Ayer tocaban nazis muriendo al son de la guitarra española. Era el turno de Brad Pitt con la mandíbula desencajada, Til Schweiger tiroteando partes íntimas (más conocido por protagonizar Far Cry) y Daniel Brühl haciendo patria com héroe del III Reich (junto a Àlex Brendemühl nuestros dos alemanes más españoles o viceversa según se mire).
Era también tiempo de escuchar a la vieja que teníamos al lado, aullando de dolor cada vez que le arrancaban una cabellera a un nazi (que digo yo que hace una anciana yendo sola al cine a ver una peli de Tarantino que tiene la palabra Bastardos en el título).
En resumen, era el momento de pagar 7 eurazos por ir a ver Inglorious Basterds en pantalla grande. Y la verdad, es que no defrauda, porque es un film 98% Tarantino. El 2% que le falta es porque no es ni tan cutre como las primigenias cintas, ni tan sangrienta como las últimas... Un poquito de hemorragia sí que hay, pero la justita.
Ojalá la historia real se hubiese saldado como la del celuloide (¿que guiño tan bien traido el del celuloide verdad?). Ahora Tarantino debe seguir echando el resto en Kill Bill 3, cuyo rodaje está ya confirmado por el propio director para el 2014. Ya no sé ni quién queda por matar ni si hay más posibles planos sobre pies que no haya rodado aún.